Política de disuasion: una respuesta europea
Los autores del artículo analizan un informe presentado recientemente al Pentágono y destacan, entre otros puntos, la predicción de que, en el futuro, los aliados serán aún más necesarios y que el despliegue de fuerzas norteamericanas convencionales y nucleares a lo largo de las fronteras europeas sigue siendo una condición esencial para la disuasión.
El informe Disuasión discriminada, presentado al Pentágono por Fred lklé y Albert Wohlstetter y publicado el 12 de enero (International Herald Tribune, 13 de enero), merece la atención de todos los aliados occidentales.Desde una perspectiva europea, algunos puntos del informe merecen apoyo, en particular los siguientes: los aliados serán aún más necesarios en el futuro y, a lo largo de las fronteras europeas, el despliegue de fuerzas americanas convencionales y nucleares sigue siendo una condición necesaria y esencial para la disuasión y para la defensa de intereses vitales de Estados Unidos. Sin embargo, aunque la mayor parte de las recomendaciones serán aprobadas en Europa occidental, algunas de ellas han de suscitar una preocupación seria.
En primer lugar, los futuros corredores de disuasión nuclear sobre el continente plantean problemas graves. Quienes los han recibido en Europa con sentimientos encontrados no han sido los adversarios tradicionales de la solidaridad a través del Atlántico, siempre dispuestos a regocijarse de cualquier debilitamiento de los nexos de alianza, sino precisamente aquellos que sienten un compromiso más profundo ante esa solidaridad.
El informe subraya con justeza la necesidad de armas nucleares modemasque puedan ser usadas de mod&bscriminado. Si no es posible un uso concreto de las armas nucleares, su función de evitar una agresión queda socavada. Esta propuesta no es nueva, y constituye la base de la planificación de la OTAN.
Pero el informe establece que "la alianza tendría que advertir que hará uso de armas nucleares no como un paso hacia una guerra más amplia y devastadora -si bien el riesgo de una escalada posterior persistiría-, sino, sobre todo, como un instrumento para impedir el triunfo de las fuerzas soviéticas invasoras"; esta afirmación es capaz de originar un malentendido que debilitaría la más importante base de la alianza: el carácter compartido del riesgo.
Por supuesto, se ha de hacer cualquier esfuerzo para evitar una escalada sin control o automática una vez que haya comenzado la guerra nuclear pero, sin la existencia de al menos la percepción clara de ese peligro en la mente del adversario, Europa no sería una zona en la que se garantizara la restricción de la guerra nuclear. Una cosa es estar mejor preparado, como sugiere el informe, para una agresión local con objetivos limitados, y otra bien distinta definir la estrategia en forma tal que otorgue al agresor la seguridad de que sus acciones sólo le asestarán pérdidas militares, sin afectar ningún interés vital propio.
El informe subraya correctamente que, a los ojos de Estados Unidos, una política de disuasión nuclear en Europa, que desembocara automátícamente en un apocalipsis bélico, perdería legitimidad. Pero también es verdad que la disuasión basada en una guerra nuclear de exclusivo alcance europeo no significa sólo el apocalipsis para Europa occidental, sino que erosionará, a este lado del Atlántico, la confianza en esta metodología como forma de evitar la guerra, dado el riesgo notoriamente reducido para la Unión Soviética. El peligro de que en Europa se debiliten la legitimidad de la disuasiófi nuclear y la confianza en el aliado americano es evidente.
Tecnologías modernas
En segundo término hay que dar la bienvenida a la recomendación de reforzar la postura convencional de la OTAN y usar tecnologías modernas. Pero la respuesta del informe, en la que se dice "que la alianza podría derrotar al Ejército soviético, o al menos luchar hasta un alto, sin tener que apelar a las armas nucleares", no sólo apunta a lo imposible -el armamento convencional de Occidente es muy inferior-, sino que además es inaceptable, ya que Europa llegaría a verse en ruinas.
La derrota de las fuerzas soviéticas en el campo convencional requeriría el tipo de superioridad cuantitativa y masiva de la que goza ahora el Pacto de Varsovia con respecto a la OTAN, o una superioridad cualitativa que el Oeste sólo posee en teoría, y que puede verse disminuida -cosa que bien sefíala el informe- como resultado de los apreciables esfuerzos soviéticos. Y sería ingenuo considerar que, después de una derrota de sus fuerzas en el plano convencional, la Unión Soviética no habría de aplicar todos sus recursos para impedir la posible ruina de su imperio europeo.
La noción de un gran conflicto convencional para derrotar a las fuerzas soviéticas no tiene sustento en Europa, en primer lugar porque no existen los medios, pero también porque podría llegar a producir esa aniquilación europea que losamericanos temen de una escalada nuclear. Si, además, las armas nucleares tácticas fuesen usadas sólo "como un instrumento para impedir la victoria de las fuerzas soviéticas invasoras", la respuesta nuclear de los atacados sin duda produciría la destrucción de Europa central y occidental, mientras que el agresor permanecería incólume.
En tercer lugar, el informe apoya con razón la estrategia de 'ataque de fuerzas escalonadas" de la OTAN, en vista de que esa estrategia golpea de modo selectivo los refuerzos del agresor, sin que esto implique voluntad ni capacidad alguna de conquistar u ocupar un territorio. Pero recomienda que se forjen planes ara que las fuerzas de tierra de la OTAN monten contraofensivas a lo largo de la frontera OTAN-Pacto de Varsovia" y para que se desarrolle una capacidad de llevar a cabo contraataques profundos en territorio enemigo; la puesta en práctica de esta recomendación requeriría de las fuerzas de la OTAN una transformación tal que resultaría a la vez económica y políticamente inaceptable en Europa. Tal vez llegase a destruir el consenso popular que se basa en considerar que la finalidad de la alianza es estrictamente defensiva.
Además, la percepción de que esas fuerzas estuviesen preparadas para una contraofensiva estratégica de esa índole, al verse como algo opuesto a los contraataques tácticos necesarios, resultaría muy contraproducente en las relaciones entre Europa occidental y Europa oriental. Por cierto, que la sugerencia de que el Oeste planeara "aprovecharse del distanciamiento potencial entre Europa del Este y la Unión Soviética", por sí misma, llegaría a dificultar el lento, pero fructífero, proceso de establecer buenas relaciones con los vecinos del Este.
Por último, la ausencia del continente europeo en las consideraciones de largo plazo del informe es sorprendente. No hay duda de que la importancia de Europa en una estrategia mundial como fuerza de la democracia y de la cultura, como potencia económica e hito en la rivalidad con la Unión Soviética está implícitamente reconocida en la continuidad del compromiso de Estados Unidos en la Alianza Atlántica. Sin embargo, mientras el informe prevé que Japón y quizá China irrumpan en escena como grandes potencias hacia el 2010, Europa occidental sólo aparece como un objeto, y no como un actor en política, sin que se considere digna de ser mencionada como una fuerza influyente en el entorno estratégico de dentro de 20 años.
Tal vez los europeos occidentales en parte deban responsabílizarse por esta apreciación. Pero, por fortuna, Europa del Oeste está haciendo avances lentos hacia la unidad, una capacidad de decisión propia y un papel en la política mundial. Si las conclusiones del informe, humillantes para ellos, contribuyen a que los europeos occidentales dediquen una mayor cantidad de energía a su futuro común, el informe habrá prestado un importante servicio. No obstante, se podría reforzar tal servicio eliminando algunas de las inquietudes suscitadas en Europa por sus conclusiones, mediante un diálogo transatlántico que aclare los temas y evite una crisis de confianza entre los aliados.
es profesor de His-toria Moderna en la universidad de Oxford. dirige el Instituto de Investigación de la Sociedad Alemana para Asuntos Exteriores de Bonn. es un ex representante francés en la OTAN.Traducción: Ana Poljak.
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