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Un imperio de colores

En los próximos días se decidirá si viene a España la colección del barón Thyssen-Bornemisza de Kaszon

No es fácil escribir una postal al barón Thyssen, pues sus múltiples direcciones agotan más o menos la página de la T en una libreta de direcciones: apenas pasan más de 15 días sin que los barones Thyssen-Bornernisza de Kaszon viajen a otra de su media docena de casas repartidas por el hemisferio occidental, estrechamente unidas por su jet particular, un Falcon 50.Villa Favorita es la principal. Se trata de un palacete custodiado por leones de piedra en el borde del lago de Lugano, en la Suiza italiana, y ha sido hasta la fecha la principal sede de la colección, pese a que sólo puede exhibir 300 cuadros al tiempo; allí trabajan el conservador de la colección y tres restauradores.

Los pabellones de la residencia se encuentran al final de una avenida de cipreses, entre los que a veces brillan los objetivos de cámaras de seguridad. Villa Favorita fue comprada por el padre de Thyssen en 1933 al príncipe Leopoldo de Prusia. Gracias a la neutralidad helvética, la colección no sufrió durante la guerra, y gracias al liberalismo económico del cantón del Ticino, el barón no paga por sus cuadros otros impuestos que los trámites de aduana en sus entradas y salidas.

Villa Favorita cuenta con varios pabellones: uno de ellos, con 20 habitaciones, es el museo propiamente dicho; en la llamada casa de muñecas reside habitualmente la madre de Carmen Cervera, suegra del barón. En los jardines, italianos, trabajan siete especialistas a tiempo completo. Sobre los tejados no es difícil ver la silueta de un hombre armado de un fusil; significa que los barones están.

La segunda residencia en importancia de los Thyssen-Bornemisza es el castillo de Daylesford, en el Oxfordshire, a una hora de Londres, antigua residencia del gobernador general de La India, Warren Hastings; cuenta con helipuerto, que utilizan algunas visitas de Londres, y a las que atienden criados de librea negra y burdeos, al viejo estilo. Allí, en 25 habitaciones, se encuentra buena parte de los cuadros favoritos del barón. En la planta baja, los clásicos, Tintoretto, Caravaggio, Reynolds. Los más modernos, en la primera planta: Courbet, Dégas, Van Gogli, Cézanne.

De Moscú al Vaticano

Además de una casa de época en Chester Square, en el centro de Londres, donde cuelgan los cuadros más modernos, un piso en Park Avenue, en Nueva York, y una suite en el Plaza de París, el descanso del barón está garantizado por un chalé en Saint Moritz y su residencia en Jamaica, donde se encuentra estos días y adonde acude desde hace 30 años cuando desea vacaciones con paseos en yate. Desde su matrimonio con la española Carmen Cervera visita más sus casas en Marbella y en la Costa Brava.Pero bastantes millonarios en el mundo, y hasta agentes de comercio, pueden alardear de ocupar más de una página en un carné de direcciones. Lo que convierte a Thyssen en algo especial es que después de despegar sin problemas de Moscú, tras la inauguración de una exposición con sus cuadros clásicos, su avión aterrice a las tres horas en Roma para asistir a la inauguración de otra exposición de sus cuadros en el Vaticano: ésta, de los maestros americanos Pollock, Koonig, Hopper, Wyeth.

La influencia del barón llega, pues, más lejos de lo que suele alcanzar una fortuna -grande, pero pequeña comparada con las de los grandes tycoons- que emplea a 19.000 personas (pocos en comparación con los tiempos del abuelo) y obtiene sus beneficios de una docena de industrias, desde astilleros hasta material para la industria electrónica. El grupo es puntero en un solo terreno: maquinaria para la manipulación de huevos. La razón de esta influencia, que llega casi a la categoría de poder fáctico, no es otra que la posesión de la colección de arte privada más impgrtante del mundo: 1.200 cuadros, de los que 570 son de maestros clásicos, evaluada en 1.000 millones de dólares (unos 111.000 millones de pesetas).

Esa colección está en permanente movimiento -unas cuatro exposiciones simultáneas por el mundo-, y una de las razones es que el barón no dispone de un lugar para colgar todos sus cuadros, o al menos los 700 más importantes. La otra razón es la divisa de la familia (cuya fortuna fue edificada sobre el acero): "Si descanso, me oxido".

Competidores

Desde que se abrió la posibilidad de conseguir una colección de indudable valor para cualquier museo, cualquier país, España ha concurrido con competidores muy sólidos: la poderosa Fundación Getty, que con un presupuesto de prodigio ha cambiado los valores del arte en el mercado internacional; las ciudades de Stuttgart y Bonn, en la República Federal de Alemania, respaldadas por gestiones personales del canciller Helmut Kohl y con la oferta de construir edificios para la colección, y la propia ciudad de Lugano, muy interesada en conservar los cuadros. El insuficiente espacio en las galerías de Villa Favorita -1.300 metros cuadrados frente a los 5.000 necesarios para albergar los 700 cuadros esenciales de la pinacoteca- es quizá la razón principal para cambiarla de lugar.Después de un año en el que pareció era posible una cesión definitiva de la colección, se ha optado -ya sea para España o para otro destino- por una cesión temporal. En el caso de que sea elegida la opción de España, los cuadros serán instalados en el palacio de Villahermosa, para amargura del director del Prado, Alfonso Pérez Sánchez, que lo había proyectado para Goya y sus contemporáneos. Pero Pérez Sánchez, buen profesor y pésimo administrador, según fuentes del sector, dejó escapar hace un año, sin ofertas, el palacio del Conde de Elda, frente al Casón del Buen Retiro. Todavía puede surgir alguna oportunidad con edificios vecinos de Villanueva.

La familia

Pese a que las negociaciones se han llevado con mucho secreto, existen verosímiles indicios de que quienes torcieron la voluntad del barón de llegar a un acuerdo definitivo para su colección, esto es, una cesión con determinadas contraprestaciones, fueron sus herederos, que comparten con él los asientos del consejo de administración del truste creado hace unos años para evitar precisamente "dejar el caos tras de mí", según dijo el barón a este periódico en Londres hace dos semanas.Los herederos del barón son Georg Heinrich, que hoy día gobierna el grupo, y al parecer es el menos opuesto a su padre. Es hijo de un primer matrimonio, tras la guerra, con la princesa María Teresa de Lippe. No hubo hijos en un segundo matrimonio con la excéntrica Nina Dyer. Otros dos herederos son Francesca y Lorne, hijos de Fiona Campbell, tercera esposa, hija de un almirante escocés. El cuarto heredero es Alexander, concebido con la cuarta esposa, la brasileña Denise Shorto, quien pidió 136.000 millones de pesetas de indemnización para acceder a divorciarse; obtuvo 15.000 millones.

La reputación del barón como coleccionista iguala casi la que tuvo como donjuán. La crónica rosa indica que se ha tranquilizado tras su matrimonio con Carmen Tita Cervera, barcelonesa de 45 años, miss España en 1961, viuda de Lex Barker y divorciada de Espartaco Santoni. Un hijo posterior a estas relaciones ha sido adoptado por Thyssen. Carmen Cervera ha abogado duramente por la causa española.

Consagrado a sus cuadros, Thyssen se ha inventado un juego de cartas para ayudar a su olfato en la compra de arte: si tiene que trampear, malo. Si funciona, compra. Así de simple.

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