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El entramado de la paz en Orionte próximo

El ex secretario de Estado norteamericano indaga sobre las posibilidades de una conferencia internacional de paz sobre Oriente Próximo. Kissinger fija las condiciones en las que el acontecimiento tendría sentido, y cree que si no se da el marco delineado por él, es mejor que EE UU se centre en iniciativas unilaterales.

Convencido de que el statu quo ya no es sostenible, estremecido por la violencia árabe-israelí en la orilla oeste, y en respuesta a los llamamientos de los árabes moderados como el rey Hussein y el presidente Mubarak, Estados Un¡dos parece dispuesto a iniciar otra campaña en busca de la paz en Oriente Próximo. El secretario de Estado adjunto, Richard Murphy, ha viajado por Oriente Próximo con una propuesta que, según informaciones periodísticas, prevé elecciones anticipadas que conduzcan a un autogobierno para Cisjordania y la franja de Gaza como se anunciaba en los acuerdos de Camp David de 1978. Esto sería parte de una negociación general en la que una conferencia internacional de paz jugaría un papel significativo, aunque indeterminado todavía.Incluso el objetivo del autogobienio árabe en la orilla oeste, acordado en Camp David, demostró ser inalcanzable ya en unas conversaciones sobre autonomía de los años setenta. La reci.ente violencia fuerza ahora a las partes a intentar resolver otra vez los tres temas que las hicieron fracasar entonces: ¿qué área puede ser autogobernada? ¿Quién la gobernará? ¿Cómo pueden disiparse las preocupaciones de Israel respecto a su seguridad? La respuesta a estas preguntas configurará un acuerdo final, porque el área que se establezca como autónoma será, probablemente y asimismo, el área que volverá a un control pleno por parte árabe.

Y en un siguiente paso emerge una conferencia internacional de paz, como una especie'de deus ex machina de la diplomacia en Oriente'Próximo. Su objetivo se sitúa a menudo en la obtención de un tratado de paz..., como si la paz fuera un concepto legal. Pero la India y Pakistán, o Irán e Irak que mantienen una paz firmada han luchado en unas guerras más enconadas y en las que ha muerto más gente que árabes e israelíes La lección, por tanto, es que la paz no surge de los documentos escritos, sino de unas condiciones concretas; una definición de su contenido debería ser el primer objetivo de la diplomacia en Oriente Próximo.

Ni las partes ni la comunidad internacional están, en ningún caso, cercanas a un consenso en lo que se refiere al tipo de compromiso que se debería tratar de obtener. Ni siquiera están de acuerdo en cuáles serían las partes más adecuadas para participar en la negociación. En Israel, el partido Likud del primer ministro, Yitzhak Shamir, se opone tanto a una conferencia internacional como a cualquier concesión territorial; el Partido Laborista del ministro de Asuntos Exteriores, Simón Peres, favorece ambos temas, pero teme que exponer ideas concretas le lleve a perder apoyo en las próximas elecciones israelíes.

En el mundo árabe, los moderados quieren las fronteras del aflo 1967, lo que incluiría la devolución de la antigua ciudad de Jerusalén, y los radicales se oponena cualquier acuerdo con Israel. La Unión Soviética apoya una conferencia internacional, el programa político de sus países amigos radicales y unas garantías internacionales sin definir. Los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad abogan por una conferencia y no ven que tenga sentido el arriesgar la amistad árabe al adoptar una postura que se aparte de las posiciones árabes. Estados Unidos ha trabajado por conseguir que se produzca un proceso de negociación, pero está poco dispuesto a apostar demasiado en este esfuerzo ... ; una posición que puede ser que esté revisándose ahora. 1IA OLPY está el problema de qué hacer con la OLP. Resultará traumático para Israel ceder cualquier parte de la orilla oeste. El ver establecida allí una entidad cuyo programa a lo largo de la historia incluía la destrucción del Estado judío es, por una parte, poco sensato, y, por otra, queda fuera de la competencia previsible de cualquier diplomacia. El rey Hussein, que ha sido el objetivo de varios intentos de la OLP para derrocarle y que es consciente de su falta de capacidad para ponerse de acuerdo con Araflat en una posición común de negociación, sabe muy bien que sería, una vez más, el primer punto de mira del expansionismo de la OLP.

Las posiciones irreconciliables de las partes, la ambigúedad de la posición soviética y las diferencias con nuestros aliados europeoá se espera que queden superadas en una conferencia donde todas las partes puedan exhibir sus incompatibilidades. El modelo, según nos dicen los que apoyan la conferencia, es la de 1973 en Ginebra, en la que se reunió una única sesión plenaria. A continuación se negociaron varios acuerdos entre las partes bajo los auspicios de los americanos y todo culmirió en un tratado de paz egipcio-israelí. Funcionanos israelíes han proclamado la existencia de un acuerdo entre Israel y el rey Hussein (quien no lo ha confirmado nunca) para reducir dicha conferencia al papel de un ceremonial de apertura después del cual loítemas concretos se negociarían bilateralmente entre Israel y el grupo más relevante de los árabes. Y, según parece, Estados Unidos ha prometido a Israel que los temas de las conversaciones bilaterales no podrán mencionarse de nuevo en la sesión plenaria sin el consentimiento de ambas partes y que si Israeldecide retirarse de la conferencia, EE UU se irá también.

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Estos mecanismos de procedimiento posiblemente no podrán evitar el aislamiento de Estados Unidos o de Israel en este tema. Para empezar, la situación actual no es ni remotamente comparable a la de 1973. Entonces, las tropas israelíes estaban a caballo sobre el canal de Suez y a 12 millas de Damasco. Solamente Estados Unidos estaba en una posición tal como para modificar aquella situación. Su programa fundamental estaba basado en el argumento de que no existía una alternativa a la mediación norteamericana. Un gran hombre de Estado árabe estaba dispuesto a arriesgar su prestigio en plantear unas propuestas gradualmente.

En la actualidad no se da nm*guna de estas circunstancias. Israel está dividido; ningún líder árabe está en una posición como para emprender iniciativas en solitario. La idea de que Israel y Estados Unidos podrían abandonar conjuntamente una conferencia internacional es ingenua.

Tampoco son la mejor aproximación al problema unas negociaciones entre las partes auspiciadas por los norteamericanos. Pero si las cosas han ido demasiado lejos para un esfuerzo unilateral de Washington, el objetivo de la diplomacia estadounidense debe ser el establecimiento de un entramado, de un marco de actuación sustantivo.

Los siguientes principios deberían formar parte de ese marco de actuación:

a) Israel debe enfrentarse con el hecho de que no puede ocupar de manera permanente un territorio que está habitado por una población que le rechaza. Las diferentes tasas de crecimiento demográfico, más tarde o más temprano, convertirán a la población judía en una minoría. El esfuerzo por dominar con la fuerza a una población en unas regiones predominantemente árabes llevará, finalmente, a un aislamiento de Israel en el mundo, a ganarse la antipatía de muchos norteamericanos que les apoyan y a debilitar la trama de la sociedad israelí.

b) Los partidos árabes deben abandonar la ilusión de que pueden alcanzar la realización de su programa más exigente simplemente como compensación de su aceptación del Estado de Israel. En cualquier otra parte del mundo, el reconocimiento es el comienzo de la diplomacia, no el final de ella. Para Israel, el volver a las fronteras de 1967 le situaría en la misma posición de Checoslovaquia después de Múnich. El pasillo entre dos de las principales ciudades de Israel, Haifa y Tel Aviv, tenía 10 millas de ancho antes de la guerra de 1967. Sería indefendible en las condiciones de hoy día.

Garantías

c) Las garantías de las potencias exteriores no pueden ser sustitutorias. El enfrentamiento puede mantenerse bajo el umbral de una amenaza que no es en absoluto ambigua. Y las garantías pueden usarse como una herramienta que evite las represalias, ante el temor de que las garantías se vean dañadas.

d) La ciudad de Jerusalén no puede dividirse otra vez, por lo que es esencial el acordar una situación especial a los lugares sagrados y asegurar un acceso libre a ellos.

e) Las zonas cedidas por Israel deben desmilitarizarse bajo un sistema de inspección en el cual participe Israel.

f ) bien Jordania o bien un consorcio de Estados árabes moderados deben de asumir la responsabilidad de la administración civil de Gaza y de aquellos territorios de la orilla oeste entregados por Israel. Obviamente, los palestinos deben de jugar un papel importante en tal administración, pero no la OLP como organización política.

La tarea de la diplomacia americana tiene que consistir en obtener de todas las partes, y antes de la conferencia internacional, un acuerdo en el que los sacrificios y los compromisos sean esenciales en el proceso hacia la paz. Sólo si esto se consigue tiene sentido una conferencia internacional. Si no es así, Estados Unidos resolverá mejor sus problemas a través de iniciativas unilaterales.

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