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En Praga el viento sopla en sentido contrario

Durante estos días también el régimen de Praga se ha sacudido: son casi 200 las personas afectadas por los cambios decididos en la última reunión del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco. Éstos se han producido tanto en la cúpula del partido como en el Gobierno federal, e incluso en los Gobiernos nacionales. Siguiendo el ejemplo de Moscú se crearon 15 comisiones dentro del propio Comité Central. También el estilo de esta operación relámpago recuerda el blitz de Gorbachov de hace dos semanas en Moscú: una nueva reordenación de los cargos, el avance de algunos, la marginación de otros... Todo en un día, a propuesta del secretario general, y sólo bastaba con levantar la mano, sin alternativas para los candidatos, sin debate, sin el voto secreto tan recomendado en el período de la glasnot.Sin embargo, en Praga las cosas fueron más lejos. Las principales víctimas de los cambios -el primer ministro Strougal y su viceministro Colotka (presidente del Gobierno eslovaco), ambos miembros del Politburó- ni siquiera estaban presentes en la sesión del Comité Central. Habían caído en desgracia después de servir al régimen de la normalización durante los últimos 19 años.

Si bien la forma de la maniobra de Jakes recuerda la utilizada por Gorbachov hace unas semanas en Moscú, la dirección política de su acción va en sentido opuesto. Mientras en Moscú Gorbachov tenía necesidad de cambios personales para acelerar el proceso de democratización, en Praga el alejamiento de Strougal, Colotka, Chnotipek (ministro de Relaciones Exteriores), tienen como fin decapitar la tendencia -aunque muy tímida- que dentro del Comité Central quería seguir el ejemplo de Gorbachov y romper el estancamiento actual, que ya dura 19 años.

¿Cómo explicar esta manifestación de "valor político" y de autonomía de la URS S de un grupo dirigente que se distinguió durante todo el período de 19 años, especialmente en la época de Breznev, por un servilismo exagerado hacia Moscú?

Existen por lo menos tres razones. La primera es que Gorbachov concede a sus aliados una mayor autonomía y se niega a dictar las condiciones para realizar cambios dentro de los países del bloque. Segunda: Gorbachov está muy ocupado con la situación interna de la URSS, lejos aún de la estabilidad (y donde la lucha política continúa en la cúpula), estabilidad que necesita en los países del bloque y que, por el momento, el régimen de Jakes está en condiciones de garantizarle. Tercera: los dirigentes de Praga (y no sólo ellos) están convencidos de que Gorbachov se verá obligado a cambiar el rumbo, ya sea por las dificultades económicas y las tensiones nacionales dentro de la URSS, por los problemas de Polonia y Hungría o bien porque será sustituido dentro de un año. Precisamente por este motivo, Jakes y Fojtik se permiten el lujo de declarar oficialmente que Checoslovaquia debe seguir su propio camino mientras repiten de manera oficiosa: "No permitiremos que los rusos nos enseñen lo que es democracia".

No obstante hay otra razón que tal vez sea la más importante para el cambio con signo conservador, y se ha llevado a cabo esta semana en Praga. El régimen de Jakes es consciente de no poder lograr el consenso suficiente de la población y que cualquier apertura política allanaría el camino a los movimientos sociales, que nadie estaría en condiciones de detener. No sólo los cambios en la cúpula dirigente son importantes; lo más destacable ha sido la rápida evolución de la sociedad civil (incluso fuera de Checoslovaquia), como lo ha demostrado la manifestación de 10.000 personas, en su mayoría jóvenes, que el 21 de agosto pasado se celebró en Praga. No ha sido por casualidad que el secretario del Comité Central le dedicara a este acontecimiento, en septiembre, una circular interna en la que se acusaba a los periodistas occidentales de incitar a la población a oponerse al actual régimen.

Los cambios más bien cosméticos de esta semana no lograrán ocultar que en Praga aún sigue en el poder el grupo dirigente impuesto por Leonid Breznev hace 19 años y que no sólo se ha opuesto siempre a las reformas, sino que también ha perseguido, discriminado y marginado a miles de ciudadanos que en 1968 se habían comprometido a realizar cambios en la misma dirección que en la actualidad desea Moscú. Esta maniobra está destinada al fracaso no sólo porque va en sentido opuesto al desarrollo que se realiza en la URSS, en Polonia y en Hungría, sino ante todo porque las nuevas generaciones checoslovacas quieren ver cambios tanto de personas como de política.

Traducción: C. Scavino.

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