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Armani: "El español es triste vistiendo"

El modista italiano recibió en Madrid el premio al mejor creador extranjero

Andrés Fernández Rubio

Para Giorgio Armani, el creador de moda italiano con mayor reputación internacional, "el hombre español es triste vistiendo", aunque matiza que se trata de una tendencia generalizada por esa idea, desde su punto de vista errónea, de que lo oscuro y lo serio es garantía de credibilidad social. Armani, que ayer recogió en Madrid el Premio Cristóbal Balenciaga al mejor modista extranjero, piensa que el tópico asigna a la española una dimensión flamenca, y por eso él, que es tan exquisito, prefiere referirse a la "mujer internacional" alguien que racionaliza sus preferencias y rechaza lo extemporáneo.

La distinción de Giorgio Armani parece innata, los ojos son claros y profundos, el pelo blanco combinado con el bronceado le concede un aspecto maduramente juvenil, viste la exquisita ropa que él misrno crea y nadie diría que ya son 53 los años que padece. Si no fuera porque es bajito, resultaría sobrehumano.Desde que en 1975 se independizó y empezó a mezclar vanguardismo con una filosofía industrial destinada a una clientela fiel, su nombre se ha convertido en garantía de calidad. Sus productos huyen de lo exuberante y de lo futurista, y tienen un marcado sentido) práctico. Posee 16 tiendas de Europa, cuatro en Japón y cuatro en Estados Unidos, y el pasado año su empresa facturó 370 millones de dólares (más de 37.000 millones de pesetas). No tiene prisa por crecer: la gradación es su filosofía.

"Desde hace muchos años he intentado desarrollar una moda de ruptura, pero que pueda ser aceptada, para el hombre y la mujer que trabajan normalmente y que viven una vida joven y diversificada. En este sentido, se pueden vestir de forma muy diversa sin parecer extravagantes".

Armani siempre ha dicho que él crea viendo, no soñando. Y de lo que ha visto de la última moda española tiene una buena opinión: "Últimamente he visto en fotografías y reportajes que los periódicos y revistas italianos se interesan mucho por ella; creo que esto nace de una voluntad entre los modistas españoles de romper reglas y de una fuerte voluntad creadora, razón por la que la moda española interesa".

Carmen de España

El modista italiano se refiere a esa idea existente de una mujer española aficionada al uso excesivo de los colores: "Posiblemente haya un condicionamiento turístico en esa imagen de española ibérica y flamenca como la Carmen de Mérimée, y aunque creo que sí es verdad que esto existe también lo es que he visto españolas bien vestidas, muy bellas e internacionalmente elegantes, porque no creo que exista un tipo de mujer española o francesa como tales, sino otra, internacional, que puede encontrarse en Milán, Madrid, Roma o París". Esa fórmula de crear mirando a la gente le ha servido para percibir los índices de dónde está el límite al cual puede él llegar con su creatividad. "Mi trabajo es una mediación entre la mano que dibuja y la gente que compra. Cuando creas un producto que cuesta una cifra no puedes hacer algo de pura fantasía, ya que está destinado a personas normales, que no son creadores o artistas. Esto es una premisa importante no sólo para mí sino para la moda en general: evitar las descompensaciones".El diseñador no teme al riesgo de convertirse en un personaje cuya firma pueda resultar tan comercial que derive en una falsificación de sí mismo. "No temo perder mi esencia, llevo muchos años creciendo de forma gradual, buscando el momento oportuno para lanzarme. Mi idea es que lo que firmo está controlado por mí y por mi equipo y yo lo tengo que justificar. La forma es que la gente sienta que si ve la firma Arman¡ sepa que lo que contiene nace de un estudio pormenorizado. Yo nunca firmaré una taza blanca para el café, sin más. Ahora existe la tendencia de gente de la moda que lo firma todo. Yo no".

A lo que sí teme Armani es a quedarse sin ideas. "Al imaginar una nueva colección debes pensar en una clientela y encima ser original y contar con la figura. Unir estos tres elementos da pánico, y el verdadero estilismo es juntarlos y que el resultado cree en el cliente la satisfacción de comprar. Esto es el estilismo, no inventar una chaqueta de tres mangas que no sirve para llevar".

El modista italiano piensa en lo que puede ser el comprador de los próximos años: "Me imagino a un hombre y a una mujer que no se dejan traicionar por la moda, cuya mentalidad sea interpretar su compra adecuándola a su personalidad y rechazando aquello que no le convenga. Un hombre y una mujer fieles, que no sigan el momento, lo extemporáneo y lo exhibicionista".

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