Dos películas sobre el teatro devuelven el sabor del cine puro
Un delicado y nada aparatoso melodrama japonés -Esperanza y sufrimiento, dirigido por Yodi Yamada- y una larga e incatalogable obra del francés Jacques Rivette - La banda de los cuatro- han devuelto al festival, después de varios días de ayuno, el sabor casi olvidado del cine puro. Lo curioso es que esta pureza llega a través de dos películas cuyo marco argumental es el pequeño mundo del teatro, considerado éste no como espectáculo, sino como forma de vida.
En la sección Panorama se proyectó el tercer filme español, L'homme de neó, cuya pretensión de modernidad está hecha con indisimulables retales de películas antiguas. No convenció y pasó sin pena ni gloria.El cine de Jacques Rivette, poco y mal conocido en España, es ya una amplia obra cuya raíces se funden con las del movimiento de la nueva ola francesa de los años cincuenta y sesenta, de la que este irregular cineasta fue un indiscutible fundador y analista.
La banda de los cuatro es un filme que reúne, junto a alguno de sus defectos, las mejores virtudes de Rivette, en especial el comedimiento con que trata las cosas desmedidas, ese tiempo y ese camino que sólo él conoce y que está situado entre la quietud y la compulsión, entre la ficción y el documento, entre el realismo más verista y el eco de una magia subterránea de origen difuso. Guste o no guste, un buen filme de Rivette es siempre distinto de cualquier otro.
La banda de los cuatro desvela minuciosamente al teatro como pasión y como forma de existencia. El filme parece duplicado por la expresión de dos mundos aparentemente incomunicados: el de la teatralidad y el de la vida cotidiana. Sin embargo, ambos mundos se interfieren sutilmente, de tal manera que, a medida que la película avanza, la vida cotidiana se teatraliza y el teatro se convierte en rompeolas de la cotidianidad. Una docena de muchachas, alumnas de una escuela de teatro, viven esa doblez incluso por caminos que se acercan a los alrededores de la fantasía, pero -y ahí está la mano de Rivette- sin traspasar nunca las fronteras de ésta. Tal es el equilibrio del estilo verista de Rivette, que sus personajes, cuanto más se diferencian, más se parecen entre sí; cuanto más novelesca se hace su historia o antihistoria, más a ras de suelo discurre. Rívette hace cine con la facilidad con que respira.
Delicadeza
La japonesa Esperanza y sufrimiento tiene menor entidad que la anterior, es mucho más convencional en su descripción de la teatralidad de la vida y de ese reverso de la moneda que es la cotidianidad del teatro, pero es convincente gracias a su ternura, a su condición de melodrama contenido, dominado con gran pericia por Yamada. Su delicadeza nunca cae en la debilidad, ni su ternura en el ternurismo, así como su continua referencia a antiguos modelos de cine genérico nunca sabe a viejo. Se trata de una película menor, pero de una verdadera película.
Todo lo contrario le ocurre a la catalana L'homme de neó, que quiere ser una película mayor y no llega a ser una verdadera película, sino un superficialísimo ejercicio de imitación de otras. Un crítico barcelonés la ha definido irónicamente como un thriller posmoderno, pero lo cierto es que más bien se trata de un spot posantiguo, es decir, de nunca.
Como ejercicio de encuadre, la película L'homme de neó, funciona. Pero dentro de cada uno de sus encuadres no hay ni una sola auténtica imagen. Se trata en definitiva de una película meramente intencional, que permite adivinar en su director, Albert Abril, armas para que en el futuro haga obras más serias, pero que en esta ocasión concreta ha urdido un filme desde una mirada sin ojos, que no proviene de ninguna parte.
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