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Entrevista:

Lévy-Leblond: "La ciencia debe servir para inquietarnos sobre la dificultad de pensar"

El físico francés planteó en Barcelona el papel de la actividad científica en la sociedad

"La ciencia debe servir para inquietarnos sobre la dificultad de pensar, no para ofrecernos seguridades". Quien pronuncia la frase es el físico francés Jean Marc Lévy-Lebiond, profesor en la universidad de Niza v director de una colección científica que publican las Éditions du Seuil. Especializado en el sector de la mecánica cuántica, Lévy-Lebiond, que participó activamente en el Mayo del 68, desde hace años compagina su actividad de investigador con una permanente reflexión sobre el papel de la ciencia en la sociedad contemporánea, los criterios que deben regir la ética científica y los sistemas de control social sobre los avances tecnológicos.

Lévy-Leblond estuvo en Barcelona para impartir una conferencia sobre La ciencia como abogado del diablo. El título de su disertación iba acompañado de una pregunta que en cierta medida resume antiguas preocupaciones suyas: ¿Sirve la ciencia al pensamiento general? "A la ciencia se le hace jugar el papel de argumento de autoridad, extrapolando sus conclusiones a otros dominios como la filosofía o la sociología, cuando su auténtica función sería justamente la opuesta: introducir la duda sistemática, plantear constantemente elementos de reflexión opuestos a groseras generalizaciones".Hijo de la utopía del 68 Lévy-Leblend recibió en 1970 el premio Jean Thibaud de la Academia de Lyon. El discurso que pronunció en la sede de la institución, titulado Acerca de la neutralidad de la ciencia, le valió varías sanciones académicas. En él decía cosas como "es evidente que las potencias imperialistas utilizan al máximo los recursos de la técnica moderna para dotarse de un armamento destinado a garantizarles su poder" y "Io que inspira a los científicos es la carrera hacia el poder".

Mediación cultural

Hoy, 20 años después, no es que haya renunciado a tales presupuestos, pero los ha recolocado en su dimensión histórica. "Entonces estábamos sumergidos en la utopía de que las cosas podían cambiar si se incidía de forma revolucionaria al nivel político. Con el tiempo ha quedado claro que no pueden modificarse a golpe de decreto-ley. Entre lo científico y lo político debe producirse una mediación cultural que permita al científico obtener una representación de su disciplina y preguntarse qué lugar ocupa en la sociedad".Esta idea de mediación cultural ocupa un lugar destacado en sus reflexiones. A Lévy-Leblond le preocupa especialmente el aislamiento en que vive el "investigador, sin otros puntos de referencia que el que le ofrecen los resultados de sus propias investigaciones. "Es necesario contrastar los resultados de la investigación a través de la enseñanza, la difusión y la divulgación".

"La investigación, privilegia determinados sectores mientras que descuida otros, y eso es una elección de tipo político". "El problema gravísimo", prosigue, "es que dicha elección responde a razones ocultas, sin un claro control por parte de la colectividad. Sin duda éste es el sector que más se escapa al control democrático. Los mitos del Aprendiz de brujo o Frankenstein nacen como representaciones de esta falta de control".

Lévy-Leblond compara esta situación a la que durante las monarquías absolutas afectó al poder político o en la época medieval a la religión, hasta que progresivamente el sistema colectivo se impuso y rebajó sus prerrogativas. Pero no observa en los programas de los partidos ideas claras al respecto, aunque añade que "Mitterrand ha intervenido sobre estos temas, interrogando directamente a los científicos sobre el lugar que ocupan en la vida social".

Su conclusión sobre esta cuestión es grave: "La democracia está seriamente amenazada. La ciencia y la técnica tienen en nuestro mundo una presencia cada vez más fuerte y, sin embargo, cada vez son menos comprendidas y asimiladas, al tiempo que los sistemas democráticos se han demostrado del todo inoperantes a la hora de incidir en dicho desarrollo". "Pero el problema no puede quedar limitado, como en mayo del 68, a la mera crítica del discurso científico. Hoy es absolutamente necesario encontrar soluciones".

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