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FINAL DE UNA PESADILLA

Apaño a la libanesa

Mohamed Tahr sabía como tratarlos. El principal mediador argelino, decía la Prensa de su país, conoce mejor Burj el Burajne -el gran suburbio sihií de Beirut- que la cashba de Argel. Desde el principio estableció un tono de confianza, de complicidad incluso con los piratas. El embajador de España en Beirut, Pedro de Arístegui, conoce también ese estilo: palmaditas en la espalda, reproches en voz baja, bromas celebradas sonoramente, amenazas dejadas caer como si doliera hacerlo, aire todo el tiempo de viejos amigos que están juntos en un lío y tienen que arreglarlo por las buenas.

Quien no emplee el método libanés para negociar con los revolucionarios islámicos, se estrella pura y simplemente. Ellos no entienden de razones de Estado, de derecho internacional, de funcionarios envarados que hablan del respeto debido a la ley. "Nosotros no establecimos esas reglas de juego. Occidente lo hizo, y ahora que tenemos las buenas cartas, la partida va a hacerse a nuestro modo", es el mensaje de este tipo de grupos.

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Los piratas del aire canjearon rehenes por impunidad

Mohamed Tahr aplicó ese sistema en 1985, y consiguió un final feliz para el avión de la TWA secuestrado en Beirut.

La primera victoria argelina fue relajar el ambiente en torno al Boeing 747, muy crispado en Larnaca, donde los piratas mataron a dos rehenes y se intuyó la posible intervención de comandos antiterroristas británicos.

Para los argelinos, los integristas islámicos no eran "piratas" o "terroristas", sino tan solo "los autores del secuestro", buenos musulmanes pero algo descarriados. Los kuwaitíes eran, por su parte, gente pacífica, que había tenido la mala suerte de encontrarse en el centro del huracán de la guerra del Golfo.

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Argelia no puso el menor problema para que las amenazas de los piratas sonaran fuerte y claro. Su principal preocupación era salvar Vidas y para ello, les decían a los negociadores kuwaitíes, había que rebajar algunos principios, renunciar, por ejemplo, a pedir la extradición de los secuestradores. El mensaje a los integristas islámicos del avión del martirio insistía en la intransigencia kuwaití respecto a su petición de liberar a los 17 presos en el emirato: "No hay nada que hacer al respecto. Salir vivos y en libertad del trance ya es mucho", les explicaron.

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