La perspectiva de la Europa de 1992 pone nervioso al Tercer Mundo
"No sabemos lo que va a ocurrir. No pensamos que 1992 [fecha teórica de la creación del gran mercado entre los doce] sea sólo malo, pero habrá tanta dislocación e incertidumbre que estamos muy nerviosos", según Edwin Carrington. De 50 años, nacido en Trinidad y Tobago, Carrington es secretario general del Grupo de Países ACP (África, Caribe y Pacífico), 66 en total, que son parte del Convenio de Lomé suscrito con la CE.
Carrington estuvo la semana pasada en Madrid para participar en la Asamblea parlamentaria paritaria ACP-CE. Hoy, en Luxemburgo, los ministros de Asuntos Exteriores de la CE deben dar el visto bueno para un mandato a la Comisión Europea para negociar el cuarto Conveniode Lomé.
La Comisión ha propuesto que este cuarto Convenio tenga una duración ilimitada. Carrington se muestra contrario a ello, entre otras cosas por la incertidumbre que plantea la perspectiva de 1992, ante la cual "no sabemos lo que va a ocurrir y nos sentimos incómodos".
Junto a este malestar general ante 1992, hay problemas específicos sobre el acceso a la CE de algunos productos protegidos, como el ron o los plátanos, explica Carrington. Existe también el temor de que Europa atraiga más capital privado "y por tanto se seque el flujo de inversión privada hacia los países ACP".
"A la vez sospechamos y creemos que 1992 puede conllevar algunas ventajas", añade para equilibrar su juicio: "Si lleva a una economía más poderosa en Europa, entonces ésto tendrá ventajas para nosotros. Quizá importe más y tenga más necesidades de materias primas".
Carrington se queja de la visión que se tiene en Europa de la ayuda al Tercer Mundo: "Si se examina el flujo neto de recursos entre los países pobres y los ricos, ha sido favorable a los ricos. No a los pobres". Además, añade, "no se aprecia en Europa la cantidad de puestos de trabajo que deben su existencia a los mercados o las materias primas de los países en vías de desarrollo.
Información controlada
"La información no fluye como debiera", denuncia Edwin Carrington. "Algunas personas tienen intereses creados en mantener esa información bajo riendas", añade. La poderosa maquinaria militar de los Estados desarrollados "depende en algunos aspectos del acceso a algunas materias primas vitales que tienen que venir del mundo en vías de desarrollo".
Carrington pide que la CE como institución cancele las deudas que los países ACP tienen contraídas con ella, y pide gestos similares por parte de cada uno de los doce. Y ante la política de intervención comunitaria para paliar los problemas de los ajustes estructurales, Carrington teme que con ello "aumente el grado de condicionalidad requerido para acceder a las ayudas".
Los que no son acreedores, como España, podrían aumentar su ayuda al desarrollo en acuerdos bilaterales. La política de ayuda española está en su infancia", comenta. Las autoridades españolas, sin embargo, se quejan de que España contribuye a la ayuda comunitaria a los ACP, pero s beneficia aún poco de ella. "La primera preocupación no debería ser lo que se recibe, sino lo que se contribuye, aunque naturalmente España tiene que ocuparse de lo que consiga. España está en una posición única, pues es un nuevo chico en la clase. Sus manos están limpias Puede tomar iniciativas".
Carrington se declara contrario a ampliar el Convenio de Lomé a países de América Latina, pues de otro modo no se mantendría la "naturaleza especial del Convenio de Lomé". Una solicitud por parte de Haití para ingresar en el grupo de los ACP no ha sido aún contestada. Carrington estima que "si no se acepta por razones de lo que se podría llamar insuficiencia democrática, entonces varios Estados ACP quedarían descalificados sobre esa misma base". Considera más problemático el que no se puede incluir a Haití sin la República Dominicana, y éste "sería el primer paso para la entrada de latinoamericanos".
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