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Mirando hacia atrás sin ira

En Noruega vuelve el interés por la CE, rechazada en el traumático referéndum de 1972

Andrés Ortega

ENVIADO ESPECIAI Noruega vuelve a levantar los ojos y a mirar con interés hacia una Comunidad Europea (CE) muy renovada respecto a la que rechazó en 1972. La CE y un posible futuro ingreso vuelve a estar en muchas mentes noruegas, especialmente ante el temor de quedarse al margen del gran mercado único de los doce por el que circularán libremente bienes, servicios, capitales y trabajadores. Pero casi nadie se atreve aún en Noruega a hablar claramente del ingreso, tras el trauma que supuso el referéndum de 1972. La herida escuece aún. Aunque menos.

Ese trauma dividió a muchas familias políticas, principalmente la socialdemócrata. A ello hay que añadir, como señala el politólogo Jonas Store, la inyección de morfina que supuso en 1974 el petróleo. Cuando toda Europa entró en crisis, el gas y el petróleo del subsuelo marítimo noruego trajeron la bonanza económica a Noruega, donde incluso se habla de pasar del Estado del bienestar al estado cuidador. ¿Para qué preocuparse, pues, por la CE?Y, sin embargo, esa bonanza ha hecho que la economía no petrolera noruega perdiera competitividad. Y con la caída de los precios del petróleo surgió la crisis.

La situación ha cambiado grandemente desde 1972. Para empezar, ha cambiado la CE, que en 1972 poseía un 60% de la población de Europa Occidental. En 1986, con la tercera ampliación, esta proporción subió a un 90%. Todo el gas y un 70% del petróleo que vende Noruega van a la CE, así como un 65% del total de sus exportaciones. Como mercado de servicios, la CE también es importante: un 60% de los transportes marítimos noruegos son para la Comunidad Eurpoca.

Y ésta va a crear un mercado único, con decisiones tomadas en Bruselas a las que, como indica un alto funcionario' noruego, no quedará más remedio que adaptarse sin haber participado en el proceso de toma de decisiones. "Antes se creía que ingresar en la CE era perder soberanía; ahora se empieza a ver que es al quedarse fuera cuando se pierde soberanía" indica Store.

Para el ministro de Defensa, Johan Holst, presidente del Movimiento Europeo en Noruega, ha habido un cambio generacional que hace más aceptable la idea de la integración en la CE. Ha llegado lo que llama la generación del interraíl, que, con el abono al tren, ha recorrido Europa, que ya considera parte de su mundo.

Debate animado

El debate se va a animar próximamente en el Parlamento en base a un libro blanco elaborado por el Gobierno sobre la relación entre Noruega y la Comunidad, pero sin tratar del ingreso. M menos sin tratarlo directamente.

Hace cuatro años, tal debate no hubiera sido posible. El Partido Conservador lo intentó en un comité interno que llegó a la conclusión de que en 10 o 20 años Noruega querría solicitar el ingreso en la CE. Sus conclusiones causaron tal furor que hubo que retirarlas, relata la diputada conservadora Kaci Kullmann Five, para la que "la Europa unida no se ha de lograr a costa de una Noruega dividida". Todos los partidarios del ingreso en la CE quieren garantizar que antes habrá una mayoría clara. Pero de hecho, de, cara a las elecciones de 1989, ningún partido va a incluir este tema en su programa.

Noruega intenta ahora acercarse desde fuera a la CE y participar. por ejemplo, en los programas de investigación de la CE, como Esprit Race. o Brite. Pese a un acuerdo marco en este sentido, Bruselas se muestra sumamente reticente.

No se hable ya de los programas de educación, que para los noruegos son sumamente importantes, pero que la CE considera parte de la Europa de los Ciudadanos, es decir, reservados para los doce.

También está el crecimiento de la Cooperación Política Europea (CPE), que, dice el Libro Blanco, interesa a Noruega, especialmente si la CPE se convierte en la voz europea en las relaciones con EE UU, Japón o la toma de decisiones sobre otras partes del mundo . Noruega estará en la antesala, para escuchar las decisiones que puedan afectarla directamente. Es más, el Libro Blanco apunta la posibilidad de que Europa tenga un papel separado en las negociaciones entre las superpotencias.

Pero, por ahora, Noruega espera desde la barrera. Un estudio titulado Escenarios 2000, en el que ha participado Jonas Store, contempla la posibilidad del ingreso en dos casos: una decadencia noruega (adhesión a la griega) o una renovación de Noruega y una flexibilización de su economía y sistema social (ingreso a la española). En este último sentido, Felipe González despierta admiración.

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