El destello cegador de las campanas
A las 4.20 de la madrugada Youssou N'Dour, Manolo García, Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman y Bruce Springsteen entonaban en castellano las últimas notas del Gel up, stand up, de Bob Marley: ¡Derechos Humanos, ya! ¡Derechos Humanos por siempre jamás! 90.000 voces, modélicas por su comportamiento, calurosas en su entrega total e incansables en la exteriorización de sus sentimientos, respondían conjuntamente al estribillo,. era el estruendo de una exigencia que no va a ser posible olvidar.Así, el concierto de Amnistía Internacional en Barcelona concluía tal como había comenzado, con la misma canción y el mismo sentimiento colectivo que escapa a la superficial anécdota de ver juntos ante un micrófono a personalidades tan dispares y atractivas.Habían transcurrido 8 horas y 15 minutos -5 horas y 50 minutos de música efectiva más un vídeo de dibujos animados con partituras de David Byrne y Laurie Anderson de otros 20 minutos de duración- que entrarán directamente en la historia musical del país porque, además de la importancia de su contenido social y de la respuesta ciudadana que obtuvo, fue un extraordinario concierto en sus aspectos estrictamente musicales, un detalle que suele faltar, a menudo, en este tipo de manifestaciones multitudinarias en las que lo extramusical supera a lo musical.En Barcelona la música y la exigencia de libertad se dieron la mano y la sinergia fue total.
Concierto de Amnistía Internacional
Youssou N'Dour, El último de la Fila, Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman y Bruce Springsteen and The E Strect Band. Barcelona, Camp Nou, 10 de septiembre.
Si fuera necesario destacar algún momento del largo concierto éste se repartiría a partes iguales entre la sensibilidad de Sting, la inteligencia de Gabriel y la fuerza de Springsteen. Pasaron cosas, muchas, a lo largo de la noche pero será imposible olvidar los escalofriantes 15 minutos del Biko de Peter Gabriel con un coro de 90.000 voces deslumbradas por miles de pequeñas llamas a la emoción, hasta entonces contenida, que se desbordó con las primeras notas de Ellas danzan solas de Sting, cantada en castellano junto a Peter Gabriel y todos los presentes sobre las imágenes de las Madres de Mayo.
Coherencia global
También será difícil olvidar la salida de Bruce Springsteen, cuando ya se llevaban siete horas de concierto y nadie parecia fatigado, atacando, ya de entrada, su Born in USA. 0 la coherencia global y el magnetismo de las mezclas étnicas de Peter Gabriel potenciadas por unos músicos de excepción como L. Shankar, David Sancious, Minu Cinelu o Manú Caché. 0 el estremecedor Liffle wing, también cantado en castellano, que coronó la mejor actuación de Sting en nuestro país, lo que recordando su todavía reciente paso por la Monumental quieredecir mucho más de lo que parece; también a Sting le secundarow músicos que pusieron toda la carne en el asador demostrando que -aquélla distaba mucho de ser una actuación de puro compromiso. .
La E Street Band puso sobre el escenario lo mejor que tenía y proyectó al Boss hasta ese terreno en el que nadie puede igualarle: el trallazo más rotundo delrock'n'roll en su estado más puro.
Tracy Chapman no tuvo suerte en Barcelona y sus 30 minutos pasaron totalmente. des apercibidos. El cambio de orden, que la situó tras - Sting y Gabriel yjusto antes de Springsteen, era comprometido para una cuasi folk singer armada de su sola guitarra. Lajoven Chapman hizo lo que pudo pero su voz se perdió,totalmente descontextualizada, en el vacío.
El senegalés Youssou N'Dour, al que tocó la dificil papeleta de abrir la noche, convenció desde el principio con un vendaval de ritmos africanos que combinan coherentemente la pura percusión con lo electrónico. El público, que ya en ese momento abarrotaba cualquier espacio practicable, se rindió sin condiciones.
El último de la Fila trajo al Camp Noti una energía y unas ganas de comerse el mundo descomunales; y se lo comió. Era su oportunidad y sin duda la supo aprovechar. Las versiones de Querida Milagros e Insurrección pasarán a los anales del live nacional.
El broche final del macroconcierto se centraba en el Chimes offreedom de Bob Dylan, cantado al unísono por los seis protagonistas antes de la nueva exigencia de derechos para el hombre a ritmo de raggae que cerraría la velada.
La versión no fue especialmente excitante pero las palabras del clarividente poeta norteamericano se quedaron grabadas en el ambiente a modo de resumen: ... and we gazed the chimes of freedom flashing ( ... contemplamos las campanas de la libertad relampagueando). Verdaderamente las habíamos contemplado relampaguear con destello cegador.
Babelia
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