La irresistible ascensión de Chris Merritt

La encarnación del personaje de Pirro en la ópera Ermione, de Rossini, y la magistral interpretación de dos arias de Guglielmo Tell y La fille du régiment en un homenaje tributado a Montserrat Caballé han sido las primeras actuaciones en España del tenor norteamericano Chris Merritt. Voz poderosa, con una asombrosa emisión de las notas agudas y sobreagudos, ha cautivado al aficionado operístico madrileño con su técnica y su simpatía. Requerido insistentemente por los grandes teatros de ópera, tiene previsto inaugurar la temporada de la Scala de Milán en las dos próximas ediciones, con Guglielmo Tell, de Rossini, y Les vepres siciliennes, de Verdi, dirigidas por Riccardo Muti.El tenor de Oklahoma proviene de una familia modesta. "Mis padres, de origen humilde, siempre han estado muy interesados en la cultura. Se casaron siendo muy jóvenes y no pudieron apoyar los estudios de mis hermanos, pues América estaba en una mala situación financiera a causa de la depresión. Cuando yo nací, 26 años después que mi hermana mayor, las condiciones habían mejorado sustancialmente y pude aprender piano, pintura, danza y, finalmente, canto. Mis padres estaban obsesionados en que yo llegase a ser algo dentro del mundo cultural".

Desde muy joven estudió piano, descubriendo que tenía una gran facilidad para la música. A los 13 años empezó a interesarse por el canto, y un año después intervino en su primer espectáculo musical, interpretando el hombre de hojalata de El mago de Oz. "Nunca había cantado en público anteriormente. Mi mente se iluminó y me di cuenta que éste era el camino que debía seguir".

Al principio se situó en la tesitura de bajo, pero no se encontraba suficientemente cómodo. "Una casualidad quiso que el director del coro de la escuela de música a la que asistía necesitara cambiar un tenor a la cuerda de bajo, poniéndome en su lugar" afirma.

Triunfo a los 26 años

En 1977 vino a Europa por primera vez para realizar un curso de perfeccionamiento vocal de seis semanas en Austria. Un año después cantaba Lindoro, de L'italiana in Algeri, en Salzburgo, donde vivió los tres años siguientes y donde nacieron sus dos hijos. Después cambiaría de residencia a Múnich, donde permaneció otros tres años. "Mi primer papel importante fue en 1980, con La juive, de Halévy, en la Staatsoper de Viena, con José Carreras. No podía creerme estar sobre este escenario con 26-27 años". Se presentó en América con I puritani, de Bellini, en 1981. Dos años más tarde cantaba Tancredi, de Rossini, en el Carnegie Hall, de Nueva York, junto a Marilyn Horne. Desde entonces ha estado ligado a grandes nombres de cantantes y teatro de ópera.Los comentaristas musicales tienden a encasillarlo como tenor especialista en Rossini. "En los últimos años he cantado a menudo obras de Rossini, porque me gusta mucho, y los empresarios me lo piden, pero de ninguna manera quiero limitarme a este repertorio. Tengo que tener mucha paciencia para demostrar al público que puedo hacer cosas diferentes de lo puramente belcantista". En breve va a incorporar a su repertorio varias obras de Verdi: Hemani, II trovatore, Ballo in maschera, Luisa Miller.

De Ermione ha grabado en disco el papel de Oreste y ha interpretado Pirro tanto en Pesaro como en Madrid: "Yo me siento más a gusto con Pirro, por mis características vocales e interpretativas".

Se encuentra Merritt muy satisfecho con la producción del teatro de la Zarzuela: "La escenografía es una gran belleza. El planteamiento de este Ennione es más real, inmediato, creíble y dramático que el de Pesaro. Las condiciones ambientales -ligereza de los trajes, calor- han sido más favorables. El director de escena, Hugo de Ana, tiene una gran sensibilidad y es muy profesional. El teatro tiene las dimensiones perfectas para representar a Rossini. Además, hemos contado con Alberto Zedda, el director de música más rossiniano que conozco, incluyendo a Abbado. Trabajar con él es una auténtica delicia, pues siempre estás descubriendo nuevos matices".

Le gustaría volver en 1992 para actuar en el teatro Real ya convertido en teatro de ópera. Madrid ha sido un descubrimiento para este norteamericano tranquilo y entrañable, de enorme corpulencia, aspecto bonachón, carácter espontáneo y animada conversación al que le gusta el rock, ir al cine, descubrir las ciudades, nadar, y pasear por el campo, pero sobre todo "estar con mi mujer y mis hijos disfrutando de las cosas sencillas y cotidianas de la vida".