María Teresa León, nuestro último mito
Durante los 38 años que duró su exilio, María Teresa León peregrinó por todo el mundo lamentándose: "Estoy cansada de no saber dónde morirme". Y reclamaba: "Una patria, Señor, una patria pequeña, como un patio o como una grieta en un muro muy sólido. Una patria para reemplazar a la que me arrancaron del alma de un solo tirón". Pero cuando María Teresa recuperó su patria, el 28 de abril de 1977, había esperado tanto que seguía anclada a esa admirable diáspora que formaron las gentes de "la España peregrina" y del "paraíso perdido".María Teresa ha sido una de nuestras mujeres silenciadas por el franquismo. Esas mujeres que un día fueron la vanguardia que se atrevió a erosionar toda clase de convencionalismos y de atavismos esterilizadores. María Teresa, en un principio tuvo clara conciencia. Afirmó su derecho a ser reconocida como un ser consciente y responsable, capaz de asumir cualquier papel sin menoscabo de su personalidad ni de su condición de mujer.
María Teresa nació en Logroflo el 31 de octubre de 1903. Su infancia transcurrió en Madrid, en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús y en casa de sus tíos María Goyri y Ramón Meriéndez Pidal. Junto a la gran María Goyri aprendería los primeros romances. Antes de entrar en la adolescencia la familia se trasladó a Burgos. Fue una niña privilegiada de casa rica, hija de militar de alta graduación, pero en ella se sintió "inadaptada siempre".
Empezó a publicar artículos y cuentos, en sus años jóvenes, con el seudónimo Isabel Ingghirami, heroína d'annunziana, en el Diario de Burgos. En sus páginas, ante el escándalo de la pacata sociedad burgalesa, salió en defensa de una jovencísima sirvienta de su casa, la cual, abandonada por su novio, ahogó a su hijo, recién nacido, en la acequia del jardín. María Teresa, condenada a una comunidad que fomentaba la ignorancia y abocaba a las gentes incultas e inmaduras a la desesperación y al crimen.
Un nuevo traslado del padre la lleva a Barcelona, donde se casa, el 1 de noviembre de 1920. Y tiene su primer hijo, Gonzalo. Tras una honda crisis, el matrimonio se separa. Se reconcilian y se reúnen en Burgos, donde les nace su segundo hijo, Enrique, en 1925. Todo ello no impide que María Teresa escriba, dé conferencias y viaje. En 1929, en Burgos, aparece su primer libro, Cuentos para soñar. Este mismo año, en Madrid, en casa de amigos comunes, conoce a Rafael Alberti. El poeta evocará: "Surgió ante mí, rubia, hermosa, sólida y levantada, como la ola que una mar imprevista me arrojara de un golpe contra el pecho". Ya no se van a separar. Desde un principio, la unión de María Teresa y Alberti está bajo el signo de una prolija y dilatada singladura cultural y política. Alberti reconocerá: "María Teresa es mi vida. Ha significado todo... Juntos hemos caminado en todos los órdenes".
En 1932, al año de proclamarse la II República, la Junta para Ampliación de Estudios pensiona a María Teresa y a Rafael para estudiar el movimiento teatral europeo. Los Alberti viajan a Berlín, a la Unión Soviética, Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda. En Arristerdam asisten al primer congreso mundial de la paz. Luego regresan a París y poco después llegan a Madrid.
En 1933 fundan la revista Octubre, que será el portavoz de los "escritores y artistas revolucionarios". En 1934 realizan un segundo viaje a Moscú, para asistir al primer congreso de escritores soviéticos, donde conocen a Máximo Gorki, André MaIraux, a Piscator, entre otros.
En octubre de 1934 estalla la revolución de octubre y los Alberti no pueden regresar a España. Es su primer exilio, que pasarán en París. Viajan a Estados Unidos para informar a la opinión pública sobre los acontecimientos de España. Y dan recitales para recoger fondos con destino a Socorro Rojo Internacional. En México permanecen cerca de un año. A finales de 1935 vuelven a París y entran en España para intervenir activamente en la campaña en pro del Frente Popular. La sublevación militar del 18 de julio de 1936 los sorprende en Ibiza.
La Alianza de Escritores y Artistas Antifascistas se instaló en el palacio de] marqués de Heredia Spínola. Durante cerca de tres años, y mientras duró la resistencia de Madrid, aquel palacio fue el escenario por el que se movió María Teresa. Allí se organizó el Teatro de Arte y Propaganda y poco después la guerrilla del teatro en honor al Ejército popular. Con el pintor Timoteo Pérez Rubio, el escultor Jaime Ferrán, el cartelista José Reanu y Alberti, María Teresa participó activamente en el salvamento y la evacuación del patrimonio artístico nacional, en noviembre de 1936, durante el asedio de Madrid por las tropas franquistas.
Romances
El uniforme de las milicias populares inspiró a José Bergamín la revista El Mono Azul. "Nada más iniciarla", escribió María Teresa León, "comenzaron a publicar en sus hojas romances, pues el romance es la forma popular de la poesía española y excelente para contar un suceso...". Muchos de aquellos romances venían de los frentes de guerra, escritos por los soldados de las trincheras. Con ellos y escritos de militantes de la Alianza se confeccionaría el Romancero de la guerra civil, que dedicaron a García Lorca.
María Teresa es, con Pasionaria, una de las mujeres más comprometidas y populares de nuestra guerra. Embutida en su mono de miliciana y su simbólica pistola al cinto, recorrió los frentes recitando, declamando, dirigiendo teatro, dando mítines. Antonio Machado la vio así: "Rafael Alberti, acompañado de su brava esposa María Teresa, va por los frentes de batalla". María Teresa, en esa insuperable crónica del recuerdo que es su libro Memoria de la melancolía, que todos debiéramos conocer, dice: "Lo he contado muchas veces... Pero yo sigo porque es el regreso de la felicidad, que dura un instante... Nuestros guerrilleros eran soldados. Todos éramos soldados. Teníamos nuestra ración de pan. ¡Pan cuando Madrid apenas comía.' Y cantábamos: 'En una choza de la sierra/ está el batallón alpino, donde a la hora de comer... todos se tocan el pi, pi, pi, pi". María Teresa es una de nuestras gran es esc toras desconocidas en su país. Su prosa es espléndida, tersa, fluida, luminosa, y su obra abarca todos los géneros literarios: poesía, cuentos, novelas, biografias, viajes, periodismo, teatro, guiones de radio, de cine y televisión, algunas escritas en colaboración con Alberti.
La vida apasionante de María Teresa se ha mantenido, durante su larga y fecunda peregrinación, en una constante creación, bajo ese signo de los bienaventurados que se llevaron a cuestas la dulce carga del recuerdo de España, los que salvaron "la palabra más alta de nuestro idioma... Por la que el español ha muerto tantas veces, esa ¡libertad! que no alcanzaremos nunca". Son palabras de María Teresa León.
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