Bush se recupera en New Hampshire del desastre de lowa
La carrera por la Casa Blanca continúa abierta, pero después de las primeras eliminatorias, Iowa y New Hampshire, el vicepresidente, George Bush, en el campo republicano, y el gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, en el demócrata, han tomado la delantera. Bush, la sombra de Ronald Reagan desde hace más de siete años, triunfó convincentemente el martes por la noche, contra todos los pronósticos, en la primaria de New Hampshire, derrotando al senador Robert Dole.Desde hace 40 años nadie ha llegado a la Casa Blanca sin ganar antes en New Hampshire. "Las noticias de mi muerte son exageradamente prematuras", afirmó, con frase de Mark Twain, un satisfecho Bush tras conocer su triunfo por nueve puntos de diferencia (un 38% frente a un 29% de Dole).
Dole denunció en tono amargo -uno de los aspectos más negativos de este político habilidoso del Medio Oeste- al vicepresidente como mentiroso, por haber dicho que una presidencia de Dole subiría los impuestos. "No sé cómo el vicepresidente de EE UU, en un momento de desesperación, ha caído tan bajo". Recordando a sus fieles que ésta es una carrera de fondo y que ahora comienza la verdadera liga nacional, Dole aseguró que "soy el mejor candidato de los dos partidos".
Dukakis, de 53 años, hijo de inmigrantes griegos y cuyo principal capital político es su gestión económica al frente de Massachusetts, pero prácticamente un desconocido a nivel nacional, logró una amplia y esperada victoria en este Estado vecino al suyo. La atención que las grandes cadenas de televisión y los diarios comenzaron a prestarle desde ayer puede convertirle en unas semanas en una figura nacional.
Pero, como Bush, que tiene tras sus talones al combativo Dole, Dukakis deberá despegarse de Richard Gephardt, un congresista por Misuri, que obtuvo el segundo puesto en New Hampshire una semana después de ganar en lowa. Dukakis, que obtuvo un confortable 36% de los votos frente al 20% de Gephardt, afirmó ayer que es un .candidato nacional" y que su estrategia no es regional, sino .americana". Se declaró convencido de que "daremos la sorpresa en el Sur" y de que los norteamericanos desean un cambio y un presidente «que vuelva a unir a este país". El gobernador de Massachusetts tiene mucho dinero -le apoya el poderoso lobby judío y los griego-americanos, otra fuerza económica- y una gran organización.
La campaña se traslada ahora al Sur, donde el 8 de marzo se votará en 20 Estados de la región y limítrofes para elegir una cuarta parte de los delegados a las convenciones nacionales, que en julio y agosto nominarán a los candidatos definitivos de cada partido para la elección del 8 de noviembre. Bush tiene mucho dinero, una fuerte organización, el favor del establishment del partido, y nombre en los Estados sureños, donde tratará de despegarse definitivamente de Dole.
En el tejado
Pero la pelota está aún en el tejado, y puede llegarse hasta las primarias de California, en junio, o incluso hasta la convención sin que ninguno de los dos se haya asegurado la nominación. Esta carrera abierta es un escenario aún más plausible entre los demócratas, donde la gran incógnita reside en ver cómo Dukakis, un liberal del Este, bastante frío se desenvuelve en el Sur conservador, con un mensaje tecnocrático que promete una mejor gestión, pero no ofrece una nueva visión de EE UU en sustitución del reaganismo. Para Bush, su experiencia en importantes puestos incluida la oscura vicepresidencia, ha sido, en contra de lo que muchos esperaban, un factor determinante de su sólida victoria en New Hampshire. Ha rentabilizado la gran popularidad de Reagan en este Estado, que sólo tiene un 2% de desempleo, y se ha convertido en una de las mecas de los yuppies de la industria electrónica que ya no cabe en el corredor tecnológico de Boston.
En el campo demócrata, partido que ha perdido cuatro de las últimas elecciones presidenciales, la batalla será en adelante entre Dukakis y Gephardt. Este congresista vende un mensaje proteccionista y populista contra los poderes constituidos. '"Estamos en declive", asegura; y ha convertido la recuperación de la competitividad de los productos norteamericanos, para que "América vuelva a ser el número uno", en el eje de su campaña.
El factor Jackson deberá ser tenido muy en cuenta por los demócratas. Este reverendo de raza negra, con un programa muy izquierdista para los norteamericanos -sobre todo en política exterior-, consiguió aquí, el martes, el 9% de los votos, tras lograr un 11% en Iowa. Algo verdaderamente notable si se tiene en cuenta que son dos Estados en que la población de color no llega al 1%. Este predicador baptista de verbo encendido y carga demagógica está atrayendo votos de blancos en mala situación económica, de granjeros arruinados, y habla de un frente popular de desheredados y todo tipo de progresistas, "que nunca", dice recordando a Salvador Allende en Chile, "será vencido".
El voto negoY, por supuesto, cuenta con el voto negro, que le proporcionará el 8 de marzo un voto seguro en el Sur. Jackson puede presentarse en la convención demócrata de Atlanta con un importante paquete de delegados que le conviertan en el árbitro de la situación. Algo más es imposible, ya que este país no está preparado para elegir a un presidente de raza negra.
Otra incógnita demócrata es el joven senador por Tennessee Albert Gore, de 39 aflos, guapo y kennediano, y el más a la derecha de los candidatos del Partido Demócrata, que ha dejado a un lado Iowa y New Hampshire para concentrar sus esfuerzos en su Sur natal.
En New Hampshire no se produjo el milagro Robertson, y el polémico ex predicador fundamentalista no consiguió movilizar a su «ejército escondido". Acabó en cuarta posición, detrás del congesista republicano Jack Kemp. Este se proclama el "genuino heredero" de la revolución Reagan, que quiere llevar hasta sus últimas consecuencias. Pero Robertson será una fuerza a tener en cuenta en el Sur, donde la religión ocupa un lugar preeminente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.