Lana Turner, heroína de Chejov
El 4 de abril de 1958, Viernes Santo, moría acuchillado el amante de Lana Turner, Johnny Stompanato. El lugar del crimen era la m ansión, de estilo colonial, que la lactriz poseía en Beverly Hills, y la mano que empuñó el cuchillo la de su hija Cheryl. Al menos esa fue la versión oficial, aunque las inclinaciones sadomasoquistas de la estrella y su gigoló permiten aventurar otras hipótesis.Treinta años después Cheryl y Lana son Mia Farrow y Elaine Stritch que se reunen en su confortable casa de Nueva Inglaterra acompañadas de sus amores, admiradores y amigos. La muerte de Stompanato pesa sobre ellas dos y sobre su relación. Para la hija equivale a un pecado original y la causa primera de su permanente inseguridad, para la madre es un hecho que enturbia su prosaico sentido común, de pronto amenazado y egoísta.
September
Director guionista: Woody Allen. Intérpretes: Denholm Elliott, Mia Farrow, Elaine Stritch, Jack Warden y Sam Waterston. Fotografía: Carlo di Palma. Dirección artística: Santo Loquasto. Estreno en cines: Madrid y Rosales (V. O.).
El conflicto que Woody Allen se propone hacer estallar en September es este, el de una hija que siempre se siente instrumentalizada. Su actual amor -Sam Waterston- no la ama y su amiga del alma precisamente, aunque sea casi sin querer, seduce al hombre que ella deseaba, hecho que viene a ratificar los fundamentos de sus eternas dudas. Que la desee Denholm Elliott no la tranquiliza, porque la suya no es la mirada que puede reconciliarla con su cuerpo, sus miedos y su historia.
Obsesiones
September tiene muchas cosas en común con Interiores, con el Allen serio, que renuncia a intervenir como actor, que renuncia al humor -o casi- y pone en primer término sus obsesiones más o menos metafísicas. Mia Farrow es su alter ego en la ficción pero no es ella quien pronuncia comentarios sarcásticos o ridiculiza el narcisismo analítico confrontándolo a la trivialidad cotidiana. Este privilegio recae en Lana-Elaine, lo que delimita perfectamente el alcance de la comicidad de este Allen.La película respeta las tres unidades y busca un tempo chejoviano, una acción inexistente sustituida por crónica de unos estados de ánimo y por la pintura de una atmósfera. El resultado es un filme que, queriendo ser sincero, sabe a falso. Allen filma con elegancia, los actores son magníficos, el acabado técnico espléndido, pero los personajes, el texto que ha de sostenerles, no.
El amor entre Dianne Weist y Sam Waterston se expresa cada vez de la misma forma, a través de secuencias repetitivas, aisladamente buenas pero redundantes. Y lo mismo hay que decir de los piques entre Lana y Cheryl hasta que el conflicto edipiano explicita sus motivos.
La obra de Woody Allen es muy irregular. Sus primeras películas contenían buenos gags aunque pecaban de una realización patosa. Luego, a partir de Annie Hall, el cineasta descubrió que existía otro lenguaje que el puramente verbal. Ha dirigido filmes excelentes, como Zelig o Stardust memories, otros habilísimos como Manhattan mientras que unos terceros no pasan de ser unas buenas ideas poco trabajadas, como Radio days.
Interiores, September y, parece, que la recién acabada Another woman, son homenajes o involuntarias parodias de la obra de los autores que Alien admira. Y la verdad es que, si uno ya acepta con dificultades a un científico-filósofo enamorado de Turner, el matrimonio de esta con Chejov es contra natura, sobre todo si se piensa que la angustia vital de la actriz se resolvía con los célebres 30 centímetros de vitalidad de los que tanto se vanagloriaba Stompanato.
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