Indicios sobre una ética de la rúbrica callejera
Constantes gráficas y de comportamiento entre los 'grafiteros' urbanos
Es curioso comprobar las similitudes entre los símbolos de las pintadas callejeras y suburbanas en diversas partes del mundo. Cada firma con voluntad de grafito estampada en una pared suele llevar la carga de símbolos y actitudes que definen su actitud ante la vida. Los grafiteros urbanos han hecho de su nombre su gran, y a veces único, bien. Por ello entre los más persistentes se ha creado también un código ético con reglas definidas que los distinguen.
El mundo suburbano, el universo de los metros en diferentes partes del mundo, guarda ciertos detalles sospechosamente similares. Los grafitos son uno de ellos, y entre éstos se han llegado a difundir algunos rasgos que se repiten hasta permitir establecer una especie de limitado, pero muy rico, abecedario de la pintada. La carga política de la A anarquista, rodeada de un círculo, o las dos eses de reminiscencias nazis, se convierten en signos comunes a muchas de las firmas, otorgándoles a la vez una carga polivalente entre el signo, el diseño gráfico y las veladas alusiones políticas o ideológicas. Estos dos símbolos son usadas con frecuencia en las rúbricas de los heavies y punks, imitando las de algunos grupos musicales que las han utilizado en sus logotipos comerciales.La repetición de estos signos en las firmas de los grafiteros está creando una curiosa convención que es posible identificar en ciudades tan distantes y disímiles como Madrid, París, Nueva York y Lima. La deliberada transgresión de la ortografía introduciendo la ka, la zeta, la uve doble o la i griega deforman la palabra, aunque sin dejar que ésta sea del todo irreconocible. La utilización de la ka está muy ligada a los punks y los skinners, así como a muchos de los grupos radicales de rock.
Espacio vacío
La o es un espacio vacío que generalmente aparece cruzado por una especie de rayo acabado en punta de flecha o por una cruz o una simple raya diagonal. La primera de las formas está ligada a los squatters (ocupantes de casas abandonadas).En España, la mayor concentración de grafiteros se encuentra en Madrid. Entre ellos se repiten también estos símbolos convencionales, con lo que cada firma no sólo pretende lograr una unidad gráfica atractiva y reconocible, sino que deja leer ciertas tendencias ideológicas y preferencias musicales de cada uno, sin recurrir directamente a la sentencia política ni a la alusión a sus grupos favoritos.
En Madrid, Muelle, de 24 años, se ha convertido en el ejemplo más conocido entre los grafiteros urbanos. Desde que en 1982 estableció definitivamente su firma, Muelle se ha dedicado a plasmarla, al principio arbitrariamente y ahora de manera sumamente cuidadosa. La flecha en la que termina su firma se ha convertido en uno de los símbolos más utilizados entre los grafiteros de Madrid, aunque es un recurso muy popular también en otras ciudades.
Pero la aportación principal de Muelle a este medio ha sido la incorporación a la firma de la erre envuelta en un circulito, que empezó a poner el día en que inscribió su firma en el registro industrial. Tanto la actitud como el elemento gráfico han sido seguidos por otros grafiteros de Madrid.
Decir que Muelle se ha hecho un nombre es casi decirlo todo. Muelle es la palabra muelle, un nombre que no está ligado a ningún otro objeto y cuyo propósito es sólo la difusión del propio nombre, que es todo su bien Muelle prefiere seguir escondiéndose en el anonimato, y ha abandonado la idea que parecía haberle llevado a inscribirse en el registro industrial. No quiere ya ligar su nombre a una marca de ropa, o a un establecimiento, o a la venta de camisetas o pegatinas. Su labor no le reporta ningún beneficio económico, pero Muelle ha crecido hasta apropiarse e su creado , y ora e reclama otra intención. Es frecuente ver ahora su firma sombreada con varios colores o con una dimensión de profundidad más parecida a la estética del graffiti neoyorquino.
"Si ligara el nombre de Muelle a unos vaqueros o a cualquier producto, Muelle moriría, dejaría de tener la magia que tiene para convertirse en un simple reclamo publicitario. Muelle sería unos pantalones. De esta otra forma, Muelle es libre y sigue intrigando", dice.
Viaja con un maletín repleto de rotuladores y aerosoles. "Me cuesta mucho hacer esto, porque no saco pelas y los sprays son muy caros". Ya ha sido detenido y juzgado en una oportunidad por estampar su rúbrica en el pedestal del oso y el madroño que colocaron en la Puerta del Sol el mismo día de su instalación. Declaró que su actitud era meramente cultural, y al ser multado con 2.500 pesetas recurrió la sentencia. Hace unos meses, cuando se estaba limpiando la estatua de la Cibeles, todas las cubiertas del andamiaje que rodeaba la estatua aparecieron firmadas por Muelle.
Con los años de práctica, Muelle ha ido creando unos sólidos principios éticos con respecto a su ocupación. Ahora escoge para sus pintadas superficies en lugares muy visibles, vallas publicitarias en el metro, tapias de solares o edificios ruinosos, tratando de evitar los lugares en los que se prohíbe explícitamente fijar carteles. Evita el interior de los trenes del metro u otros transportes públicos o espacios de interés cultural o natural. Su intervención en las vallas publicitarias es una abierta provocación al bombardeo de imágenes que nos acosan por toda la ciudad.
Pasión solitaria
La suya, como la de los demás grafiteros, es una pasión solitaria. Puede salir de día o de noche a pintar, y cuando encuentra alguna firma que le interesa no duda en cortarla y llevársela para su archivo personal. Tiene además una libreta donde torna nota de todas las nuevas fumas que salen, les sigue la pista y sabe cuáles se mantedrán y cuáles dejarán de aparecer. Durante el resto del tiempo se dedica a tocar la batería, aunque no pertenece a ningún grupo por el momento.Bleck (la rata) apareció un buen día junto a su firma. Su competidor se empeñaba en seguirle insistentemente, y empezó a esparcirse por toda la ciudad de manera mucho más agresiva y desordenada. Invade cualquier espacio público sin recato, como buena parte de los otros grafiteros. Su actitud contra lo establecido es mucho más frontal y pleitista. Tal vez no se pueda hablar de dos bandos, pero sí de dos actitudes ante el espacio urbano bastante definidas. Comportamientos de afirmación del yo a través de un juego arriesgado, perseguido y efímero.
La firma se crea, y con ella se define un universo que engloba la propia personaliad. La única recompensa consiste, por lo general, en dejar la rúbrica en un buen lugar y otro día volver para comprobar que la firma sigue ahí y es tuya, eres tú vivo fuera de ti.
Babelia
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