La herencia de un mundo sin ambicion profesional
Marisol Hernández Olmo, 38 años, casada y madre de un niño de tres años, directora general de Recaudación desde hace dos, no gusta de ser citada como ejemplo de mujer de éxito en un mundo tradicionalmente tan poco femenino como el del Ministerio de Economía. "Ingresé en la carrera administrativa hace 11 años, y llegué hace cinco al nivel máximo, al 30, que equivale al nivel de subdirector. A partir de ahí hay un salto político, ya que el nombramiento de director general depende del Consejo de Ministros. He llegado aquí por pura casualidad. Jamás me había planteado hacer una carrera política, simplemente se ha valorado mi trabajo".
Hernández Olmo, que no pertenece al PSOE, no se considera una mujer feminista, pese a que -o quizá ello lo confirma- su dirección general está llena de mujeres, y achaca a falta de ambición personal el retraimiento de las mujeres de los puestos de mayor nivel ejecutivo. Casada con un funcionario, admite que no hubiera aceptado el cargo de haber constituido esta aceptación algún obstáculo en su vida conyugal. "Creo que la mujer tiene casi siempre objetivos más privados y busca en la Adminis tración un puesto tranquilo".
Tampoco Teresa Magín, directora general desde el pasado mes de julio de la Función Pública, de 37 años, casada y madre de dos hijos, admite no haber alimentado nunca una pasión de ascenso. "En todo caso tengo, como muchas mujeres de mi generación, un sentido del reto profesional que me proporciona ese impulso especial que quizá no tienen los hombres". Magín culpa también a la autolimitación de la propia mujer -"asumimos nuestro trabajo como el segundo dentro de la pareja", dice- la menor participación femenina en los puestos de mayor responsabi lidad. "De todos modos", añade, "las desigualdades que puede ha ber en la Administración pública no son nada comparadas con las que existen en la empresa privada. Por eso hay cada vez más mujeres funcionarias.
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