_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Jaruzelski y Gorbachov

Una oleada de huelgas se cierne de nuevo sobre Polonia. Desde 1970, estos repetidos conflictos han marcado la memoria colectiva de los obreros polacos, que saben a la perfección que en un primer momento el Gobierno siempre dice no, alegando imperativos económicos, pero que, más pronto o más tarde, siempre acaba cediendo. Quién no recuerda que Gomulka en 1970, Gierek en 1976 y Kania en 1980 publicaron en un principio unos comunicados idénticos al que acaba de difundir ahora JaruzeIski: no se pueden aumentar los salarios "para no disparar la espiral de la inflación". ¿Qué va a hacer, sin embargo, este dirigente si las huelgas se extienden como en los conflictos precedentes, en especial el más espectacular, el de agosto de 1980, que dio origen al movimiento Solidaridad?A primera vista, la implantación del estado de excepción en diciembre de 1981 y la ilegalización del primer sindicato independiente del Este parecen haber modificado algo las cosas. El general JaruzeIski mostró, en el dramático invierno de 1981, que disponía de unas fuerzas de choque, los zomos, capaces de ocupar las fábricas y de acabar con las huelgas. De todo ello se aprovechó para proceder de inmediato a una maniobra económica muy costosa para los trabajadores y encaminada a sacar al país, fuertemente endeudado, del marasmo. Desgraciadamente para él, los resultados han sido decepcionantes. Para este año ha decidido llevar adelante la segunda fase de su reforma. La idea básica del general es que en el Este no se debe subvencionar el consumo, ni siquiera de los productos de primera necesidad. Gracias a esta modernización espera restablecer más adelante un equilibrio muy dinámico entre los precios y los salarios. "Haced sacrificios ahora para que en el futuro tengáis los almacenes tan bien. surtidos como en Occidente", explicaba a los polacos a finales del año pasado. E incluso sometió su proyecto a referéndum el 29 de noviembre de 1987. Sorprendentemente, pese a la abstención de Solidaridad, el veredicto, de las urnas no le fue favorable, lo que no parece haberle importado demasiado, ya que, pese a todo, ha decidido aplicar su plan de austeridad.

Más información
El artífice de la reforma polaca, dispuesto a dialogar con Walesa

Los dirigentes polacos tienen la singular capacidad de no aprender nada de sus experiencias pasadas y de formular su política en función de unos cálculos económicos a veces demasiado rigurosos en los que con frecuencia olvidan las consecuencias que puedan traer a la población Polonia, gran exportadora de carbón, sufre la bajada de precios en el mercado mundial. Es lógico, pues, que el Gobierno decida reducir el consumo interno duplicando su precio de venta Pero, ¿es razonable, en pleno invierno, aumentar en un 200% el precio de esta materia indispensable en esta estación? Nos dicen que los polacos están ya demasiado fatigados como para reaccionar, y, en apariencia, los hechos así lo confirman. La subida de los precios del carbón, de los alquileres, de los transportes y de una gran cantidad de productos alimenticios no ha provocado en febrero huelgas notables. Solidaridad considera que, en el fondo, la estrategia de JaruzeIski, tendente a establecer la verdad de los precios, podría, a la larga, ser aceptable, ya que se corresponde con una tendencia generalizada en el Este, incluida la URSS.

Huelga oficial

Así pues, estas huelgas no han sido preparadas para contrarrestar la segunda alza de los precios que ha entrado en vigor el primero de abril. Sucede simplemente que los obreros han recordado que disponen de medios para hacer retroceder al Gobierno. La primera huelga, y esto es una novedad, se ha declarado en Bydgoszcz, en el norte del país, bajo la égida de los sindicatos oficiales (OPZZ).

El movimiento actual, aunque espontáneo, no ha olvidado, sin embargo, la herencia de Solidaridad. Y entrando de lleno en el terreno político, pide la reincorporación de los compañeros despedidos desde 1981 por sus actividades en Solidaridad.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El general no ha dicho no a todos. Ha aceptado negociar con los trabajadores de los transportes urbanos, representados por los sindicatos oficiales, a los que ha concedido un aumento de salarios equivalente al 60% . Sin embargo, se muestra intratable con los trabajadores de la siderurgia de Nowa Huta, que representan para él el desafío obrero. Se trata de la. vieja táctica de la concesión y de la amenaza para restablecer el orden. No obstante, dado el clima que actualmente impera en el bloque soviético, el general JaruzeIski lo va a tener difícil si quiere declarar de nuevo el estado de excepción y ordena a los zomos que intervengan. Y si deja transcurrir el tiempo, los conflictos se multiplicarán.

No haría bien Jaruzelski negándose a revisar rápida y globalmente su paquete de reformas esgrimiendo obstinadamente el fantasma de la inflación, ya que en este país nadie cree que ésta sea el resultado de unos salarios muy elevados.

No parece probable que esta crisis polaca vaya a hacer caer a Gorbachov, aunque, realmente, le llega en un mal momento. La conferencia nacional del Partido Comunista de la URSS de junio deberá afrontar el gran proyecto de democratización del partido y de la sociedad soviética. Algunas de las innovaciones que allí se van a proponer, como son el derecho de asociación, las licencias para realizar viajes a Occidente o la propuesta de una gestión más pluralista, son logros que ya existen en Polonia, y Gorbachov ve en JaruzeIski a uno de los líderes más próximos a su persona, junto con el húngaro Kadar. Pero, ¿podrán ocultar a los soviéticos la enorme impopularidad que este líder tiene en su propio país? ¿Se atreverán a informar puntualmente, en nombre de la glasnost, de las huelgas polacas?

Y no es esto todo. En la estrategia de Gorbachov también entra el suprimir las subvenciones estatales a los productos de primera necesidad, a los alquileres y a los transportes. Por supuesto, no pretende aplicar estas medidas de una manera brutal, a la polaca, pero la población empieza ya a inquietarse ante la inminencia de la verdad de los precios. La Prensa tampoco la oculta, aunque intenta tranquilizar a las gentes. Lo que está sucediendo, pues, en Polonia, bien puede suministrar argumentos a quienes, con buenas o malas razones, andan aconsejando a Gorbachov que refrene sus ardores reformistas. Por otro lado, si a los obreros soviéticos se les obliga a apretarse demasiado los cinturones, buscarán inspiración en Polonia y pronto aprenderán el arte de las huelgas por sorpresa y otras formas de llevar a la práctica la lucha de clases.

Traducción de José Manuel Revuelta.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_