González aboga por la diversidad de opiniones en la OTAN
El presidente del Gobierno, Felipe González, avisó ayer a la OTAN de que, dadas las diferencias existentes en el seno de la Alianza, "no debemos hacernos ilusiones en cuanto al grado de unidad que podemos alcanzar en cada circunstancia". "Debemos admitir con normalidad la existencia de estas divergencias para ahorrarnos así que pueda aparecer la desconfianza entre nosotros", añadió en el brindis de la cena que ofreció en el palacio de El Pardo a los participantes en el Consejo Atlántico de primavera, que hoy se clausura en Madrid.
Tanto el jefe del Ejecutivo español, por la noche, como, por la mañana, su ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, declararon a España ferviente partidaria de la creación de un auténtico pilar europeo en la Alianza Atlántica.El ministro español habló del fortalecimiento de la idea de la responsabilidad compartida, pero también de la coparticipaciór en las decisiones y la coordinación de las grandes opciones políticas".
En esto, los españoles se vieron apoyados por el luxemburgués Jacques Poos, quien afirmó que entre los aliados se deben no sólo "repartir los gastos, sino también los beneficios de las responsabilidades y los riesgos en el seno de la Alianza". Poos también se situó en la línea española al afirmar que los aliados no deben temer la "confrontación de las ideas"'.
Los ministros deAsuntos Exteriores de los 16 países aliados dedicaron su reunión vespertina, tras almorzar con los Reyes en la Zarzuela, a debatir la estrategia que les permita estimular el cambio en Europa del Este, si bien algunos oradores advirtieron sobre la necesidad de no bajar la guardia ante la incertidumbre que aún rodea el proceso reformista emprendido por Mijail Gorbachov en la Unión Soviética.
Al referirse a las relaciones entre el Este y el Oeste, González habIó de "esperanza", mientras que Fernández Ordóñez mencionó la necesidad de pasar de la distensión a la confianza.
"Hemos vivido la lógica negativa de un planteamiento sin salida, a saber, que sin seguridad no habrá confianza, y sin confianza no es posible el desarme", recordó el responsable de las relaciones exteriores españolas.
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España cree que sin confianza no hay solidaridad
Viene de la primera páginaEl responsable de la diplomacia española, Francisco Fernández Ordoñez, antepone la confianza a la seguridad. "Podemos y debemos plantear el problema de otra manera: mientras no haya confianza entre los Estados, la seguridad no podrá alcanzarse por la vía del desarme. Debemos, pues, empezar por el principio, por el destierro de la desconfianza".
Si para el ministro español "los aspectos defensivos de la política aliada no son ni pueden ser los únicos sobre los que se fundamente nuestro diálogo con el Este", para el jefe del Gobierno, Felipe González, . no debemos dejar que prevalezca la aritmética en el enfoque de la seguridad y del desarme sobre unos criterios políticos imaginativos y abiertos a nuevas situaciones".
"Estamos viviendo unos momentos que representan a la vez un reto y una esperanza. Creo que debemos encararlos, sin por ello adoptar una posición de ingenuidad, con espíritu constructivo", afirmó González, que pidió "unos criterios claros y un cuadro de prioridades para orientar la estrategia de la Alianza sobre control de armamentos y desarme".
Para el jefe del Ejecutivo español, según el texto del brindis facilitado a los periodistas que cubren la reunión madrileña, "la solidaridad aliada seguirá siendo la clave para que el esquema de seguridad occidental actualmente existente siga funcionando", pero no por ello habrá unanimidad en el seno de la Alianza. Según González, este Consejo Atlántico en Madrid simboliza la normal participación de España en los trabajos de la OTAN", y consideró que el resultado del referéndum de 1986 constituyó "una prueba de salud para esta asociación de pueblos libres".
La celebración del primer Consejo Atlántico en la capital de España dio pie a los oradores para elogiar el papel del Gobierno español en la OTAN, aunque su secretario general, lord Carrington, aprovechó también la ocasión para recordarle que no bastaba con su adhesión, sino que era además necesaria su "participación activa" en la Alianza Atlántica.
El primero en pronunciar alabanzas fue el ministro luxemburgués de Asuntos Exteriores, Jacques Poos, que, al dirigirse a sus homólogos en la sesión pública de apertura del Consejo, evocó "la valentía y la tenacidad demostradas por los responsables políticos españoles (...)" al adentrarse por "la vía de la construcción europea, por un lado, y la solidaridad atlántica, por otro".
Poos, que es presidente honorífico del Consejo, expresó el deseo de que las actuales conversaciones entre Madrid y la OTAN, tendentes a fijar la contribución militar española a la defensa atlántica, "desemboquen en un fortalecimiento real y significativo de nuestra organización", y que, en consecuencia, "nuestro aliado español encuentre el lugar que le corresponde, dada su importancia política y militar".
Carrington empezó su intervención expresando su aprecio por "la sagacidad de los dirigentes" españoles, que han actuado para que España "ocupe el lugar que le corresponde en el nuevo orden europeo y atlántico", pero en su último discurso en un foro de la OTAN recordó también a sus oyentes españoles que no bastaba con adherirse a la Alianza, porque .es, ante todo, necesaria una participación activa". España, recordó el secretario general -que cesará en su cargo el mes próximo-, "ha propuesto aportar una contribución militar activa a la Alianza (...)", y será, por supuesto, "necesario algún tiempo para definir" cómo la aportación española " se integrará en el esfuerzo común de defensa". "Es, en efecto, necesario salvaguardar los intereses soberanos de España, así como los de la OTAN. Acojo personalmente con satisfacción en el momento actual los esfuerzos meritorios que ambas partes llevan a cabo".
Los aliados están, no obstante, a la expectativa de ver cómo se resuelve el contencioso entre España y Estados Unidos sobre el paso por aguas territoriales españolas de buques norteamericanos con armas nucleares a bordo, que, por extensión, se aplicará a las naves británicas y francesas. La fórmula jurídica final que se adopte tendrá repercusiones sobre otros países no nuclearizados, como Noruega, Dinamarca, Canadá o Islandia.
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