Los signos de nuestro tiempo
No queda claro que mayoritariamente el público que acude a estas salas vaya en busca de una actuación concreta. En muchas ocasiones su elección se limita a la copa nocturna, a la desintoxicación a través de vapores etílicos en un bar de moda. Es un espectador que ha huido voluntariamente del corsé de los rígidos patios de butacas, del teatro tal y como éste se entiende. Seguramente este espectador también ha huido de lo que considera literatura densa, música plasta, pintura oficialista o tertulias intelectuales.Son los signos de nuestro tiempo, y la evidencia es total a la hora de constatar que esas miles de personas que, día tras día, sin excepción, Denan la noche madrileña, quieren y desean rendir culto y pleitesía a la inmediatez. Vienen o han crecido en tiempos llenos de densidad, de compromiso. Ahora necesitan ser buscadores de imágenes efímeras y a este tipo de teatro, cuya permanencia cualquiera pondría en duda, no se le puede negar frescura, proximidad y una intencionada novedad viva y resultona.
Encontrar calidad no parece ser fácil, y estos regentadores de bares se lanzan por los vencuetos más insospechados a la búsqueda y captura de estas alternativas escénicas: "Cuesta mucho encontrar cosas válidas", comenta Pedro Sahuquillo, director, junto con Víctor Claudín, de la Sala Elígeme. "Buscarnos hasta en la calle, el Retiro o cabarés ínfimos". Pero la fórmula les gusta e insistirán en ello: "Es una nueva forma de ver el teatro, de que éste vaya en busca de un nuevo espectador y le lleve a un contexto más vivo y más moderno". Y añade Sahuquillo: "Hay que apostar por este nuevo teatro sin descartar el otro, y estamos consiguiendo que gente muy creativa pueda dar salida a su trabajo y haga cosas pensando en estos circuitos".
Lo cierto es que frente a la desolación que presentan algunos teatros comerciales, y más excepcionalmente los de la Administración, estos espacios se abarrotan a diario y de ellos surgen nombres que posteriormente dan el salto a un teatro formal que les acoge con los brazos abiertos.
Babelia
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