El Vaticano se abstiene de hacer una declaración oficial sobre la decisión de ordenar mujeres
En Roma no se han producido reacciones oficiales a la decisión de la duodécima Conferencia Mundial de la Iglesia anglicana para aceptar la ordenación sacerdotal de las mujeres. El portavoz oficial del Papa, el español Joaquín Navarro Valls, contestó a las preguntas de este corresponsal que el Vaticano, por el momento, no hará ningún comentario oficial. "Para nosotros", ha dicho Navarro, "lo único oficial es la carta dirigida por el papa Juan Pablo II a la conferencia anglicana". En círculos vaticanos se considera que la decisión constituye un obstáculo en el acercamiento a los católicos.El portavoz oficial del Vaticano ha señalado que no hay motivos que justifiquen declaraciones de la Santa Sede sobre la decisión de la Iglesia anglicana de aceptar la ordenación sacerdotal de las mujeres, hasta que no se hayan concluido los trabajos de la Conferencia de la Iglesia de Inglaterra y no se conozcan sus decisiones finales y en qué modo acabarán resolviendo el debate.
El Sínodo de la Iglesia de Inglaterra, que representa a las congregaciones nacionales de esta fe en el mundo entero, aprobó esta semana la libertad de elección de mujeres para el sacerdocio, con lo que se venía a ratificar una situación de hecho, puesto que ya hay mujeres sacerdotes anglicanas en Australia y Estados Unidos. La propia Iglesia de Inglaterra aprobó, en una primera aproximación al tema, la ordenación de las mujeres, pero la decisión no es final todavía y ninguna mujer ha sido ordenada en el país.
Trabas ecuménicas
Evidentemente, del silencio del Vaticano se deduce que el temor de que los anglicanos puedan dar un paso que Roma considera negativo para el ecumenismo, no excluye la posibilidad de que, en último término, no se ratifique esa primera decisión.El Papa Juan Pablo II, en la carta enviada a la conferencia anglicana, había manifestado ya su preocupación sobre el tema, evocando su temor a que "nuevos obstáculos puedan surgir entre nosotros". Evidentemente, estos obstáculos se referían a la temida decisión de ordenar sacerdotes a las mujeres. El problema para Roma es que la iglesia anglicana es, en este momento, la más cercana a la unión con los católicos, y la cuestión del sacerdocio femenino podría crear nuevas trabas al encuentro ecuménico.
Al mismo tiempo, al papa Juan Pablo II le crearía un doble problema, porque tiene que combatir al frente pro sacerdocio femenino en la propia Iglesia, por un lado, y, por otro, a las cuestiones internas de la Iglesia católica, no sólo entre las llamadas feministas católicas, sino incluso en no pocos episcopados que presionan para que Roma se decida a dar este paso. Precisamente, la Conferencia Episcopal norteamericana, en su último documento sobre la condición femenina, acaba de escribir: "¿Cómo puede la Iglesia proclamar la igualdad entre hombres y mujeres y negarles al mismo tiempo a éstas el sacerdocio, sólo por razón de su sexo?". Y añade: "La misma idea de que la mujer, a causa de su sexo, no pueda representar a Cristo y ser su imagen es ofensiva".
Por otro lado, el papa polaco ha sido siempre inflexible en este campo. Cuando en sus viajes jóvenes católicas, o incluso religiosas, le han planteado este problema en público o en privado, su respuesta ha sido siempre la misma: "María estaba de rodillas al pie de la Cruz", como para indicarles que el papel de la mujer en la Iglesia, como el de la Virgen, no es el mando, ni la jerarquía sacerdotal sino el servicio y la contemplación.
Por último, se espera con interés el documento, que Juan Pablo II redacta en estas vacaciones, sobre la mujer. Según los observadores, el papa mariano no dejará de abordar el discutido tema del sacerdocio femenino.
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