Alfonsín impulsa la reforma del Estado en un mensaje al Congreso argentino
El presidente argentino, Raúl Alfonsín, respaldó ayer el proyecto de reforma del Estado en su mensaje al Congreso de la Nación, con el que se inauguró el quinto período ordinario de sesiones de las dos Cámaras legislativas.El discurso de Alfonsín no cumplió las expectativas despertadas la semana pasada, ni en los contenidos ni en su extensión. El mensaje sólo duró 75 minutos. Todas las emisoras estaban conectadas en cadena nacional y se había hablado de un discurso de tres horas. También habían circulado rumores de que Alfonsín haría múltiples anuncios: desde la renuncia al traslado de la capital de Buenos Aires a Viedma, hasta el fin formal de las hostilidades con el Reino Unido por la guerra de las Malvinas. Todo quedó en agua de borrajas.
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El mensaje fue escaso en anuncios y pródigo en justificaciones de la acción de gobierno. Tuvo éste un valor en sí mismo. Por primera vez en los últimos 36 años un presidente constitucional argentino ha llegado a pronunciar su quinto mensaje de apertura de las sesiones del Congreso. Los anteriores fueron derribados por golpes militares.El núcleo del discurso de Alfonsín ratificó la línea de reforma del Estado para la "modemización, desburocratización y mayor capacitación" del aparato. Esta reforma pasa por llevar adelante el programa de privatización de algunas empresas públicas. Dijo Alfonsín que la mitad del déficit fiscal de Argentina procede de las empresas de un Estado que "desacumula capital, fabrica inflación y no cumple sus funciones", y citó los ejemplos recientemente sufridos por el pueblo de un "gas débil, cortes de energía y falta de inversiones", que no pueden venir "ni del tesoro, ni de las tarifas". Esto impone la necesidad de recurrir a capitales privados y extranjeros.
Con estas palabras Alfonsín daba un espaldarazo a la política de su ministro de Obras y Servicios Públicos, Rodolfo Terragno, el artífice de los recientes planes de venta del 40% de Aerolíneas Argentinas a la empresa escaridinava SAS y de la compañía argentina de teléfonos Entel a la Telefónica Española. Estos planes habían sido duramente criticados la semana pasada en el Senado por la oposición peronista, que los consideró atentatorios contra la soberanía nacional.
Sobre el traslado de la capital a Viedma, Alfonsín dejó entrever que el plan no marcha y no podrá cumplirse en los plazos previstos por falta de fondos, aunque aseguró que el proyecto sigue adelante. Más que del discurso presidencial, los argentinos pasaron a ocuparse de afrontar la dura realidad. Ayer mismo entró en vigor una nueva subida del combustible del 18,18%.
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