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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La enseñanza pública

Fui profesor de un colegio privado de elite, no subvencionado, en los cursos 1980-1984. Los alumnos eran hijos/as de ministros de UCD, del PSOE (entre otros, del señor Solchaga), de directivos del mundo empresarial y financiero, de personalidades del mundo artístico y de profesionales liberales, todos de muy alto poder adquisitivo.Realicé mi trabajo de profesor con buenos medios didácticos y pedagógicos, así como actividades extraescolares de calidad, recibiendo el reconocimiento moral -que no el económico- de la empresa privada y de los padres de los alumnos.

Con ilusión por trabajar en la enseñanza pública me presenté y aprobé el concurso-oposición de profesor agregado de Geografía e Historia en el año 1984. Desde entonces, el MEC viene poniendo a prueba, curso a curso, mi vocación y mi paciencia.

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El curso 1984-1985, con la oposición aprobada, el MEC sólo me destinó y pagó durante mes y medio en el I. B. de Alcázar de San Juan. El curso 19851986 me destinó, en el mes de enero, al I. B. Complutense, de Alcalá de Henares. El curso 1986-1987 fui destinado a Cáceres e inicié el curso en el I. B. de Jaraíz de la Vera. A los 10 días de iniciado el curso, el MEC me llamó para incorporarme con urgencia al I. B. Pedro Gumiel, de Alcalá de Henares, a mediados de octubre. Los gastos ocasionados (viajes, manutención y alquiler de vivienda, etcétera), gracias la previsión del MEC, corrieron mi cargo porque ni se abonan ni desgravan. El curso actual estoy en el I. B. Gómez Moreno, en San Blas, y por si fuera poco, después de cuatro años de docente transeúnte, estoy impartiendo sólo seis horas lectivas de la materia que aprobé en el concurso-oposición; el resto, hasta 18, imparto ética. Hay situaciones peores: la de los interinos. ¿Hasta cuándo?

Por lo que se refiere a medios didácticos y pedagógicos, la dotación de los centros públicos sigue estando mucho peor que la privada.

Por otra parte, todos los años realizo cursos específicos de actualización en mi materia (geografía-historia), fuera de horario laboral y a costa de mi bolsillo: unas 60.000 pesetas por año entre matrícula y publicaciones.

Es un botón de muestra que se repite con varios miles de docentes. Las consecuencias son las siguientes: quiebra de la moral y de la buena voluntad por mejorar la propia cualificación; transeuntismo del profesorado e imposibilidad de implicarse en procesos educativos y programaciones estables; rendimiento bajo del profesorado al impartir materias llamadas afines que no fueron objeto del concurso-oposición; imposibilidad de reconvertirse pedagógicamente. En definitiva, deterioro grave de la calidad de la enseñanza pública.

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