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La 'nueva brisa' de Bush

El presidente nortearnericano comienza a separarse de Reagan en los gestos significativos

Francisco G. Basterra

La primera semana de George Bush en la Casa Blanca se la ha llevado un vendaval de gestos que, si bien indican que esta presidencia no va a ser una repetición del reaganismo, dejan en una nebulosa las verdaderas intenciones del 41º presidente de EE UU, su visión del mundo y qué hará con los problemas que tiene planteados. El déficit fiscal, el primero. Si Ronald Reagan representó el triunfo de la forma sobre la sustancia, con Bush hasta ahora sólo se ha notado la "nueva brisa que sopla", de la que habló en su toma de posesión.

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"Han sido siete días para establecer el tono de la presidencia", ha afirmado el jefe del Gabinete de Bush, John Sununu. Y hemos viso a un presidente activista predicando una nueva moralidad cívica, un mayor altruismo, un ataque directo al materialismo y codicia rampantes del reaganismo. "Lo importante no es dejar a nuestros hijos un coche más grande o una cuenta corriente más abultada".La promesa de una América "más compasiva, más humana", se ha convertido en la consigna de la presidencia. Y una insistencia en la ética del servicio público. Bush reunió a su Gabinete y les dijo que "no basta con ser honrado, sino que también hay que parecerlo", y advirtió que no tolerará ni siquiera la apariencia de inmoralidad.

Su primer acto como presidente fue la apertura de la Casa Blanca, a las ocho de la mañana, a todos los ciudadanos (miles de ellos se pasaron la noche en la cola), y su declaración de que "ésta es la casa del pueblo". Los 20 primeros fueron sorprendidos con una visita por la mansión presidencial con los Bush, George y Barbara, como cicerones. Un gesto que no se había producido desde hacía 80 años. Una acumulación de detalles que están diciendo que "no vamos a ser como los Reagan y aquí se ha abierto una nueva etapa". Y luego están los gestos físicos que resaltan la distancia que uiere marcar con su antecesor. A las 7.15 George Bush ya está sentado ante su mesa (un regalo de la reina Victoria). "Aquí las luces se van a apagar tarde", dijo en su primera jornada completa, en una referencia nada velada a los hábitos perezosos de Reagan, que a las cinco ya emprendía el retiro a sus habitaciones privadas, e incluso muchos días a las tres. Y no iniciaba el trabajo antes de las nueve de la mañana.

El mundo a las 8.15

Antes de las 8.15, Bush ya ha tenido tres sesiones informativas con sus asesores. El nuevo presidente -es una novedad y también un gesto indicativo- se desayuna con la visión del mundo ofrecida por la CIA. Dos expertos de la Agencia Central de Inteligencia le ofrecen, en su primera actividad diaria, el análisis que hace el espionaje norteamericano de la situación mundial en las últimas 24 horas. A continuación entra en el Despacho Oval su consejero de Seguridad Nacional, Brent Scowcroft, que hace otro tanto, con datos proporcionados por el Pentágono, el Departamento de Estado y su propio análisis. Y Sununu remata, antes de las 8. 15, con una tercera sesión informativa.

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Esta primera semana ha servido también para señalar una diferencia con Reagan que, aunque de matiz todavía, puede ser importante. Scowcroft, el coordinador de la política exterior y de seguridad nacional, un alumno de Henry Kissinger, decía en público lo que tenía filtrando en privado desde hacía semanas. La guerra fría no ha concluido. Lo de Gorbachov no está nada claro y debemos ser precavidos. Lo mismo que días anteriores James Baker, el nuevo secretario de Estado. "Prudencia y mucho realismo" con Moscú. Y John Tower, en las audiencias de confirmación como secretario de Defensa, remachaba el jueves. Sólo hay un deshielo en la guerra fría, y no confundamos los deseos con las realidades. Y el propio Bush, que viajará a China a finales de febrero, aprovechando los funerales de Hirohito (antes realizará una obligada visita de cortesía al vecino Canadá y recibirá, el día 1, al primer ministro japonés, Noboru Takeshita, en Washington, señalando la importancia de la relación con Tokio), remachaba la misma idea.

"No creo que tenga que responder, personalmente, al llamado reto de Gorbachov", decía el presidente a Time. "Creo que si cometemos el error de evaluar nuestras relaciones con la URSS en términos de personalidad [otra bomba contra la línea de flotación de la diplomacia de Reagan] lo lamentaremos. Hay que realizar un análisis de las intenciones soviéticas más amplio, que trascienda a un individuo".

También se han visto esta primera semana atisbos significativos que prueban la entrada en a etapa de mayor realismo político. Lo que un analista ha calificado de "la prudente retirada de promesas que no puede cumplir". Bush ha hablado de que "tenemos más voluntad que cartera", y concedió el viernes que no hay dinero para luchar agresivamente contra la droga. "El abrumador problema del déficit nos obligará a concentrar el esfuerzo en la educación para reducir el consumo, en vez de una guerra abierta en las fronteras de EE UU".

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