Decepcionaron los espectáculos extranjeros
El domingo por la noche finalizó la 20ª edición del festival de Sitges, bautizado desde el año pasado con el nombre de Sitges Teatre Internacional. Lo más interesante de estos cuatro días de teatro no han sido precisamente los grupos extranjeros, más bien todo lo contrario: los mejores espectáculos fueron los que presentaron el grupo murciano Arena, que dirige Esteve Grasset, y L'Afic Teatre de Gerona, que dirige uno de los fundadores originales de El Tricicle, Miquel Rimbau, y, ya fuera de programa, los números de jocosa ironía que la siempre sorprendente banda de La Cubana regaló por su cuenta y riesgo al personal que deambulaba por las calles de Sitges, bastante huérfanas de teatro.
De los siete grupos extranjeros, poco que decir, a excepción quizá de la compañía británica Man Act, y de la Judith protagonizada por Roberta Carreri, una de las actrices históricas del célebre Odin Teatret que dirige el impetuoso Eugenio Barba. Aparte de esto, el resto se podía haber quedado en su casa y no hubiéramos perdido gran cosa.Al margen de este balance general aproximadamente pobre, que no ha descubierto nada nuevo, porque tanto los espectáculos de Arena como de L'Afic eran ya conocidos, hay que resaltar la decepción que supuso la suspensión a causa de la lluvia del anunciado y esperado estreno de Zombi, la nueva producción de Zotal Teatre, sin duda la mejor carta de este Sitges Teatre Internacional.
Esta inesperada, aunque previsible, fatalidad podría ser positivamente aprovechada, por ejemplo, por los responsables del Festival de Granada, que se celebrará dentro de unos 15 días, y, aunque quizá sea un poco tarde, no estaría nada mal que incorporaran este deseado Zombi en su programación.
Quienes sí estarán seguro en Granada serán los componentes del colectivo murciano Arena. Allí presentarán su última creación, Callejero, los próximos 24 y 25 de mayo. En Sitges, Arena presentó uno de los dos o tres trabajos más destacables del festival, y, sin lugar a dudas, el de un humor más generoso y rotundo. O todavía más, porque con su espectáculo Fase 1: usos domésticos inauguraron, y desgraciadamente también clausuraron, las primeras, sonoras y únicas carcajadas oficiales de este festival. Las únicas oficiales porque las que provocaron los miembros de La Cubana estaban fuera de programa.
Usos domésticos es una farsa sobre la conducta más primaria y ordinaria del homo sapiens, montada expresamente para realizar una gira galáctica que ha de subvencionar la NASA con el objetivo dé dar a conocer a nuestros desconocidos vecinos de universo cómo es el ser humano. A partir de este disparatado proyecto, y a través de una lógica dramática de motor superrealista, dictada por los objetos escénicos, los tres actores de Arena, muy bien dirigidos por Grasset, desencadenan una espiral de grotescas e irrisorias escenas sacadas de la rutina diaria de los humanos, una espiral servida con un ritmo galopante, alocado, divertido, una especie de rosario vertiginoso de disparates de una gracia contagiosa e implacable.
La otra presencia destacable de esta edición de Sitges Teatre Internacional fue el grupo L'Afic Teatre y su insólito espectáculo de calle Corpus, que en realidad es como dos espectáculos distintos, pero casi revueltos. Por un lado, un singular mercado que funciona a base de ojos. El paseante es invitado a entrar en un quirófano de campaña donde gratuitamente le descorchan (ficticiamente) uno o los dos ojos. Luego, con el ojo aún sangrante reposando en la palma de la mano, y con el agujero debidamente vendado, el espectador podrá pasar al banco de ojos donde le cambiarán el órgano amputado por pagarés de Corpus con los que podrá adquirir las muñecas, plantas, pasteles y licores de un especial mercadillo de tenderetes monocolores, en que todo, desde las mercancías a la vendedora, está teñido de un mismo color. Corpus congregó a una numerosa concurrencia, y, al poco rato de abrir el mercado, podían verse docenas de espectadores paseando con el globo en la mano y el agujero ocular tapado. Una divertida procesión de tuertos.
La otra parte de Corpus tiene un color negro patético, y viene a ser algo así como una alegoría de los campos- de concentración y, por extensión, una visión apocalíptica de la especie humana, con una inmensa mayoría convertida en esclavos, deshumanizada y sometida a una truculenta minoría de militares. Como símbolo de toda esta represión, la destrucción sistemática de la palabra impresa, en este caso la de los periódicos. Como si pelaran patatas, estas miserables máquinas humanas van desplegando diarios y arrugando hoja tras hoja, con las que irán llenando centenares de bolsas de basura. Junto a esta montaña de papeles destrozados, una columna de seres vencidos, de mirada vacía, espera la orden de sus verdugos para recoger su correspondiente ración de basura impresa con la que iniciarán una procesión sin sentido ni dirección.
La Cubana, en el mercado
Estos dos espectáculos han sido, sin duda, lo mejor que ha ofrecido esta nueva edición de Sitges Teatre Internacional. Esto y los shows de La Cubana, por ejemplo ese divertidísimo y desconcertante número que montaron a media mañana del sábado en el mercado municipal. Disfrazados de clientes, con una perfecta simulación, los miembros de La Cubana se fueron a comprar lechugas en plan cantante.Un balance, pues, más bien decepcionante. Y no tan sólo por razones de la propia programación, estrictamente teatrales, sino también porque a pesar de tantas promesas y de tantos proyectos, la precariedad infraestructural y presupuestaria persiste en este ya viejo certamen como una enfermedad habitual. Por lo que respecta a la programación, resulta inaceptable que se traigan espectáculos extranjeros de tan poco interés y tan escasa calidad como los presentados.
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