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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paso poco afortunado

EL INGRESO de España en la Unión Europea Occidental (UEO) parece cosa hecha, de: acuerdo con la intención reiteradamente expresada pori el Gobierno. Habrá un período de negociaciones más o menos prolongado, pero todo indica que han sido aceptadas ya las principales condiciones puestas a nuestra entrada. Es un paso que afecta a la sustancia de nuestros compromisos internacionales en materia de defensa. Sería absurdo interpretar este paso como un nuevo éxito español en el proceso de nuestra integración en Europa por el hecho de haberse superado algunas reticencias iniciales de determinados países. El lugar de la UEO ha sido y es marginal en la edificación europea. Países importantes, tanto de la CE como de la OTAN, están fuera de la UEO. Nuestro ingreso debe valorarse en función, primero, de lo que la UEO significa en la actual coyuntura, y segundo, de lo que implica ingresar en ella en relación con la política de paz y seguridad definida por España a partir de los puntos del referéndum de 1986.La UEO no es simplemente -como se dice en la nota que Exteriores distribuyó ayer- un "foro europeo para la reflexión y el debate sobre asuntos de seguridad y defensa". El tratado que la constituye establece la obligación automática para todos sus miembros, en caso de agresión a uno de ellos, de ayudarle "por todos los medios, militares y otros". Este automatismo del compromiso militar modifica nuestra situación actual, ya que tal automatismo no existe en el tratado de la OTAN. Podemos hacer filigranas para que nuestra aportación a la OTAN no suponga "integración en su estructura militar" y en cambio, a resultas de la pertenencia a la UEO vemos constreñidos a tomar medidas militares como el envío de tropas españolas fuera del territorio nacional. De hecho, la UEO sirvió en su día para coordinar el envío de navíos europeos al golfo Pérsico, en apoyo a operaciones decididas por Estados Unidos.

El Gobierno esgrime como argumento la necesidad de estar presentes en todos los centros en los que se forja una política europea de seguridad. Pero es muy dudoso que la UEO esté llamada a ser "el pilar europeo" de la seguridad occidental, que desde luego España debe contribuir a crear y consolidar. La UEO ha pasado décadas en estado de letargo; ahora ciertos países desean "revitalizarla", pero no está claro el papel que puede desempeñar. En la actitud de países decisivos para la seguridad europea, como Francia y la RFA, destaca el esfuerzo por crear nuevos caminos de cooperación en el terreno de la seguridad. La estructura vetusta de la UEO se "revitaliza" más bien para temas puntuales. Nada indica que sirva para afirmar una política europea independiente de la de EE UU. Más bien lo contrario. Lo demostró la reunión de La Haya de octubre de 1987, que fue utilizada para apoyar a EE UU y presionar sobre España en la negociación sobre los F-16.

El aspecto más preocupante es que el ingreso en la UEO está sirviendo, en la práctica, para socavar el punto del referéndum sobre la OTAN relativo a la no nuclearización de nuestro territorio. La UEO reiteró en octubre de 1987 su apoyo total a una estrategia basada en el arma nuclear. Es evidente que un país que se niega "a instalar, almacenar o introducir armas nucleares" tiene dificultades para respaldar esa estrategia. Ello nos ha obligado a tener en el seno de la OTAN actitudes ambiguas, pero sin un abandono neto de nuestra posición de principio. Pero ahora resulta, según ha declarado Manuel Sassot, embajador de España en La Haya, que España, para ingresar en la UEO, aceptará el posible tránsito de armas nucleares por su territorio.

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El juego semántico consistente en alegar que esas armas pueden transitar por España sin ser introducidas en España es un atentado al sentido común. Como lo es la distinción introducida ayer por Serra entre tránsito y escala -en referencia a los buques que tocan en nuestros puertos, sin que nadie se interese sobre la eventual presencia de armamento nuclear a bordoNo es la primera vez que el Gobierno recurre a la logomaquia en casos similares. Pero debería convencerse de que tal hipocresía es impropia de una política seria. Si el ingreso en la UEO llevase al abandono del principio de la no introducción de armas nucleares en España conviene que se diga claramente. Y que se expliquen las razones de que se pretenda anular algo decidido por referéndum.

España ha dado pasos serios para realizar, dentro de la OTAN y como miembro fiel de la Alianza, una política exterior con particularidades propias, derivadas de nuestra historia y de nuestra situación geográfica. En la medida en que hemos tenido una posición clara, como en el acuerdo con EE UU sobre Torrejón, hemos avanzado, elevando el prestigio de España. Pero cabe temer que el ingreso en la UEO sirva más bien para introducir incongruencias en nuestra política exterior.

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