La batalla de Biurrun

La batalla de Biurrun, una localidad navarra situada en el valle de Valdizarbe, es uno de los conflictos más largos y penosos de los protagonizados en España por la asociación de El Patriarca. El pueblo, que cuenta con un censo de 150 habitantes, acogió a la comunidad terapéutica en 1984, pero pronto se desencadenó entre los vecinos y los toxicómanos un enfrentamiento abierto por el uso del agua pública. Las manifestaciones protagonizadas por los drogadictos se sucedieron y se enfrentaron a las de los vecinos, viéndose obligada a actuar con contundencia la Guardia Civil. Las primeras autoridades provinciales tuvieron que intervenir como mediadoras en el problema.El Patriarca, que había convertido a Biurrun en sede de la asociación nacional y en una de las comunidades terapéuticas más prósperas de la red, llegando a albergar a 200 pacientes, tuvo que entornar sus puertas. La asociación optó por trasladar a los pacientes a otras comunidades y convertir la sede de Biurrun en un almacén. Hoy en esta comunidad apenas hay 20 personas.Biurrun no es un caso aislado. El gran escándalo llegó en 1985, en Suiza, donde los responsables autóctonos de El Patriarca se escindieron del núcleo capitaneado por el fundador. Denunciaron las fórmulas supuestamente despóticas y sectarias de la organización y emprendieron acciones judiciales contra los seguidores de Lucien, que actuaron con dureza contra los disidentes, provocando incluso lesiones físicas. La autoridades suizas prohibieron la entrada de Engelmajer en el país. El conflicto suizo tendría su eco en Bélgica donde se abriría un procedimiento judicial contra El Patriarca por violación de las leyes.

En Cataluña una polémica similar surgió por parte de un grupo de ex directivos de la asociación. Se acusó a El Patriarca de graves irregularidades, se presentaron denuncias ante el juzgado, y aunque fueron posteriormente archivadas, se entabló una discusión institucional y pública, sobre los métodos utilizados por la asociación en el tratamiento de los toxicómanos. El debate aún continúa.