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Las autoridades soviéticas tienen miedo al 'destape'

Pilar Bonet

PILAR BONET, En la URSS está prohibido poner en cuestión el carácter socialista del sistema, informar con detalle de lo que sucede en otros países del bloque socialista y expresar dudas sobre la dirección del país, según manifiestó ayer Anatoli Streliany, un escritor y periodista soviético cuyo estado de ánimo está más determinado por "lo vetado" que por "lo permitido" hoy por hoy. Streliany tiene a veces la impresión de que la libertad de información y expresión planificada desde el poder ha "tocado techo" en la URSS y acusa a las autoridades soviéticas de intentar "erradicar con un denuedo provinciano" algo comparable al destape que se produjo en España tras la muerte de Franco

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Streliany, de 49 años, es uno de los pioneros en la publicación de artículos críticos en el terreno económico, no gusta de los "pasos paulatinos" a la hora de reformar el sistema, cree que hay que actuar de forma radical y "saltar el abismo de un solo salto" - El estado de precrisis en el que oficialmente se encontraba la sociedad soviética a la Regada de Gorbachov se ha revelado, a su juicio, insuficiente para ejecutar la reforma. Por eso, "solo nos queda esperar que se produzca una crisis".Las "crisis" que tanto temen las autoridades soviéticas a la hora de aflojar el control económico y social son un factor positivo de renovación, como a juicio de Streliany pone de manifiesto la crisis polaca.

En la URSS "no está permitido expresar en voz alta la esperanza de que surja una prensa de masas independiente y no es posible ni soñar en el pluripartidismo", señalaba el escritor en la ponencia que defendió el viernes en el simposium dedicado a la "perestroika" que concluye hoy en Barcelona.El simposium, que será clausurado hoy por el ministro de Exteriores español Francisco Fernández Ordoñez, ha sido organizado por el Institut d'Humanitats de Barcelona, la Fundación Pablo Iglesias y la Fundación CIDOB.

Una "prohibición especialmente severa" impide en la URSS expresar la "duda sobre la existencia de un programa de acción de nuestros dirigentes" o la sospecha de que, en lugar de una estrategia, exista solo una "táctica de,los pasos cortos en una dirección indeterminada", opina Streliany. "En cosas como la democratización es imposible pararse, por mucho que uno quiera. Uno va o adelante o hacia atrás, pero no puede mantenerse en el mismo sitio". Tales intentos se transforman en un "retroceso", señala. "No se puede discutir abiertamente con el periódico Pravda por ser este el órgano central del Partido, y tampoco se puede someter a crítica al Politburo".

Entre los temas que siguen siendo tabues está la publicación de obras de Alexandr Solzhenitsin, el escritor exiliado del que se habla cada vez más en la URSS en un contexto positivo sin que hasta ahora hayan llegado a reeditarse las obras que aparecieron antes de su exilio, como Un día en la vida de Ivan Denisovich, publicada en la revista Novi Mir en 1962, ni, mucho menos, las que se publicaron solo en el extranjero como Archipielago Gulag.

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Publicar a Soizbenitsin

Streliany, que ha tenido un cargo dirigente en la revista "Novi Mir", opina que la prohibición de publicar a Solzhenitsin sigue pendiente en la URS S, pese a las voces de euforia según las cuales un texto de este autor iba a ver la luz próximamente. "Solzhenitsin", nos dice, "es un un gran fenómeno artístico, al margen de sus puntos de vista políticos. En realidad no se trata de editarlo por primera vez, sino de reeditarlo, porque Solzhenitsín fue publicado en una edición restrin,gida para la dirección del Partido".

Streliany , un hombre delgado, de rostro vivo y ojos chispeantes, se altera al hablar de las ediciones de Solzhenitsin restringidas para la élite. "¿Por qué se considera que Mijail Suslov (el ideólogo del partido en época de Breznev) seguía siendo un fiel leninista y no se corrompia leyendo a Solzhenltsin y mi hermana Marusia, que fue ordeñadora de profesión, sí se corrompe al hacerlo". "En última instancia", dice, "se trata de una cuestión de democratización"." Si abolimos los privilegios, debemos abolir también el privilegio de la lectura de Solzhenitsin".

Streliany, que nació en un pueblecito de Ucrania llamado Staraiarabinaia, se siente atraído por el campo, tanto en su vida privada como en su obra. De joven, participó en la colonización de "Las tierras vírgenes" en la república asiática del Kazajstan.Se sentía parte de un colectivo de komsomoles Ouventudes comunistas) entusiastas que iban a poblar la zona en la segunda mitad de los años cincuenta.De aquel entusiasmo, que consumió cinco años de su vida, le queda hoy a Strefiany "el amor a la estepa", pero el tema rural que hoy le ocupa es otro, el hambre inducída en Ucrania durante la colectivización de los años treinta. Durante muchos años, Streliany ha estado recogiendo testimonios de aquella hambruna de forma casi clandestina en su pueblo."Para que las autoridades no se enteraran, cada vez que iba me limitaba a interrogar en una o a lo sumo dos casas distintas". Así ha reunido decenas de cintas en las que se recogen historias tan desgarradoras como las de sus dos primos, de seis y cinco años, que se despertaban dando manotazos y atormentados por el hambre que acabo matándoles. Los primos fueron enterrados en una fosa común cavada precisamente por el único individuo que tenía fuerzas en el pueblo."Era un hombre a quien se alimentaba especialmente con pan para que tuviera fuerzas para cavar la tierra"."Me interesa sobre todo el comportamiento humano en condiciones extremas", dice Strefiany.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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