De Michelis: "La alternativa de izquierda ya no existe"
Declaraciones del vicepresidente del Gobierno italiano y representante del socialismo reformista
Gianni de Michelis, doctorado en química industrial, socialista, 48 años, actual vicepresidente del Gobierno, es una de las figuras de mayor relieve y popularidad dentro de la izquierda reformista italiana y una columna de su partido. En una entrevista con EL PAÍS, De Michelis ha hablado con extrema libertad de su colaboración con el Gobierno democristiano de Ciriaco de Mita, del drama de los comunistas italianos, de la diferencia que separa a los socialistas de la Democracia Cristiana y de lo que espera a italianos y españoles en el horizonte comunitario de 1992.
De Gianni de Michelis se dice que es uno de los pocos políticos de este país capaz de conjugar una intensa actividad política y una sana vida mundana, hasta el punto de que está a punto de publicar un libro sobre los locales nocturnos por él conocidos y frecuentados. Nació en Venecia, donde es considerado como el moderno dogo de la ciudad, y tiene un sueño secreto: trasladar a la embrujada ciudad lagunar la capital de Italia.Pregunta. Los últimos resultados en las elecciones municipales, que han visto a los socialistas en algunas ciudades superar incluso al hermano mayor comunista, ¿indican que ha sonado la hora X del socialismo en Italia?
Respuesta. No me gustan las formas enfáticas, pero no cabe duda de que el trabajo desarrollado en estos años está llamado a hacer de los socialistas, a nivel italiano, una fuerza protagonista. Creo que es algo objetivo y que nuestro partido, que a finales de los años sesenta había sido apeIllidado como una "fuerza residual", hoy ya no lo es. En la acción socialista, que a nivel europeo será la gran frontera reformadora, existía el vacío italiano, que hoy empieza a colmarse.
P. ¿Entonces piensa que en 1992 Italia ya no será democristiana?
R. No me gustan las profecías políticas, que suelen ser desmentidas. Hago sólo hipótesis. Y para el 92 existen sólo dos escenarios posibles para Italia: uno, que este país no resista el empujón y se quede dentro, pero gracias a privilegios que le concedan; y dos, que su dinamismo económico y social, que acaba influyendo siempre fuertemente en la política, haga de Italia el país más dinámico de la Comunidad. Esto dependerá de algunas decisiones drásticas que debemos tomar, y concretamente de la disminución del gasto público y del grave problema del Sur.
La estabilidad compensa
P. ¿Y en qué actitud están ustedes, los socialistas, dentro de este Gobierno, presidido, después de años, otra vez por un democristiano?
R. Convivimos cooperando y compitiendo, como en Alemania al final de los años sesenta. Cooperamos porque el país nos pide estabilidad de Gobierno y las recientes elecciones han demostrado que esto compensa electoralmente. Pero al mismo tiempo competimos, no sólo porque somos distintos, sino porque las grandes coaliciones son de transición y tienen que acabar con el triunfo de uno o de otro partido.
P. Pero existe la impresión de que este crecer electoralmente cuando están juntos les va a condenar a un matrimonio eterno.
R. Ésta es la interpretación superficial del diario La Repubblica. Lo que se puede decir es que la Democracia Cristiana ha crecido, pero dentro de su tradicional área de consenso electoral. Exceptuada España, no existe en Europa un país en el que el área moderada no cuente con menos del 40% del electorado. Nuestro crecimiento es distinto: es cualitativo, es un cambio estructural tras haber estado empantanados durante 30 años en el 10% de los votos. La Democracia Cristiana está llamada a seguir bajando y nosotros a ir creciendo. El electorado joven democristiano es sólo de un 13% y el nuestro supera el 20%.
P. Deduzco que para usted la alternativa de izquierdas en este país está cada vez más lejana y que no tiene ninguna gana de abandonar la convivencia con la Democracia Cristiana.
R. La alternativa de izquierdas ya no existe. No existe desde hace muchos años. No existe ni en Francia ni en España. Podía tener un sentido en los años sesenta, cuando en todas las sociedades europeas existía la posibilidad de un modelo frontal entre la izquierda y la derecha. Pero eso se ha acabado cuando, prácticamente, ha desaparecido la clase obrera y, diría, casi la clase burguesa. Porque hoy la diferencia entre un obrero y un empleado es mucho menos neta que ayer. Hoy, la única posibilidad política es la de sistemas de oscilación entre derecha-centro e izquierda-centro. El caso español es sintomático. El PSOE ha realizado una hegemonía de izquierda-centro. El Gobierno de Felipe González es una coalición entre el PSOE, partido de izquierda reformista, y la parte del centro coagulada alrededor de Felipe, que es el garante de la gobernabilidad.
P. Para ustedes el problema es el del partido comunista, aún hoy el mayor de Europa. El nuevo secretario, Achille Occhetto, ha dicho que en este país no hay espacio para dos partidos de izquierda ambos reformistas.
R. Alguien podría interpretarlo como que no hay espacio para los comunistas, porque lo que Occhetto no puede olvidar es que por lo que se refiere a ocupar un espacio, nosotros somos aventajados: porque nos llamamos socialistas y porque estamos en Europa, donde la izquierda reformista es socialista y no comunista. Yo soy menos drástico. Pienso que existe espacio para dos fuerzas reformistas capaces de coexistir dialécticamente y que tras este proceso, quizá al final de siglo, podrá vencer una de ella o fundirse ambas. Lo que es urgente para el PCI es que se aclare y que decida lo que quiere ser.
P. Entonces, ¿usted piensa que los comunistas italianos están sin identidad?
R. Los socialistas no tenemos ningún interés en que se hunda el PCI, cosa que debilitaría toda la batalla reformista.
P. ¿Prefieren entonces que se hunda la DC?
R. Yo, en el hundimiento de la Democracia Cristiana, nunca he creído. La derecha moderada no se desploma en ninguna parte.
P. Y entonces, ¿el sueño de Valentino Parlato [uno de los directores de Il Manifesto] de no querer morir democristiano?
R. Quien se ha equivocado toda la vida, habla en los salones, habla sólo. Y siguiendo con lo que estaba diciendo, aclarado que no me gustaría que se hundiera el PCI, tengo que añadir que los comunistas italianos viven en la ilusión de que ellos no son como los franceses y que, por tanto, están vacunados contra dicho mal. Pero lo cierto es que podrían caer en una crisis aúnmás profunda si no aclaran su identidad. Y tienen tres escenarios posibles. Uno, el francés, retroceder disminuyendo de forma ordenada y pararse en el 10%, una hipótesis dificil en Italia. Otro es que se conviertan en un partido regional, en el pujolismo de izquierdas, con un partido nacional de izquierdas socialista.
P. ¿Y el tercero?
R. La desintegración del partido, como ha sucedido con los comunistas españoles. Podría parecer paradójico que un partido como el PCI, aún fuerte y organizado, con el 26% de los votos del Parlamento, pueda llegar a descalabrarse, pero es posible. De ahí la urgencia que tienen de cambiar, ya que yo pienso que, puesto que nadie desea la primera y la tercera hipótesis, los comunistas no tengan tampoco ningún interés en acabar siendo un partido regional.
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