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Las manos hacia el sol

El mural de Guayasamín consta de tres partes fundamentales. Una simbólica, centrada en dos manos de casi ocho metros de alto que tratan de aspirar la luz de un sol cuadrado. Explica Guayasamín que "hay un sol cuadrado, específico, porque la ciudad de Quito se fundó estrictamente debajo de la línea equinoccial. En un mes del año Quito es la ciudad sin sombra, porque el sol cae verticalmente. Es un sol cuadrado porque es masculino. Esas dos manos enormes aspiran a la luz de este sol. Es un poco como retomar nuestra cultura de 8.000 o 10.000 años tras de nosotros. Necesitamos retomar eso para saber adónde vamos en el futuro". Detrás tiene un enorme cóndor rojo sobre fondo azul "que está surgiendo atrás de este sol. Es un símbolo de la cordillera de los Andes. Ésta es la parte simbólica del mural".Naturaleza pródiga

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Tiene también el mural una parte que el pintor califica de "trágica", cuando cuenta que Ecuador tiene una extensión de casi la mitad de España y 10 millones de habitantes, "en una tierra de una naturaleza tan pródiga que se da todo. Menos uvas, que necesitan cuatro estaciones, se dan todos los frutos, los más increíbles. Es una tierra de una riqueza tremenda. No es literatura, pero en determinadas regiones del país, si pones un palo seco, salen flores y salen hojas. Ésa es la vivencia de esta tierra, y sin embargo hay una miseria espantosa: millones de gentes que se mueren de hambre, millones de niños que viven sin tener la suficiente energía para vivir. Algo verdaderamente espantoso, porque cuatro pillos a través de la historia de los 150 años de vida republicana, dictadores y tal, se han robado todo, se han comido todo".

"Esta parte trágica del mural", prosigue el pintor, "corresponde a eso. Decir a los diputados, que están mirando permanentemente el mural: mire lo que es el país, así están los niños en las calles, así están los obreros, así están los campesinos. Todo eso dicho absolutamente sin ninguna demagogia. No tiene nada que ver con la pintura mexicana de principios de siglo".

Queda lo que Guayasamín califica de "parte postiva", una serie de personajes, "retratos de mujeres, hombres y héroes, que han sacrificado su vida por componer este país. Uno de ellos es Alfaro, que fue matado y después quemado a principios de siglo. También retratos de mujeres importantes: por ejemplo la mujer de Bolívar, Rosa Zárate, a quien le cortaron la cabeza y luego la trajeron a Quito para mostrarla".

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