Vicent Abad

"Pese a lo que pueda parecer, los valencianos tienen una idea muy vaga de la economía naranjera y su entorno cultural", afirma Vicent Abad, un ingeniero técnico agrícola e historiador de 48 años que colecciona etiquetas y útiles relacionados con este cultivo. Autor de una detallada historia de la naranja, es el coordinador de una exposición sobre el sector naranjero que se expone en la Lonja de Valencia. Ahora está a punto de ver realizado, en su ciudad natal, Burriana (Castellón), el proyecto de un museo de la naranja.

Miembro de una familia de comerciantes naranjeros de la comarca de La Plana Baixa, una de las zonas más productivas de la Comunidad Valenciana, Vicent Abad, trabaja como inspector del Servicio Oficial de Inspección y Vigilancia del Comercio Exterior, aunque su vocación es la de historiador, disciplina en la que se doctoró con una tesis sobre la naranja. Desde entonces ha dedicado una buena parte de su tiempo a recopilar datos sobre el comercio de este fruto, del que se producen al año cerca de cinco millones de toneladas en nuestro país."Entre el inicio de este siglo y la década de los treinta se extienden los años dorados de la exportación naranjera", explica Abad, que ha fechado en 1482 el documento más antiguo que se refiere a un naranjo, y en 1781 la prirmera plantación regular de este árbol. La exportación a la mayoría de los países europeos ha convertido la naranja en un sector puntero que ha generado una burguesía con sus propias expresiones arquitectónicas y artísticas. Una clase social que Abad califica de "tan poco culta" como cualquier otra burguesía agraria.Convertido en un tópico de la sociedad valenciana, el cultivo de la naranja y todo su entorno cultural y social han interesado bien poco a los historiadores e investigadores. Abad, sin embargo, ha dedicado al asunto tiempo y paciencia. Consecuencia de ello es una colección de 4.000 etiquetas de naranjas y un extenso conjunto de útiles y documentos gráficos sobre este comercio, que constituyen la base de una muestra organizada por la Generalitat que se expone estos días en la Lonja.

Abad considera casi inconcebitile que no se haya abordado una exposición de estas características anteriormente, y se muestra ilusionado con la creación, a partir de estos fondos, de un museo de la naranja que se instalará en el edificio del antiguo hospital de Burriana, una vez haya sido restaurado por el Ayuntamiento. "La verdad", dice Abad, que mantiene correspondencia con tres museos de este tipo existentes en California y Florida, en Estados Unidos, "es que en Valencia tenemos algunas de las mejores instituciones del mundo en investigación agronómica, pero ha habido poco interés por la investigación histórica".

Poseedor de una importante biblioteca sobre el tema y de un amplio archivo de documentos, algunas peripecias de su trabajo investigador ilustran la dejadez de una sociedad hacia su actividad económica más definitoria. "He pasado meses en Londres recuperando documentos que aquí habían sido destruidos", explica. "En 1977, de la sede del antiguo sindicato vertical en Valencia llevaron al trapero nueve toneladas de documentos. Las copias de muchos de esos papeles las he conseguido después en los archivos del sindicato en Alcalá de Henares".