Chirac logra un nuevo golpe electoral al repatriar a la agente encarcelada por hundir el 'Rainbow Warrior'
, Jacques Chirac se apuntó ayer un nuevo tanto político en el desenfreno, de las últimas horas que le quedan para llegar a las urnas. La capitana Dominique Prieur, uno de los dos agentes secretos que hundieron el barco ecologista Rainbow Warrior en 1985, abandonó el atolón francés de Hao, en el Pacífico, donde estaba confinada, quebrantando, el acuerdo con Nueva Zelanda sobre el cumplimiento de la pena impuesta por un tribunal neozelandés a la agente y a su falso esposo.
El agente secreto femenino fue trasladado a París sin la autorización del Gobierno neozelandés, como ocurrió el pasado diciembre con el comandante Mafart, también ahora en Francia.El Gobierno de Jacques Chirac ha alegado, con posterioridad, que la señora Prieur se halla embarazada y que el atolón no cuenta con instalaciones médicas. En diciembre alegó que el comandante Mafart necesitaba un reconocimiento médico. La capitana no dará a luz hasta el año próximo y el comandante se halla en realidad realizando un curso de estado mayor. La repatriación de los dos oficiales y agentes secretos, condenados en razón de una decisión -la de atentar contra el Rainbow Warrior- tomada bajo mandato socialista, ha sido acogida muy positivamente por los estamentos militares franceses, sector en el que el ultraderechista Jean-Marie Le Pen arrancó numerosos votos en la primera vuelta de la elección presidencial.
La liberación unilateral de los falsos esposos Turenge (nombre con el que los dos agentes secretos se movieron por Nueva Zelanda para proceder al atentado) acrecienta las dificultades diplomáticas de Francia en Oceanía, donde la mayoría de los miembros del Foro del Pacífico condenan la militarización del conflicto de Nueva Caledonia. El balance de las víctimas del asalto a la cueva de la isla de Ouvea, donde se habían escondido 30 independentistas con 23 rehenes, se elevaba ayer a 21 muertos, mientras todo el archipiélago se halla en estado de alerta, en espera de una nueva explosión de violencia.
La inspección del lugar de autos por los periodistas ayer permite pensar que los independentistas en ningún momento quisieron terminar con la vida de sus 23 rehenes, una vez iniciado el asalto militar. Ninguno de los rehenes resultó herido, mientras los canacos sufrían 19 bajas mortales y los asaltantes dos, además de un militar herido que se halla en estado de coma.
En muy pocos días, el Gobierno de Jacques Chirac ha conseguido enturbiar todavía más las relaciones con los países del Pacífico, principalmente Nueva Zelanda, y ganarse las críticas de buena parte de los países occidentales, sobre todo anglosajones, por los misteriosos y desconocidos tratos con Teherán, que han llevado a la liberación de los tres rehenes franceses en Líbano a tan escasos días de las elecciones presidenciales. La imagen que está ofreciendo Francia ante la opinión mundial no puede separarse de la fuerte impresión producida por el porcentaje de votos obtenidos por la extrema derecha francesa, el sector político donde son más perceptibles el gusto por las actuaciones enérgicas y la nostalgia de la Francia colonial.
Esta campaña electoral, que empezó difuminada por la ausencia de grandes diferencias entre los principales candidatos, termina así en un ambiente de crispación, de amargura para unos y de exaltado orgullo nacional para otros, sólo moderados por la alegría general por la liberación de los rehenes de Líbano. Los argumentos desplegados en los últimos días, en los que han proliferado los insultos y las descalificaciones radicales, han conseguido sembrar la sensación de una mayor división entre los franceses que la producida por las grandes alternativas de sociedad que se jugaban en otras ocasiones.
El enérgico y el contemplativo
Con la aceleración de los dos últimos días, Chirac ofrece una imagen de gobernante enérgico, que desborda por todos los lados la actividad de un presidente contemplativo, limitado a pronunciar encomiables sermones morales. Mitterrand, en cambio, ha quedado paralizado por las iniciativas de su primer ministro: ni él ni los socialistas han podido criticar ninguna de las iniciativas de Chirac. Sobre los rehenes de Líbano, el sangriento asalto de Nueva Caledonia o la liberación de la capitana Prieur, los socialistas no han tenido más remedio que ejercer el silencio o la prudencia.La tragedia de Chirac puede ser, a pesar de toda su energía, que tanta actividad difícilmente le permitirá superar la sima inmensa existente entre el 19,9% de votos obtenidos en la primera vuelta y el 50,1% necesario para llegar a la presidencia el domingo. La concatenación de los últimos hechos demuestra, en cualquier caso y a pesar de las protestas y desmentidos del Gobierno, que Chirac ha intentado superar la sima y desplegado para ello una estrategia cuidadosamente preparada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.