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FERIA DE SAN ISIDRO

José María Plaza, disgustado por no salir a hombros

E. M., José María Plaza decía sentir un sabor agridulce al término de su actuación, pues a la alegría por la oreja cortada unía su decepción por no haber conseguido otra y salir por la puerta grande. "Me encuentro un poco disgustado", afirmaba, "porque ya es la segunda vez que estoy a punto de lograrlo y me quedo con la miel en los labios".

El diestro achacaba a un doble motivo el no haber obtenido trofeo frente a su segundo enemigo: "El novillo era noblote, pero no se entregaba; y, por otra parte, a mí se me había pasado ya el efecto de la anestesia que me administraron en mi lesionada muñeca izquierda y no podía casi ni con la muleta". Esta lesión, por la que ha perdido ya dos festejos, estuvo a punto de impedirle hacer el paseillo. Hubo de superar un reconocimiento médico por fa mañana. El novillero es el único de los de su escalafón que ha cortado orejas en Las Ventas este año. La primera la cortó en marzo, el día de su presentación, y comenta con humor que tiene la fórmula: "Hacer las cosas despacio, con gusto y matar bien, aunque no siempre se puede". Plaza quería dedicar este triunfo a su fallecido padre y a sus peñistas que le siguen a todas partes. Volverá a Las Ventas siempre que se lo ofrecan: "A ver si antes encuentro la fórmula para cortar dos orejas y salir a hombros".

Enfadado con el público

Raúl Galindo también experimentaba un sabor agridulce, aunque por otros motivos, que explicaba: "Estoy satisfecho por mi actuación en general y enfadado con el público, que me exige más que a nadie y con el que no consigo conectar". El diestro aseguraba que no iba a volver a Las Ventas hasta después de tomar la al ternativa, el 2 de agosto, en Azpeitia: "A ver si como ma tador le dan más importancia a lo que hago".

Todo era darle vueltas al tema de su frialdad y falta de transmisión: "Tal vez sea que parece que toreo con facilidad, pero eso es un mérito, ¿no?". Como última prueba de su desconexión con los tendidos ponía el ejemplo de que le habían chillado por no matar antes a su segundo, que no tenía un pase: "Lo he intentado, como le sucedió el otro día a un matador, y sin embargo a él le aplaudieron. Por eso le dí una patada de rabia al novillo cuando acabé".

El estado emocional de Julio Norte era semejante al de sus compañeros. Contento por haber realizado una buena faena a su último enemigo, que espera le sirva para repetir en Madrid, y enfadado consigo mismo por los fallos con el acero que le impidieron cortar oreja. "No hay excussas, con la espada faí un desastre. Lo que más me molesta es que llevaba una racha muy buena con ella y voy a fallar en Las Ventas".

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