Epidemia de violencia
Un informe médico ilumina las gravísimas secuelas de la represión israelí de los palestinos
Un hombre yace en el hospital de Shifa, en Gaza. Tiene 40 años y el cuerpo destrozado: fracturas en las cuatro extremidades, incluyendo los huesos de las manos, múltiples heridas en el cuero cabelludo y hematomas en toda la espalda. Su cuerpo, uno entre miles, es un relato doliente de los efectos de la represión israelí contra los palestinos de los territorios ocupados. El caso, recogido en un informe emitido por cuatro médicos norteamericanos ilustra la conclusión del documento Epidemia incontrolada de violencia represiva.
Las heridas abiertas por el levantamiento palestino tardarán años en cerrarse, aun en el caso de que se obtuviera una pronta solución política al problema, afirman cuatro especialistas norteamericanos, miembros de la organización Médicos por los Derechos Humanos, en un informe de 46 folios, tras una visita de una semana a los territorios ocupados israelíes en febrero pasado."La violencia no sólo produce heridas con graves consecuencias de corto plazo; también genera una cohorte de pacientes con serios problemas ortopédicos, neurológicos y psiquiátricos de largo alcance", dice el informe, según el cual la mayoría de ellos carece y carecerá de las atenciones médicas adecuadas a su estado.
Hasta febrero, dos meses después de iniciada la revuelta, que ya ha cumplido el medio año, la comisión calculó al menos en 10.000 los heridos y afectados por la represión israelí. "Las consecuencias de la presente violencia pueden afectar a toda una generación y restringir las posibilidades de una solución pacífica en el futuro", señalan los médicos. El grupo -compuesto por Jack Geiger, Jennifer Leaning, Leon Shapiro y Bennett Simon- recorrió los hospitales de Cisjordania y Gaza, habló con médicos y pacientes, autoridades israelíes, soldados y psiquiatras, para concluir que "los derechos humanos están siendo violados en gran escala" y resumir con resignada tristeza que "las complejidades del conflicto político se han reducido a un diario recuento de cuerpos".
Los médicos dicen que muchos de los heridos que examinaron no estaban participando en manifestaciones ni se resistieron a sus detenciones, como lo demuestra el tipo de agresiones que sufrieron. No hay casi golpes en la cabeza ni fracturas en la clavícula o en el cúbito, zonas habitualmente castigadas en una refriega. Muchos golpes afectan, en cambio, a los huesos de la mano y el radio. El más afectado es el brazo derecho en los diestros y el izquierdo en los zurdos. "Esto sugiere una deliberada política de herir, pero no matar; infligir el máximo daño con el mínimo riesgo de muerte".
También el informe critica el uso desproporcionado de la fuerza en la represión de las manifestaciones, especialmente el uso de munición real en situaciones en las que no está en riesgo la vida de los soldados. El uso masivo de gases lacrimógenos, aun en lugares cerrados, ha hecho subir radicalmente la tasa de enfermedades respiratorias y sus complicaciones, asícomo de abortos espontáneos y nacimientos prematuros.
La población palestina de los territorios ocupados ha sido castigada también mediante las restricciones en el cuidado médico: los escasos hospitales están sobrepasados, los prolongados; toques de queda impiden la atención de urgencias, el ejército corta el agua en los campamentos como medida de represalia, muchas veces los soldados asaltan hospitales y golpean a los heridos.
Entre la población israelí, que ha sido afectada mínimamente por la violencia fisica, se están produciendo, sin embargo, preocupantes casos de distorsión mental. Como el de aquel colono judío que explicó a los médicos de la misión, con absoluta convicción, que las fracturas de huesos no son producidas por los soldados, sino por sádicos agentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en los campos de refugiados, diariamente, poco antes de que llegara la televisión.
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