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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El día de los duros

El grupo soviético Black Coffee actuó en las fiestas de San Isidro el mismo día que su técnico de sonido pedía asilo político en Madrid. En un principio estaba previsto que su representante y portavoz se hiciera cargo de la mesa de mezclas, pero al final desistió. Con un buen sonido, el quinteto más popular en Moscú y uno de los pocos grupos profesionales de la Unión Soviética, mostró sus hechuras ortodoxamente heavys, y comparado con sus colegas occidentales no pasa de ser una buena banda de segunda fila. Canciones lineales, correctas guitarras y un cantante, Dimitri Varchavski, con un vozarrón merecedor de un lugar en un coro de ópera rusa. Apoyados por el escaso público del auditorio de la Casa de Campo, Black Coffee demostró que el rock soviético lleva 20 años de retraso y que intenta coger el acelerado tren del heavy europeo.Los madrileños Sangre Azul tienen su tren particular en las grandes bandas de metal norteamericanas, con las que tienen en común una imagen sofisticada y el sentido melódico de sus canciones. Mantienen la estructura del heavy tradicional -cantante, dos guitarras, bajo y batería- y presentaron su último disco, que defendieron en directo de manera convincente. Pisan con seguridad el escenario y aguantan el tipo en una música plagada de excelentes instrumentistas.

Black Coffee, Sangre Azul y Rosendo

Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 13 de mayo.

A Rosendo le costó conectar con un público que parecía aflorar sus tiempos con Leño. Dentro del campo del rock, la música de Rosendo tiene personalidad, pero es compleja y dificil. No se ajusta a los tres acordes, al esquema de estrofa-estribillo-estrofa ni a los arreglos convencionales. Sus canciones están planteadas con el estilo que marca su guitarra, y es ahí donde Rosendo arriesga. Recorre un camino en solitario, y en directo a veces puede encontrarse ante la barrera de la incomprensión. Pero su autenticidad acabó por conquistar a un público que no se entregó a las primeras de cambio. Sin ofrecer una actuación memorable ni aportar grandes novedades, Rosendo cumplió en San Isidro, que con su música no es todo.

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