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Correr al amanecer

Francisco G. Basterra

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A Juan Ramón Matta Ballesteros, uno de los señores de la cocaína, le perdió su costumbre de hacer jogging al amanecer por las calles de Tegucigalpa. La larga mano de Estados Unidos, con la complicidad de Honduras, le estaba esperando en su vivienda el pasado martes por la mañana. Fue puesto en un avión hacia Santo Domingo, en la República Dominicana, y allí los agentes federales de Washington se encargaron de todo. Matta, que se consideraba seguro en Honduras, debido a que este país no extradita a sus ciudadanos, fue forzado en Santo Domingo a tomar un avión de la compañía Dominicana de Aviación con destino a Puerto Rico. Los agentes de la policía judicial norteamericana que, casualmente, volaban con él le pusieron las esposas al entrar en el espacio aéreo estadounidense.

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La historia tiene todos los indicios de un secuestro legal, planeado, dirigido y ejecutado por Washington, que acusa a Matta, un hondureño de 42 años, de ser pieza clave en el cártel de Medellín y haber ordenado la tortura y asesinato de un agente de la DEA (agencia de la lucha antidroga). Pero la orden de detención tenía un motivo más prosaíco: Matta se escapó en 1971 de una cárcel de Florida.

Washington asegura que es una detención legal "de uno de los más importantes traficantes de droga del mundo", hecha posible gracias a la tolerancia de Honduras, y a la complicidad de la República Dominicana, que expulsó a Matta de Santo Domingo, casualmente a EEUU.

Fuentes gubernamentales negaron ayer que este procedimiento excepcional, defendido ya por el vicepresidente, George Bush, y por el secretario de Estado, George Shultz, para secuestrar a Noriega y traerlo a EE UU, no va a sustituir el proceso legal de extradición. Hace unos meses, un tribunal de Washington negó validez al testimonio de un terrorista árabe, que participó en el secuestro del barco Achille Lauro, capturado por EE UU en el Mediterráneo para ser juzgado aquí. El Congreso norteamericano ha aplaudido como un éxito la detención de Matta.

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