Curro Vázquez justifica a Curro Romero
El diestro Curro Vázquez afirmaba al finalizar el festejo de ayer en Las Ventas que con, los toros que tocaron a Curro Romero era imposible estar bien. Al indicarle que cómo lo podía saber si el de Camas ni siquiera lo había intentado, Vázquez lo justificaba así: "Aunque lo hubiera intentado no habría servido de nada, pues no tenían ni un pase y era imposible para cualquiera lucirse con semejantes anirnales".Más crítico se mostraba con su propia actuación, en lo respectivo al fallo con la espada en su primer toro: "No estuve bien, el animal manseaba buscando la querencia a tablas y le dí esa salida, pero fallé y quedó una estocada muy fea que me hizo perder la oreja que me había ganado".
El diestro de Linares valoraba su feria positivamente porque de los cuatro toros que lidió sólo le salió uno manejable, el primero de esta tarde, y le toreó muy a gusto. "Creo que mi feria ha sido aceptable, y mantengo el cartel en esta plaza, en la que tantas veces he hecho el paseíllo". Un paseíllo que espera repetir en varias ocasiones en el resto de la temporada: "Aunque la responsabilidad me impida dormir".
Juan Mora también se criticaba sus fallos con la espada, en su caso, por partida doble, aunque se aplicaba el atenuante de que siempre se tiró al morrilo, sin buscar los bajonazos. "Me molesta rnás", decía, "no haber matado al último, con el que me reconcilié con el público de Madrid. A este toro, que no transmitía pero tenía peligro, le realicé la mejor faena de todas las que he hecho en la feria".
Una feria que esperaba hubiera sido la de su consagración y en la que, reconocía también críticamente, había actuado con frialdad los dos primeros días: "Me costó calentarme y vibrar, aunque hoy mejoré mucho. No obstante sólo he apuntado detalles. En Madrid no han visto al Juan Mora de ayer en Toledo, o del sábado de Resurrección en Hellín".
"El tonto fui yo"
El diestro también tenía la inten ción de torear de nuevo en Las Ventas y quería pedir públicamente perdón por las despectivas frases que el día 31 de mayo dirigió a los aficionados madrilenos, a los que acusó de tontos. "Los nervios me jugaron una mala pasada", añadía, "el tonto fui yo por no controlarmelos. Estoy arrepentido y confilo en que me perdonen".
Curro Romero se refugió en la enfermería cuando llegó a la plaza, alrededor de las siete menos veinte. Se encerró en una dependencia de la misma y sólo salió a falta de un minuto para hacer el paseíllo, fuertemente protegido por la policía, de admiradores que pretendían que les firmara un autógrafo. No recibió ni a Joselito y su apoderado, Enrique Martín Arranz, que le iban a solicitar su intervención en el próximo festival en homenaje a El Campeño. Al término del festej tambien le protegió la policía, en este caso de las iras de excitados aficionados que pretendieron agredirle y se hubieron de conformar con gritos de "Sinvergüenza, ladrón, cara dura" y otros.
Babelia
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