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Tribuna
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La pinochez

En el transcurso del debate entre chilenos difícilmente conducido por Gozalo hubo un personaje que se me quedó grabado en esa parte del cerebro donde se agazapan las pesadillas. Se trataba de un intelectual orgánico del pinochetismo de cuyo nombre no quiero acordarme, cuya capacidad de máscara y cerebro de doble fondo convirtió al mismísimo embajador chileno en un angelote de cuadro barroco, algo tenebrista, todo hay ,que decírlo. Por esa boquita que Dios le ha dado, el intelectual orgánico del pinochetismo, es decir, el apologeta indirecto del golpe de Estado, el fusilamiento, el genocidio, la tortura, el degüello, la cremación en vivo del antagonista, llegó a decir que todo eso había sido, por desgracia, necesario para llegar a la democracia pinochetista.Lo de Al Capone fue algo parecido. Primero te enviaba a sus muchachos a destrozarte la cara o el local y luego te tomaba bajo su protección, para que nadie pudiera destrozarte la cara o el local. Especialmente surrealista el momento en que el dúo dinámico compuesto por el intelectual orgánico del pinochetismo y el señor embajador declaró que en Chile no existe el miedo y que si alguien tiene miedo allí es el partidario del sí, acorralado por las hordas que invaden la calle pregonando el no. Citó el caso de un pobre muchacho partidario de Pinochet al que un desalmado marxista le había pegado un trastazo en la cabeza, por el que fue necesario practicarle siete puntos de sutura. Por fin el pinochetismo tiene su primer caído por Dios y la Democracia.

Ante los dos ejemplares tuve distintas sensaciones. Aparentemente, es mayor la responsabilidad del señor embajador, responsable hace 15 años de la redacción del comunicado golpista. Ya se sabe que detrás de todo militar golpista hay un escritor menor que le redacta los comunicados y le suministra filosofía. Pero el embajador, con todos los respetos que exigió para sus canas, me parece ya pura arqueología. En cambio el otro, el apologeta de la democracia del embudo, ése lleva la pinochez en el alma y es capaz de cualquier pinochería con toda la pinochetez de la que se le vio capaz.

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