La Mostra inicia hoy su recorrido bajo el signo del escándalo
Esta noche, con la proyección de una copia restaurada de Casanova, célebre filme mudo del ruso Alexandr Volkov, se inaugura una edición de la Mostra que dará carnaza a los consumidores de sensacionalismo, con la proyección del filme La última tentación de Cristo dirigido por Martin Scorsese, que ha provocado un áspero debate sobre la vida sexual de Jesús de Nazaret, debate que no ha hecho más que comenzar. La variedad de la programación y la celebridad de muchos concursantes ha devuelto a la Mostra sus resonancias de antaño, cuando era el máximo encuentro cinematográfico del mundo.
"No he visto la película, y no me importa si es mala o buena, porque lo importante es que ha devuelto al cine el lugar que le pertenece en las cabeceras informativas del mundo y en la busca de la plena libertad de expresión y de imaginación respondió un interlocutor al italiano Zeffirelli cuando éste protestó airadamente por la inclusión de La última tentación de Cristo en la programación de la Mostra. Los extremos de esta no menos extrema polémica están servidos: no parece importar, tanto a detractores como a defensores del filme de Scorsese, su belleza o su falta de ella, sino su sola existencia.El debate que a partir del 7 de septiembre invadirá Europa atraviesa, por ello, las fronteras del cine en cuanto arte y entra en los difusos terrenos éticos de por qué lo que se permite a otras artes se le niega al cine. La sexualidad de Cristo ha sido abordada por historiadores, filósofos, narradores y poetas. Pero el escándalo mundial ha surgido después de su visualización en una pantalla. Y ahí entra la mayor capacidad de conmoción y agitación que el cine tiene respecto de los otros predios de la imaginación.
Riqueza
El escándalo, auténtico o prefabricado, amenaza con reducir a comparsas de Scorsese a los muchos, y sobre el papel muy interesantes, cineastas que proyectarán sus obras en la pantalla del Palazzo del Lido.Los filmes españoles Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Almodóvar, y Luces y sombras, de Jaime Camino, habrán de vérselas con obras de cineastas de renombre mundial, entre ellos los italianos Ermano Olmi (La leyenda del santo bebedor), Carlo Lizzani (Querido Gorbachov) y Franco Zeffirelli (El joven Toscanini).
Concursan igualmente el francés Claude Chabrol, con Un asunto de mujeres; el norteamericano John Schelessinger, con Madame Soutsaka, y el también norteamericano Alan Rudolph, con Los modernos (que, descartado de Cannes, allí se convirtió en uno de los éxitos del festival en sus proyecciones en el Mercado del Filme), entre la treintena de filmes que disputarán el codiciado León de Oro.
El futuro dueño de la estatuilla será designado este año por un jurado internacional del que forman parte -con su presidente todavía sin determinarlos italianos Sergio Leone y Lina Wertmuller, el actor norteamericano Harry Dean Stanton y la actriz sueca Lena Olin, que son los nombres conocidos de los 10 que emitirán un juicio final que, según un comentarista francés, tendrá esta vez "olor a azufre", lo que hace referencia no sólo a los miles de toneladas de algas podridas que hacen irrespirable el aire de Venecia, sino también al "perfume de Satanás" anunciado por los integristas cristianos para el día de la llegada de Scorsese.
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