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Atrevimientos y cautelas del Papa

¿Acaso se ha convertido Latinoamérica en el extrarradio de Roma? El Papa la visita, como media, una vez al año. El viaje a Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay ha demostrado que esta repetición no es mala para su credibilidad ni para su notoriedad entre las poblaciones visitadas.Si estos viajes sólo tuvieran un motivo, éste sería el apoyo a iglesias enfrentadas a las peores dificultades sociales, económicas y políticas. Precisamente en Uruguay es donde el Papa apoyó de manera espectacular las iniciativas de la jerarquía católica, empeñada en el proceso de relevo democrático, con declaraciones duras contra la corrupción del régimen.

Sin duda, existe una lectura conservadora de su discurso sobre América Latina ligada a sus escrúpulos teológicos o sus condenas contra el divorcio, el aborto, la anticoncepción, las políticas antinatalistas en países donde se intenta disminuir la presión demográfica para contener los efectos de economías en crisis.

El Papa, sin duda, ha aprendido y retenido mucho de sus sucesivas visitas a esta región. En el transcurso de los años, sus intervenciones son más radicales. Ha reencontrado los sombríos acentos de su última encíclica social para denunciar tanto el "egoísmo de clase" o las estructuras injustas del capitalismo como las formas opresivas del marxismo, y ha lanzado llamamientos a la justicia, a la participación, a la libertad y a la democracia.

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20 de mayo

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