Un espíritu reflexivo
Ha muerto uno de los más grandes pintores españoles de todos los tiempos y a la vez un gran luchador antifranquista. Pintaba siempre desde la raíz de sí mismo, como un místico castellano fragua su poesía en el hondón de su alma. No era un pintor que amase las cosas con los ojos, sino con la con ciencia reflexiva. No he conocido un pintor español con mayor lucidez sobre todo lo que hacía artísticamente. En la tertulia del café Lyon, donde nos reuníamos en la posguerra con Vicente Aleixandre, José Suárez Carreño, Alfonso Buñuel y Fernando Chueca, nos decía y repetía machaconamente: "Hay que pensar mucho la pintura".Sin embargo, no fue nunca un racionalista abstracto, sino un espíritu reflexivo, concentrado sobre su propio mundo interior y el de sus recuerdos: la infancia, el paisaje de la Castilla palentina. Aprendió del cubismo la disciplina austera y rigurosa necesaria para encontrar la verdad esencial del objeto, actitud típicamente fenomenológica, aunque no llegó nunca a representarse un mundo sin objetos como Malevicht.
Colores de Castilla
Amaba la tierra pura, todas las del mundo a través de su Castilla originaria, la más universal de todas ellas. "Me entusiasma la riqueza de colores de Castilla junto con su miseria dignísima. Pinto Castilla porque representa para mí la totalidad de lo terrestre".
Desde muy joven, Caneja fue un patético revolucionario porque le agriaba la sociedad española oligárquica y clerical en la que había nacido. Como era vehemente y furioso de temperamento, se adhirió al anarquismo y perteneció al sindicato de artes gráficas de la CNT. Durante la guerra civil combatió como voluntario en el cuerpo de carabineros. Al terminar la contienda se entregó a pintar y a conspirar contra el régimen franquista ("No hay que colaborar jamás con el fascismo, ni escribir, ni pintar, ni nada; sólo conspirar").
Efectivamente, sus pasiones libertarias sentimentales encuentran una organización racional, severa, disciplinada, en el partido comunista. "Para mí el partido es como el cubismo, una disciplina rígida de la razón matemática", le decía al matemático José Gallego Díaz, que le escuchaba asombrado. Naturalmente, lo detienen en 1948 por conspirar. Lo visitamos en Carabanchel, y nos guiaba Isabel, su compañera abnegada y heroica de toda su vida, pintora también, su único y gran amor, cuyo ingenio andaluz regocijaba su alma de monje castellano.
Salió de la cárcel de Ocaña en 1951 para volver a conspirar. Una de las grandes alegrías que le trae la democracia es el regreso del exilio de su gran amigo el poeta José Herrera Petere. Durante sus últimos años pinta con una fertilidad picassiana y no pierde jamás la conciencia crítica.
Caneja fue un gran soñador de futuros imprevisibles y de utopías artísticas y políticas perfectamente posibles. Estoy seguro que seguirá soñando desde su sueño.
Babelia
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