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Tensiones sindicales amenazan la temporada de la Scala de Milán

Una tregua de última hora permitió ayer el estreno de 'Guillermo Tell'

El teatro de la Scala de Milán inauguró ayer, día de San Ambrosio, patrón de Milán, su temporada lírica. Lo que desde hace 37 temporadas no constituye una novedad especial, más allá de las polémicas y filtraciones que siempre han rodeado la apertura del ciclo, este año se ha convertido en un auténtico acontecimiento que ha merecido primeras páginas en la Prensa italiana: la amenaza de suspensión por problemas sindicales. De momento se ha llegado a una tregua, la de San Ambrosio.

Los problemas que han afectado a. la Scala son de orden económico, y los que se consideran perjudicados, el coro y el cuerpo de baile, que se oponen a un trato considerado discriminatorio en relación con el que se da a los miembros de la orquesta. Los sindicatos CGIL-CISL-UIL firmaron unitariamente el pasado 29 de noviembre un principio de acuerdo con la dirección de la empresa que preveía un aumento bruto de 1.998.000 liras (unas 175.000 pesetas) para los instrumentistas de primer nivel y de 11.598.000 (140.000 pesetas aproximadamente) para los de segundo.Sensiblemente inferiores fueron los aumentos que el acuerdo preveía para los coristas y los bailarines. En el primer caso, los aumentos oscilaban, según las difirentes categorías, entre las 760.000 liras (unas 65.000 pesetas) y 576.000 (50.000 pesetas). Por lo que se refiere al cuerpo de baile las cifran se situaban entre 580.000 liras (algo más de 50.000 pesetas) y las 243.000 (unas 20.000 pesetas).

El sábado por la mañana coro y bailarines habían decidido ir a la huelga e impedir la inauguración hasta que sus reivindicaciones no hubieran sido atendidas. Mientras tanto el director titular de la orquesta, Riccardo Muti, avisaba que, de no llegarse a un acuerdo rápido ese mismo día, ya no quedaba tiempo material para montar el Guillermo Tell de Rossini, escogido para abrir la presente temporada: el maestro necesitaba aún dos ensayos pre-generales y uno general, que finalmente tuvieron lugar entre el domingo y el lunes.

El acuerdo llegó el mismo sábado por la noche, pero sólo para dar luz verde a la inauguración. A última hora los representantes del coro y del cuerpo de baile y el director general de la Scala, el socialista Carlo Maria Badini, introdujeron una cláusula en el principio de acuerdo por el que la propuesta se someterá a reférendum, previsto para el próximo día 13. Cuando ya expiraba el plazo dado por Muti, empezaron los ensayos y ayer el telón se levantó con puntualidad. San Ambrosio quiso el milagro.

Acuerdo

Pese a este acuerdo, que ha puesto en peligro hasta el último momento la inauguración, nadie duda de que los problemas políticos que afectan al primer teatro lírico de Italia han quedado por resolver. En primer lugar el episodio ha demostrado que el poder de los sindicatos se ha fragmentado en una serie de reivindicaciones corporativas, enfrentando a los diferentes colectivos que trabajan en el mismo teatro. En este caso parece que la dirección ha sabido mantenerse inflexible ante las presiones y de momento se ha salido con la suya, pero los comentarios aparecidos en la Prensa de estos días señalan que los problemas de ahora ya se habían presentado durante el pasado verano, cuando las masas estables de la Scala realizaron una gira por Extremo Oriente, sin que en ese momento nadie se tomara las reivindicaciones en serio Por otra parte, las intrigas siguen dividiendo a los primeros responsables del teatro. Desde que Muti fue nombrado, en sustitución de Claudio Abbado, como responsable de la orquesta no han faltado fricciones con Cesare Mazzonis, el director artístico que de momento ha sido confirmado en el cargo sólo hasta el próximo mes de julio, cuando sabido es que un teatro de ópera está obligado a programar con varias temporadas de antelación. Carlo Maria Badini ha salido fortalecido de este conflicto, por lo que probablemente seguirá como director general, aunque desde hace algún tiempo se rumorea que su partido piensa reclamarle para desarrollar tareas parlamentarlas, colocando en su lugar al director general del Teatro Comunal de Bolonia, Carlo Fontana.

Compromiso de calidad

Durante casi 200 años, la Scala, con casi todos los demás teatros italianos, solía inaugurar su temporada el 26 de diciembre, recordando la fecha que en el siglo XVII señalaba el inicio de la época de carnaval y de los ciclos de, espectáculos con él relacionados. El teatro La Fenice de Venecia y el de Parma mantenían aún hace algún tiempo esta tradición, pero la Scala se desmarcó hace 37 años con unas Vespri siciliani de Verdi, dirigidas por Víctor de Sábata y con Maria Callas como intérprete principal, que oficializó el 7 de diciembre, día de San Ambrosio, patrón de Milán. Desde entonces se ha mantenido la fecha, pese a los numerosos conflictos, tan propios de los medios operísticos.

Para los sacerdotes milaneses del género lírico, los puros, el 7 de diciembre se ha transformado en una gran fiesta pagana, un desfile del poder económico y político vestido con sus más deslumbrantes prendas. Y si no dejan de tener buena parte de razón, también es verdad que el día se ha convertido para muchos en el momento de apego a una tradición inaugurada por Toscanini en 1946, cuando el teatro resurgió de sus propias cenizas bélicas; un momento en que, por encima de todo, priva el deseo de perfección del espectáculo, el compromiso con el genero.

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