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CITA EN NUEVA YORK

Las tentaciones del zar

El líder soviético, dispuesto a dejarse seducir por los encantos de la ciudad de los rascacielos

Francisco G. Basterra

Mijail Gorbachov, el nuevo zar rojo, no sólo no quiere enterrar al capitalismo sino que está dispuesto a beberse, en 72 horas de estancia en la meca del dinero y la libre empresa, todo lo que pueda ofrecerle Nueva York. Sólo ha dicho que no a una proyectada visita a un apartamento de 19 millones de dólares, con piscina incluida, en la Quinta Avenida. Han pasado 28 años desde que un patán campesino llamado Nikita Jruschov pegara un zapatazo en las Naciones Unidas y escribiera luego en sus memorias que "mi única impresión de Nueva York fue la de una enorme y ruidosa ciudad con gran cantidad de letreros de neón y automóviles, con humos de sus escapes que ahogaban a la gente". Pero parece que haya sido un siglo.

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Gorbachov, bautizado ya como Gorby por los neoyorquinos, que viven tan rápido que no tienen tiempo para un nombre tan largo, se ha quitado las orejeras ideológicas de otros líderes del Kremlin y viaja al corazón del adversario acompañado por una esposa, Raisa, refinada y que no teme darle juego a su tarjeta de crédito American Express. Una vez que ha declarado que la lucha de clases es una cosa del pasado, todo vale.Porque de lo que se trata, en la estrategia de este mago de la propaganda y de la imagen, no es sólo de exponer la visión de su "nuevo mundo" ante las Naciones Unidas hoy a las once de la mañana. Esto sólo es una excusa perfecta para cultivar a la opinión pública norteamericana, a la que ya deslumbró el pasado año en su visita a Washington, que ya casi no cree que el peligro venga del Este. Y además de hacer turismo, tendrá tiempo para recibir a banqueros, intelectuales y artistas, que Nueva York concentra en mayor medida que ninguna otra ciudad del mundo. Todo este esfuerzo es pequeño si sirve a la perestroika, necesitada de créditos convertibles, tecnología y una situación internacional estable y predecible.

Lo primero que hizo Gorbachov tras llegar ayer tarde al aeropuerto Kennedy fue irse a descansar al edificio de ladrillo blanco, de 12 pisos, sede de la misión de la URSS ante las Naciones Unidas, en la calle 67 de Manhattan, que le servirá de hotel hasta el viernes, cuando volará a Cuba. Y provocar lo que ya ha sido bautizado como gorbyatasco.

Gorby es ya el Santa Claus rojo en una ciudad inmersa en la orgía de consumo navideña. Bloomingdale's, un Corte Inglés un poco más lujoso, y el más tradicional y modesto Macy's, están peleando por tener hoy o mañana entre sus clientas a Raisa Gorbachov. La Embajada soviética ha hablado con los dos almacenes por si acaso la ex profesora de marxismo que aprecia las pieles, los perfumes y los brillantes, decide darse una vuelta y ver con sus ojos por qué este país es el más endeudado del mundo.

Raisa volverá a enfrentarse este mediodía, por última vez, con su rival Nancy Reagan, que ha dicho que no tiene tiempo en su agenda para acompañarla por Manhattan. El esperado encuentro -todos los anteriores entre las primeras damas se saldaron con peleas visibles, egos frustrados y gestos descorteses- tendrá lugar en una comida que Marcela Pérez de Cuéllar, una elegante peruana esposa del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, les ofrecerá en su lujosa residencia, frente al East River, de Sutton Place.

'Nyet' a Trump

Gorbachov ha dicho a última hora nyet a la invitación del magnate Donald Trump, la quintaesencia del capitalismo, para visitar el edificio más lujoso del mundo. Este tiburón de la especulación inmobiliaria, de 42 años, es el dueño de la Torre Trump, 68 pisos y un atrio de mármol rosa que aloja a Cartier y a algunas de las tiendas más lujosas de Nueva York. Trump, que advierte que "nuestras filosofías son muy diferentes" pero que está en tratos para construir un hotel de lujo en Moscú, se ofreció a mostrar a los Gorbachov su oficina sobre el Central Park, y algún apartamento de lujo. Pero al campeón de la glasnost le ha parecido demasiado. En la torre, en la Quinta Avenida, residen Steven Spielberg y Andrew Lloyd Weber.

Los vagabundos ya han protestado, y en un intento de que el líder soviético vea también la cara fea del capitalismo, han invitado a Gorby a visitarlos en una cocina popular, pero no se cree que el dirigente comunista realice ese gesto.

Después del almuerzo de hoy con Reagan y Bush en la Isla del Gobernador, frente a Manhattan, propiedad del Servicio de Guardacostas, donde viven 750 familias, los Gorbachov visitarán el Metropolitan Museum Of Art, el mayor de Estados Unidos.

Gorbachov asistirá a una recepción esta noche en la sede de la ONU, a la que acudirá el alcalde de la ciudad, el pintoresco Edward Koch, que le ha invitado a ver el Nueva York "real", un restaurante en Chinatown o uno italiano en Astoria. Koch asegura que Gorby, después de paladear la Gran Manzana, pedirá asilo en Estados Unidos. "Estoy dispuesto a llevarle a los barrios más pobres; nuestro suburbios siguen siendo mejores que los suyos" , dice Koch.

Mañana jueves, los Gorbachov recorrerán una exposición comercial soviética en el centro de convenciones Javits, y luego harán turismo a 60 millas por hora. Mijail querría visitar la Bolsa en Wall Street, el centro nervioso del capitalismo, pero parece que finalmente no lo hará. Sí descenderá hasta la punta de Manhattan para ver las torres, el rascacielos más alto de la ciudad, del World Trade Center, y la estatua de la Libertad desde Battery Park. Y desfilará por Broadway, Times Square, donde podrá ver los anuncios de los últimos musicales -se ha especulado con su asistencia a una función de Cats o de Los miserables- y de la porno a 25 centavos. Y si se fijan, sobre las salidas de aire caliente, verán tumbados a los vagabundos sin hogar.

Por la tarde, Gorbachov recibirá a la viuda de John Kennedy, Jacqueline, y sus hijos Caroline y John, para, oficialmente, recordar el 25º aniversario de la firma del tratado de prohibición de pruebas nucleares. Pero lo que busca es una foto con la familia más popular de Estados Unidos.

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