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El Ejército Rojo se bate en retirada de Afganistán

Pilar Bonet

Las tropas soviéticas en retirada realizan acciones millitares sólo para garantizar la seguridad de la evacuación, según dijo ayer en Moscú un representante del Estado Mayor soviético, que no aportó ninguna clarificación sobre las informaciones que pronostican un fin de la retirada entre el 2 y el 6 de febrero próximo, sin esperar al plazo, que concluye el día 15 de este mes. La posibilidad de que las tropas soviéticas pudieran abandonar Afganistán dos semanas antes de lo establecido en los acuerdos de Ginebra había sido expresada en diciembre por fuentes soviéticas bien informadas.

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Los medios soviéticos daban como argumento de la eventual retirada anticipada la necesidad de asegurar la operación y se mostraban decepcionadas de la capacidad de Najib y sus partidarios para controlar la situación.Poco después de que el general Vronislav Omelichev, vicejefe del Estado Mayor, interviniera en una conferencia de prensa en Moscú, en Kabul, el general Boris Gromov, jefe de las tropas soviéticas en Afganistán, reconocía que la URSS había participado en bombardeos que habían causado víctimas civiles. Gromov prometió que todos los bombardeos sobre Afganistán desde territorio soviético cesarán después del 15 de febrero.

Según Gromov, los enfrentamientos por el control del paso de Salang, la única ruta a través,del Hindu-Kuch abierta entre Kabul y Moscú, produjeron un importante número de bajas entre las fuerzas de la guerrilla de Ajmad Shaj Massud, un número no precisado de víctimas entre las tropas regulares afganas y cuatro muertos y 11 heridos entre las soviéticas.

Guenadi Guerasimov, portavoz del Ministerio de Exteriores de la URSS, dijo ayer que en los combates de Nangarjar, al sur del paso de Salang, los guerrilleros se habían construido barricadas con sacos de harina, azúcar y arroz, en tanto que Kabul se ve amenazada por el hambre y la situación se ve paliada sólo por un puente aéreo que une la capital con las regiones fronterizas del sur de la URSS. Según Guerasimov, los guerrilleros queman tanques de combustible, mientras Kabul se forman colas para conseguirlo.

En un despacho fechado en Kabul, el periodista Yuri Tysovski, de la agencia Tass, reconocía ayer que el mando militar soviético se había dirigido en repetidas ocasiones a Shaj Masud "con propuestas constructivas de cooperación" que incluían responsabilizarse de la seguridad en la ruta Charikaj-Salang. "Sin embargo, estas propuestas, como algunas otras, fueron rechazadas", decía Tysovski, dando cuenta de la frustración de las esperanzas del Kremlin sobre un eventual pacto con Masud, a quien altos funcionarios soviéticos elogiaban privadamente en el pasado.

Asesinado un negociador

En Kabul, Gromov dijo que el 23 de enero un mayor apellidado Gerasov había sido asesinado por hombres de Masud cuando se acercó a ellos desarmado para negociar. El general culpó a la guerrilla de las víctimas que se habían produido en los combates en los pueblos cercanos a la ruta de Salang.La vulnerabilidad del abastecimiento de Kabul se reveló visiblemente a mediados de enero, decía Tysovski, que atri' buía las dificultades a tres factores: las condiciones climátícas en Salang (a 3.000 metros de altura); la lentitud del Gobierno afgano, que no avitualló a tiempo la capital, y las acciones de Shaj Masud.La incertidumbre que se abre para el Partido Popular Democrático de Afganistán es expresada abiertamente por los medios de comunicación soviétícos. En el semanario Tiempos Nuevos, Vadim Okulov manifestaba que "fálta una fuerza mayoritaria que ponga fin al derramamiento de sangre y esto es una de las tragedias del pueblo afgano". Las fuerzas progresistas, que no dominan la situacíón, "se preparan para el asedio", decía. Por delante "tienen un cruel combate" con gente que "no tiene experiencia ni idea sobre los métodos políticos de resolución de conflictos, ni deseo de adoptarlos". "No es posible vaticinar el curso de este combate", sentenciaba.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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