No musulmanes, abstenerse
La República Islámica de la Tierra de los Puros, con cerca de 110 millones de habitantes, es el tercer país mayoritariamente musulmán más poblado de la tierra, tras de Indonesia y Bangladesh. De su población, el 80% se compone de suníes y casi el 20% restante shiíes, con cifras insigniricantes para otros credos religiosos. Nacido en 1947 de la trágica y dolorosa partición del subcontinente indostánico, Pakistán sufrió en 1971 la desmembración de su parte oriental (ahora Bangladesh), tras una sangrienta guerra con su adversario histórico, el vecino Estado de la India. Sus 796.000 kilómetros cuadrados están divididos en cuatro provincias según una estructura federal: Beluchistán, NWFP (Provincia Fronteriza del Noroeste), Punjab, y Sind, además de los territorios del norte de Gilgil-Hun-za, Baltistán y la zona aún en disputa con India de Jarnu y Cachemira.Aunque Beluchistán tiene un área de casi la mitad de todo Pakistán, está muy poco poblada debido a sus desiertos y montañas. Por el contrario, Punjab (la tierra de los cinco ríos) alberga el 53% de la población, y es la más rica desde el punto de vista agrícola e industrial, así como sede de la capital, Islamabad. Esta ciudad fue fundada en 1961 según un diseño de Le Corbusier, para aliviar la presión administrativa y demográfica sobre Rawalpindi, de la que es una especie de prolongación geográfica.
Junto a punjabíes, beluchistanos y sindis, se hallan los llamados mohajir, nombre que se aplica a los pakistaníes emigrados de la India y a sus descendientes, en su gran mayoría de lengua urdu, la oficial del país, y los patanes, una de las principales etnias del vecino Afganistán, cuya lengua es el pushtu. El resto de la población está formado por numerosas y minoritarias tribus de origen caucásico, mongol y ario.
Militarismo
La corta historia de Pakistán ha estado dominada por un militarismo intransigente que no ha dudado en hacerse repetidamente con el poder ante lo que con frecuencia ha considerado amenaza para la integridad nacional.Corrupción, mala administración y nepotismo han sido las características fundamentales de sus gobiernos, tanto civiles como militares. Con tres guerras a sus espaldas contra el gigante indio, Pakistán se convirtió en uno de los peones estratégicos de la defensa adelantada de Estados Unidos en las fronteras con el mundo comunista, tras la revolución iraní en 1979 y la invasión soviética de Afganistán ese mismo año, naciones con las que comparte largas fronteras.
Aliado incondicional de Washington -tan sólo se ha apartado de la línea norteamericana en la adquisición de tecnología nuclear-, Pakistán da cobijo y apoyo militar a tres millones de refugiados afganos y los líderes de la guerrilla islámica anticomunista integrados en la Alianza muyahidin. Sus tormentosas relaciones con la India han convertido al país en un estrecho aliado de la República Popular de China que ha buscado en Islamabad una compensación estratégica a su enfrentamiento con Delhi.
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