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RELEVO EN LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

Los académicos eligen hoy nuevo director

La escasez de recursos económicos, principal problema de la institución

A los 275 años de su fundación, la Real Academia Española parece respirar aires de renovación, después de algunas décadas de asfixia económica. Durante todo este tiempo, la institución se ha mantenido con el exiguo presupuesto que le otorga el Ministerio de Educación y el producto de la venta de sus publicaciones. Desde hace cuatro años se creó la Asociación de Amigos de la Real Academia, que ha solucionado en parte la situación. Esta tarde, la Real Academia Española elige a un nuevo director, que tendrá que encarar con pragmatismo el problema de la escasez de recursos.

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Nadie ha esperado nunca que los investigadores, científicos y sabios fuesen los mejores administradores, y posiblemente uno de los problemas que afronta la Real Academia Española sea ese. Dos siglos y tres cuartos de reuniones semanales para discutir cada una de las palabras de nuestro idioma no han dejado mucho lugar a charlas sobre una gestión que pudiera rendir la mayor cantidad posible de utilidades. Los académicos no piensan en ganar dinero, sino en su responsabilidad frente al idioma. Como ejemplo se tiene que el director de la Academia recibe un sueldo de 93 pesetas al trimestre. Pero los tiempos cambian, y parece haber llegado el momento de plantar cara a los problemas económicos con una actitud pragmática.Pedro Laín Entralgo, que presidió la institución desde 1982 hasta 1987, opina que lo que concede el Estado a la Academia es muy poco. "Hace dos semanas nos reunimos con los ministros de Educación y Cultura, y ambos se mostraron muy abiertos a conceder mayor atención a la Academia. Si esto se concreta, la institución entrará en una etapa francamente nueva". El presupuesto de 1987 fue de 34 millones.

En 1984 se creó la Asociación de Amigos de la Real Academia, que reúne hoy a cerca de 200 socios. Está presidida por Mariano Rubio, como gobernador del Banco de España, y la integran grupos financieros, bancos, cajas de ahorro, empresas privadas, intelectuales y personas comunes. Entre los miembros de la asociación figuran todos los principales bancos y empresas como Coca-Cola, Tabacalera y El Corte Inglés. Hasta un octogenario asiduo del café Gijón que aporta 10.000 pesetas.

Entre las grandes empresas, una veintena ha dado cinco millones cada una para la elaboración de una nueva edición del diccionario usual para 1992. Carlos Abella, secretario ejecutivo de la asociación, explica que ésta actúa con objetivos muy concretos y plazos fijos. "El primer objetivo de la asociación fue la microfilmación de los 11 millones de fichas acumuladas durante casi tres siglos en la Academia, y se ha cumplido. Ahora continúa el trabajo de actualización". Este trabajo, que incluye también 200 libros, ha sido financiado por la Asociación de Amigos de la Academia, y ha supuesto un gran alivio para los academicos, ya que la microfilmación de los 11 millones de fichas, un tesoro incalculable para filólogos, supone no sólo una garantía para su conservación sino también una gran ventaja a la hora de su utilización.

"El segundo objetivo", prosigue Carlos Abella, "es el de una nueva edición del diccionario usual para 1992. Se ha reunido ya el dinero necesario para este proyecto, y está en marcha". Éste será una versión ampliada y actualizada de la edición de 1984. En él aparecerá, como novedad, una tabla gratulatoria, en la que se consignarán los nombres de los patrocinadores con sus logotipos.

Postergado

El hijo abandonado de la Academia parece ser, desde siempre, el diccionario histórico, aunque es considerado el de mayor altura científica y "la gala de la Academia", según Laín Entralgo. En él se hace la historia de cada palabra en la evolución de su significado. Se empezó en 1914 y se interrumpió en 1936, para reanudarse 10 años después. Actualmente van por la letra A, aproximadamente en la palabra apertura. Solo la letra A ocupa 23 páginas; como promedio cada página del diccionario usual se extiende a casi 30 del histórico. Manuel Seco preside la comisión del diccionario histórico. "El diccionario se ha hecho muy lentamente por falta de medios y, como consecuencia, de personal. Este año hemos recibido una ayuda de la Secretaria de Estado de Universidades e Investigación que nos ha permitido contratar a siete colaboradoras. Trabajan en este proyecto 21 personas, pero necesitaríamos casi 10 veces más para terminarlo en un plazo razonable".

Hermetismo

La Real Academia Española elige esta tarde un nuevo director, y, como de costumbre en estos casos, hay entre los académicos un hermetismo total alrededor del asunto. Según los estatutos, todos los académicos menores de 78 años que hayan leído su discurso de ingreso y hayan asistido por lo menos a seis sesiones durante el año pasado pueden ser candidatos. Queda excluido el secretario perpetuo, Alonso Zamora Vicente. "No hay candidatos, y no se hace ningún tipo de campaña para la dirección de la Academia", dice Zamora Vicente. "Sólo pueden votar los que asistan personalmente a la votación".Sin embargo, se habla en círculos cercanos a la Academia de tres candidatos con mayores probabilidades. Fernando Lázaro Carreter (65 años), Manuel Alvar (65) y Angel Martín Municio (64), que es también director de la Academia de Ciencias Exactas, se perfilan como los favoritos.

Desde la dimisión de Pedro Laín Entralgo, hace un año, estuvo al frente de la Academia Rafael Lapesa, que no podrá ser reelegido por razones de edad. "Este año de gestión ha sido para mí muy grato porque me he encontrado con un ambiente de comprensión, colaboración y armonía entre los miembros", dice Lapesa.

"Han quedado proyectos y necesidades pendientes de cumplimiento debido a la escasez de recursos. Hemos planteado ya este problema al Gobierno, esperando que se resuelva, y hemos encontrado palabras alentadoras, que esperamos se cumplan".

El nuevo director será el número 27 desde la fundación de esta institución en 1713 y es la más antigua de las ocho reales academias que existen en España. El primero de ellos fue el fundador, Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, y el que más tiempo permaneció en el cargo fue el poeta Dámaso Alonso que presdió la Academia desde 1968 hasta 1982, en que se retiró.

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