Esfuerzo perdido
Cataluña ha tenido siempre centenares de agrupaciones de aficionados que han mantenido vivo un repertorio y una tradición. De ese vivero han salido los grandes mutantes que hoy han creado allí el mejor conjunto de teatro de España. Silvia Munt y el director Santiago Sans parecen haber ido directamente al tronco aún vivo, y escogido los actores para esta compañía. Gritos, tonillo -del que la propia Silvia Munt no está exenta- e incluso una escenografía y unos figurines de ocasión. Conmueve el esfuerzo de estas empresas privadas que concurren con los derroches de dinero de las públicas, pero la pobreza no tiene por qué ir acompañada, de la fealdad, a menos que se tenga vocación para ello.Nada de esto corresponde con la finura, con la exquisitez fantástica de Giraudoux en la década que termina con la Guerra Mundial; el escritor, que por fin consiguió reunir la poesía con el teatro, que depositó en la palabra -un francés delicado y sugerente- el arte de la escena, interpretado siempre o casi siempre por la compañía intelectual y culta de Louis Jouvet. Ondina es una obra sutil donde se exalta el amor y se le enfrenta con la prueba de los otros, de la sociedad dominante, degenerada, cruel. Aquí se la destroza con la major intención del mundo, incluso con algún añadido coreográfico. Sufre mal la doble traducción: al catalán, por su adaptador, Santiago Sans, y de él al castellano por Juan Germán Schroeder. Sufre mal la dicción, el tonillo, la brusquedad de movimientos: un noble esfuerzo que se pierde.
Ondina
De Jean Giraudoux (1939), adaptación de Santiago Sans, traducción de Juan Germán Schroeder. Intérpretes: Silvia Munt, Gal Soler, Miquel Cors, Teresa Cunillé, María Jesús Lleonart, etcétera. Escenografía y vestuario: Marcelo Grande. Música de Tullio Tonelli. Dirección de Santiago Sans. Centro Cultural de la Villa, 10 de febrero.
Babelia
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