La gendarmería francesa ampliará a otros países sus pesquisas sobre la trama de falsificaciones de Dalí

La afición al arte del gendarme Christiza Roumégoux y la ligereza con que operaban los falsificadores de obra gráfica de Salvador Dalí en la región francesa de Drône son factores que han concurrido en la detención de Gilbert Hamon. Este galerista y editor de obra gráfica, que operaba en París, se encuentra ahora a la espera de juicio en la localidad de Valence, donde las pesquisas de Roumégoux y de su colega Gerard Roumier (véase EL PAÍS de 23 de junio) condujeron a la incautación de 7.700 litografías falsas de Dalí. Las declaraciones de Hamon han proporcionado indicios sobre la trama mundial de falsificaciones dalinianas. En declaraciones a este diario, Roumégoux reconstruye el proceso que llevó a la detención de Hamon.

La cadena de acontecimientos que ha culminado en la detención por parte de la gendarmería francesa del primer falsificador importante de obra gráfica de Salvador Dalí a nivel internacional se inició, casi por azar, en julio de 1987, cuando el gendarme Christian Roumégoux, destacado en la Brigada de Investigaciones de Valence, capital de la región francesa del Drône, a unos 120 kilómetros al sur de Lyon, se interesó por la pintura surrealista. Roumégoux había sido siempre un enamorado del arte y es buen conocedor de los maestros franceses del siglo XIX, así como gran admirador de Matisse.El pasado verano, Roumégoux comenzó a interesarse por la obra de Dalí, a quien califica de "pintor genial". Su interés le llevó hasta la adquisición de un pequeño grabado a punta seca del pintor, titulado La licorne et ganguéride. Roumégoux compró el grabado en una galería de arte de toda confianza, con las garantías habituales para este tipo de obras, como un certificado de autenticidad firmado por el artista y el editor. Pero Roumégoux siguió viendo galerías y advirtió que en varias tiendas de arte de la región de Drône y de Lyon se vendían, a precios exorbitantes, unas litografías de Dalí de calidad técnica muy deficiente y desigual. "Fue, concretamente, una litografía titulada La licorne bleue", explica Roumégoux a este diario, "la que despertó mis dudas, pues en varias galerías había visto litografías de la misma obra y aparentemente de la misma serie, pero de calidades y colores completamente distintos, incluso con elementos alterados".

Simultáneamente a estas constataciones, Roumégoux comenzó a leer libros sobre Dalí, entre ellos la traducción francesa de El último Dalí publicado por EL PAÍS en 1985. "El libro fue una advertencia", explica Roumégaux, "porque me abrió los ojos a la dimensión del mercado de obra gráfica falsa de Dalí. Vi que algunas cosas que se apuntaban en el libro sucedían efectivamente en galerías de arte de mi propia región, que había litografías muy dudosas y que, efectivamente, era muy difícil obtener certificados de autenticidad de alguna de ellas". El libro que leyó Roumégoux se encuentra ahora en poder del juez de Valence encargado del sumario.

El gendarme solicitó entonces la colaboración de su compañero y amigo Gerard Roumier, también destacado en Valence, y también interesado por el arte. "Vimos que en esas litografías y en la manera cómo se vendían había muchas cosas que apuntaban hacia un fraude", explica Roumier. Ambos gendarmes solicitaron de sus superiores la realización de una investigación preliminar. En Francia, la gendarmería pese a ser un cuerpo militar, tiene facultades de policía judicial en los casos descubiertos o iniciados por sus miembros. Roumégoux y Roumier se pusieron en contacto con distintos especialistas, entre ellos Robert Descharnes. Realizaron también distintas pesquisas en París, Lyon y distintas localidades de la región de Drône. Finalmente procedieron a efectuar registros en galerías de arte de Valence, Montelimar y St. Paul Prés-Chateau, donde se incautaron de una serie de grabados y litografías que no eran conformes a las especificaciones y a las fechas de fabricación del papel suministradas por Descharnes.