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ESCRIBIR TEATRO EN ESPAÑA

El dramaturgo como resistente

Seis autores reflexionan sobre la dificultad de estrenar sus obras

José Sanchis Sinisterra, de 48 años, y Ana Diosdado, de 45, son los autores más jóvenes de la cartelera teatral de Madrid. De 19 teatros ocho presentan obras de autores españoles vivos: además de los citados, Santiago Moncada, Rafael Alberti y Antonio Gala. Los teatros nacionales y los de empresa privada apuestan por lo seguro. El estreno, la pasada temporada, de Alesio, de Ignacio García May, en el Centro Dramático Nacional, fue una excepción. La obra había recibido el Premio Tirso de Molina. Seis autores reflexionan sobre lo difícil que es estrenar y resistir en el teatro.

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La última edición del Anuario teatral, editado por el Centro de Documentación Teatral, correspondiente a 1987, reseña el estreno de más de 150 obras de autores españoles vivos, pero el dato no es un índice de salud, sino de reducción al absurdo de un arte que apenas despierta interés social. Los teatros nacionales y los de empresa privada buscan, en general, unas garantías de rentabilidad cultural o económica que los nuevos autores no pueden, en teoría, garantizar. De sorprendente cabe calificar el éxito de montajes que no parecían reunir las condiciones previas: La taberna fantástica, de Alfonso Sastre, hace varias temporadas, o Ay, Carmela, de Sanchis Sinisterra.Fermín Cabal (León, 1948), de quien se recuerdan obras que alcanzaron el éxito, como Esta noche, gran velada, se ha ido desvinculando del teatro: "Hace tiempo que no hago nada de teatro. Me he ido orientando hacia el trabajo de guiones y profesionalmente me va bien. Mi apartamiento de la escena tiene que ver con lo difícil que es el teatro. Es mucho más difícil escribir teatro. Cuando tienes 20, 25 o 30 años tienes más energías, te compensa más. Pero con el tiempo te das cuenta de que te deja de compensar. Las satisfacciones que te da el teatro son muy pequeñas comparadas con las que te cuesta. Si no te planteas al menos un trabajo artístico, puedes hacer las sinvergonzadas de firmar adaptaciones de obras del Siglo de Oro, como hacen muchos'.

Ignacio del Moral (San Sebastián, 1957), autor de numerosos textos estrenados por compañías independientes, se declara ajeno al coro de las lamentaciones del teatro. Creo que la escritura teatral tiene algo de oficio y de arte, el autor tiene que pensar en la utilidad. Yo siempre he escrito muy cerca de grupos y de actores. Casi siempre he trabajado cerca del estreno. Es el caso del autor tradicional, de Shakespeare o de Moliére, que escribían para una compañía". "Para mí", señala del Moral, "ha sido gratificante el trabajar casi siempre por encargo, que, pese a lo que pueda parecer, permite unos márgenes de libertad muy amplios". Del Moral, que acaba de recibir un premio del Cabildo Insular Canario por su obra Días de calor, reconoce que es un hecho real la dificultad de estrenar, "pero no cabe la lamentación. Muchas veces, el autor joven tiene a gala no escribir para el público. No puede pretender después que la gente se pegue por encontrar una butaca".

Del Moral no comparte la visión ultraliberal de que el teatro no perciba subvenciones. "El teatro está subvencionado porque de otra forma no podría vivir pero hay que esperar que encuentre su relación con la sociedad".

José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942), que alcanzó un gran éxito con Bajarse al moro, estrena el próximo viernes en Alicante su nueva obra, Pares y Nines. Acaba de presentar Pen tación, una productora para realizar nuevos espectáculos, con el director Gerardo Malla, el actor Rafael Álvarez, El Brujo, y Marga Piñero y Tato Cabal. "Nos hemos juntado para tratar de poner los medios para hacer teatro en unas condiciones adecuadas. Mi impresión, después de llevar 25 años en el teatro, es que a las dificultades lógicas de un traba o artístico que es duro se añade una especie de carrera de obstáculos".

Ignacio García May (Madrid 1965), ganador del Premio Tirso de Molina con la obra Alesio, ha dirigido con su compañía Teatro del Espejo su nueva obra, Hamlet. Dice que para estrenar todos tienen problemas. "Los problemas los conocemos todos. últimamente estoy pensando, después de tantos años de andar con los clásicos a vueltas, que tenemos que hablarle a la gente de lo suyo. Hemos truncado la evolución lógica en vez de construir encima. Aquí se suelen hacer cosas nuevas cuando se es joven y cuando están situados se ponen a hacer clásicos, cuando debería ser al revés: empezar por los clásicos y después hacer cosas nuevas. La situación real es la de siempre, la que ya conocemos. No es que no me quiera quejar, creo que como ya nos hemos quejado bastante ahora llega el momento de la acción. El teatro español es como un país después de la guerra, y ante ese país están los que se quejan y lloran y los que se ponen a hacer".

Alfonso Plou. (Zaragoza, 1964), ganó el premio de teatro Marqués de Bradomín con la obra Laberinto de cristal, estrenada en la madrileña sala Olimpia. Ahora, escribie un guión. "Actualmente, si consigues un premio igual te montan texto, o puedes montártelo por tu cuenta, pero las condiciones son malas. El teatro va a cambiar porque está en un agujero tan negro que cualquier cambio se tiene que notar. Eso se puede conseguir si los autores que hay se dedican a escribir sobre la sociedad actual".

Contra viento y marea

José Sanchis Sinisterra (Valencia, 1940) se ha mantenido siempre al margen de los circuitos normales. El éxito de Ay, Carmela, estrenada en el Festival de Otoño de Madrid, es una excepción. "El hecho de mantenerme al margen supongo que ha contribuido a mi actividad de escribir contra viento y marea. Yo escribo, dirijo y estoy vinculado al teatro y eso no se siente afectado por el éxito o el fracaso en el teatro. Es una dedicación exclusiva de la que veo dificil apearme. Desde hace 11 años, la mayor parte de lo que escribo está destinado a mi grupo, el Teatro Fronterizo. Por eso he podido contrastar lo que escribo con la puesta en escena".

Sanchis Sinisterra no vive de la escritura, sino de su trabajo como profesor en el Instituto del Teatro. "Eso me da libertad. Así puedo dedicarme a investigar y a plantearme problemas. No escribo en función de un éxito o de una acogida unánime; en cierto modo es una situación relativa de privilegio. La cantidad de esfuerzo que esto exige, y también de frustración, es grande. Cuando escribo no me planteo cómo lo hago o para quién lo hago, para qué empresario o compañía, sino en función de otro tipo de necesidades".

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