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Reportaje:

El 'Off-Fuencarral' de la noche madrileña

Nuevas alternativas escénicas en respuesta al teatro convencional

Mientras los teatros -algunos recientemente cerrados- se mantienen, a veces a duras penas, con público y montajes que podrían calificarse, aunque sin matizar, de convencionales, la noche madrileña se impregna de espectáculos en espacios y horarios rotundamente marginales. Los protagonistas de este fenómeno, creadores y programadores, coinciden en calificar estas propuestas como la complicidad con un nuevo espectador que huye de la rigidez de los teatros al uso. Son alternativas escénicas, presentadas en bares cercanos a la calle de Fuencarral, que van desde el cabaré ínfimo hasta el montaje lleno de rigor teatral, pasando por híbridos en los que entraría toda una amalgama de montajes parateatrales.

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Al igual que Broadway, Madrid ha generado algo vivo y lleno de expectativas: es el Off-Fuencarral, el Off-Broadway de Madrid, salvando las distancias. Todos estos bares están concentrados, prácticamente en su totalidad, en los aledaños de la calle de Fuencarral en toda su travesía. Como excepciones en la ubicación se encuentran el Bóvedas, en Moratín; el Avapiés, en la calle de Lavapiés; el Candilejas, en Bailén; No Se Lo Digas a Nadie, en Ventura de la Vega, o el Rincón del Arte Nuevo, en la calle de Segovia. Dentro de esas opciones los espectadores tienen la oportunidad de ver la función con una copa en la mano.

Los orígenes

El fenómeno no es nuevo. El Berlín de los años veinte crea el cabaré, que en sus orígenes no es más que la incorporación a un local de variedades de un comentarista satírico de la actualidad política. Con el tiempo se incorporan pequeños herederos del music-hall, las propuestas músico teatrales brechtianas y allegados y la especialización por salas. La fórmula se extiende con rapidez y éxito por la Europa occidental. El género del café teatro aparece España en las décadas de los sesenta y setenta, al margen de los music-hall y cabaré cutres o de aparente esplendor. La desaparición se produce y en los últimos tiempos surgen tímidos intentos de recuperación de ese género, cuyos precedentes madrileños serían la Aurora, El Ángel Exterminado y Damajuana, situados también en el Off-Fuencarral.De un tiempo a esta parte la explosión es clara y rotunda y aparece una larga lista de locales ofrece un amplio espectro de posibilidades de diversión. Cualquier género musical o teatral tiene cabida en estos espacios nocturnos. Son con espectáculos que compiten en horarios y fórmulas marginales, pero no en público -que está claramente diferenciado-, con los tradicionales del music-hall.

Además de los bares decantados por la oferta musical, están los que ofrecen teatro habitualmente, o, como en el caso del recientemente inaugurado Chamberí, que apuestan fundamentalmente por el teatro. Las actuaciones se producen entre las once de la noche y las tres de la madrugada, y cabría destacar, por su continuidad y regularidad en la programación entre los bares del Off-Fuencarral, la sala Elígeme, pionera y estrella de todos ellos, Casi-Casi, Yastá, El Foro, Vaivén, Alfil, Tara, Café de Maravillas, Escueto, San Mateo 6, King Creole o el teatro Alfil. Este último ha conseguido desde su apertura, a finales de noviembre, presentar 72 actuaciones, en las que también se ha ofrecido música o espectáculos parateatrales, a las que han acudido 12.000 espectadores.

Todos ellos comparten a los artistas. Éstos pueden ser sólidos grupos de teatro que trabajan y algunos con buenos resultados en una línea de teatro experimental, como Espacio Cero, Industrias Nictálopes, Producciones Fila 13, El Silbo Vulnerado, el GAD o Producciones Marginales, que aportan textos en muchas ocasiones llenos de rigor y con capacidades para competir (y de hecho lo hacen) con cualquier sala teatral convencional.

De consagrados a noveles

También es posible encontrar a actores consagrados como Albert Vidal o Pepe Rubianes; jóvenes promesas de la interpretación como Pilar Massa, Pedro Reyes o Lola Penno con monólogos llenos de teatralidad no exentos de humor; cómicos como Juan Gimeno, el Gran Wyoming, con su inseparable pianista Reverendo; el periodista Moncho Alpuente, el grupo Ceda el Paso o Rudy Calzado y Faemino. Tampoco faltan incursiones de grupos extranjeros, como Johannes Vardar, con su purista cabaré brechtiano, o los alemanes Fever Relter, con una cuidada y sorprendente ópera rock.Sin embargo, los más asíduos, los artistas con una presencia más constante, son los que ofrecen un paralelismo acusado con el cabaré. Presentan trabajos muy distintos, que unas veces se montan para entrar en estos circuitos nocturnos y otras son los circuitos los que rebuscan entre los artistas de este género.

Entre ellos destacan Loles León, Paco Clavel, Fama, Eva León, Tona, Otxoa, Susana Mayo, La Belle Époque, Ekaterrina Kabarret, Di Giorno, Las Virtudes, Ninetto y Absurdino o los Hermanos Trompicelli. Muchos de ellos se encuentran dentro del género del cabaré, pero otros aportan una fórmula mixta en la que tiene cabida por un lado la música y por otro el puro histrionismo, como es el caso de Trinidad Iglesias, que alterna su ingenio verbal con una voz educada en la tonadilla.

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